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Elton John, sentado al piano, en un momento del concierto.
Sir Elton John, repaso a sus éxitos en Gijón

Sir Elton John, repaso a sus éxitos en Gijón

Unas 5.500 personas disfrutaron de un recital plagado de himnos que demostró que el artista británico sigue estando en plena forma. Eso sí, el sonido fue mejor en unas zonas que en otras

Miguel Rojo

Viernes, 17 de julio 2015, 20:47

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Llegó el día de la visita de Sir Elton John a Gijón, que encontró en el Palacio de Deportes el espacio adecuado para acoger a los algo más de 5.500 espectadores que, finalmente, acudieron a la otra vera del Piles, dejando atrás el recinto de Las Mestas, más apropiado para mayores multitudes. Lo cierto es que para el tipo de concierto que ofrece el británico, donde muchos prefieren escuchar sentados que saltar de pie, el espacio ayudó a conseguir un ambiente más íntimo y un sonido más controlado, a pesar de que el pabellón nunca acaba de sonar del todo bien y anoche a Elton John y su banda se les oyó mejor en algunas zonas (delante)que en otras.

Cuando llegó la hora convenida, sobre el escenario quedó iluminado un hermoso Yamaha negro, que esperaba la llegada de la estrella. Con una gran levita brillante de lentejuelas y escondido tras sus llamativas gafas azules, Elton John se acercó al piano, se sentó y arrancó un concierto en el que dejó claro que, a pesar de contar con 68 añazos a sus espaldas, aún le sobra energía. Sonaron los acordes de The bitch is back, la canción que en esta segunda parte de la gira europea usan Elton John y su banda para abrir el espectáculo. Caña desde el principio para dejar claro que sus conciertos no son un muermo, como algunos podrían pensar. En plena forma.

Tras él, una enorme pantalla de 14 metros de largo por 8 de alto iría mostrando a lo largo del recital desde imágenes oníricas y geométricas hasta pequeños videoclips que repasan la vida del protagonista, pero también sus filias, sus símbolos y sus gustos. Desde los Beatles hasta sus llamativos sombreros, con pianos que volaban, imágenes de películas a las que ha puesto la banda sonora como el Rey León, que le dio un Oscar y otras que han influido en su obra, como El mago de Oz, que inspiró su disco Good bye yellow brick road, del que celebró en 2013 los 40 años con una gira y que también tiene gran protagonismo en esta nueva gira. Benny and the Jets, saltarina, All the girls love Alice y Candle in the wind, que aunque estaba dedicada a Marilyn Monroe se convirtió en su canción más popular tras cambiarle la letra y dedicársela a su amiga Lady Dy tras el accidente que le costó la vida, fueron ejemplo de ello. Y fue justo tras esta última cuando llegó el saludo: «Qué bien que estéis todos aquí, es la primera vez que estamos en esta ciudad».

A su alrededor, un grupo sin fisuras. Davey Johnston, que ponía el contrapunto rockero siempre que podía armado con un arsenal de guitarras en las que a la Gibson Les Paul se le sumaron la Flying V, alguna de dos mástiles, una Telecaster y varias acústicas, entre otras; Matt Bissonette, al bajo, que junto al veteranísmo Nigel Olsson a la batería firman una base rítmica contundente; la enorme colchoneta que suponen los teclados de Kim Bullard, sobre cuyos acordes se luce una y otra vez la melodía solista de Elton John a las teclas, y un espectacular John Mahon a la percusión y los coros, que hasta se atrevió a hacer algún malabarismo con la pandereta, completan la banda, a la que se podía seguir con detalle en las otras dos enormes pantallas que flanqueaban el escenario. Y sobre todo se podían seguir las manos de Elton John, bailando sobre el piano cada vez más sueltas según avanzaba la noche.

No faltarían otros grandes éxitos del artista. «Ah, pero esta también es de Elton John» , preguntaban algunos al escuchar los acordes de Levon, Tiny dancer, Daniel y la potente Philadelphia freedom, que acabó de animar a los pocos que a aquellas alturas aún no habían entrado en calor mientras en las pantallas dominaban los colores de la bandera americana Después vendrían algunos de los platos fuertes: Goodbye yellow brick road, con imágenes alusivas a los grandes momentos en la vida de Elton John: su boda, sus hijos, sus obsesiones Y una de ellas, claro, es el piano. Lo dejó claro en la introducción instrumental de Rocket man, con un solo que dejaba claro que además de un tío extravagante que hace buenas canciones, el caballero de la orden británica es uno de los mejores ante las teclas en este negocio del rock.

Uno tras otro, fueron sonando en Gijón auténticos himnos. Las letras de Bernie Taupin, el autor de la inmensa mayoría de sus canciones, a las que él pone música, ganan protagonismo en temas como las hermosas I guess thats why they call it the Blues o Your song, con su coreado «I hope you dont mind, /I hope you dont mind / that I put down in words / How wonderful life is while youre in the world», y entre ambas dos solo frente al piano: The One y una mezcla de Circle of life y Can you feel the love tonight.

Despues vendrían, entre otras, Sad songs, Sorry seems to be the hardest word o Dont let the sun go down on me. Éxito tras éxito, con una anda cada vez más animada, se llegó a la traca final, más rockanrollera y festiva. Tras la espectacular y reivindicativa Im still standing, donde por la pantalla pasa toda la carrera del artista, ofrecerían Your sister cant twist y Saturday nights alright for fighting, con su conocido coro, para cerrar unas dos horas de concierto. Pero tras un atronador oé, oé de todo el público, llegó aún un Crocodile rock de propina entre las reverencias y los aplausos de Elton John al respetable y las más de 6.000 gargantas coreándole. Anoche, el británico demostró en su palacio que aún tiene cuerda para rato y que el suyo es un conciertazo, aunque el hipódromo se le quedase grande. Hoy el turno es para Lenny Kravitz. Y el listón le ha quedado alto.

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