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La aeronave híbrida MV 22 Osprey se detiene en el aire, sobre el agua de la playa de San Lorenzo.
El cielo se llenó de rugidos

El cielo se llenó de rugidos

El avión híbrido Osprey, los Harrier, el Eurofighter y la Patrulla Águila fueron las aeronaves más aclamadas por el público

DANI BUSTO

Lunes, 27 de julio 2015, 01:14

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Rugió el cielo gijonés. Una veintena de aeronaves dominaron ayer las alturas, sobre las cabezas de 240.000 mil de espectadores, en la playa de San Lorenzo y sus alrededores. La décima edición del Festival Aéreo causó, de nuevo, asombro y admiración entre sus muchos seguidores (30.000 menos que en la edición del año pasado, según los datos del Ayuntamiento). Sobre todo, la gran novedad del evento: el convertiplano MV 22 Osprey, un híbrido entre avión y helicóptero, capaz de alcanzar los 463 kilómetros por hora a nivel del mar. Llamativo fue también el C16 Eurofighter, un moderno avión de combate que regresó este año al programa del Festival. Tampoco faltaron los habituales cazas AV 8 Harrier II Plus y la siempre sorprendente y ya clásica Patrulla Águila, que se encargó de poner el colofón final con su amplio repertorio de piruetas.

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Pero antes, como aperitivo a un festival que se prolongó durante cerca de dos horas y media, se lucieron algunos vehículos de aviación ultraligera y general, como avionetas de ocio y turismo. Después tomaron partido los 'pesos pesados'. Esta edición contó con una mezcla de aeronaves míticas que tuvieron protagonismo en diversos conflictos bélicos, helicópteros de rescate y emergencias, y varios modelos de modernos aviones de combate.

Entre los clásicos se encontraba el Cessna L19 'Bird Dog', una aeronave estadounidense de 1949. Muy llamativo, y de contraste histórico, fue también el vuelo conjunto que realizaron los pilotos del Bücker 131 -usado por las fuerzas aéreas alemanas en la II Guerra Mundial- y de las ligeras avionetas de reconocimiento Piper L4 -pertenecientes al ejército aliado y que participaron en ese mismo conflicto bélico-.

Históricos, y de película, fueron los vuelos del P51 Mustang y del P40 Warhawk, clásicos de los años 40 y 50. El primero de ellos, conocido como el 'Cadillac del cielo', apareció en films como 'El Imperio del Sol', y el segundo, en 'Pearl Harbor'. Cerró la exhibición de clásicos el DC3 Air France, elegido por los aficionados para que estuviese presente en este certamen.

La versatilidad de los helicópteros sorprendió al público presente. El Helimer 139 realizó un simulacro de rescate de emergencia sobre las aguas de San Lorenzo. Por su parte, de velocidad y agilidad presumió el Eurocopter de los Bomberos de Asturias. Solo estuvo presente el modelo EC 135, ya que el B12, previsto en el programa, se encontraba en esos instantes interviniendo en una operación real.

El ruido, el estruendo, lo pusieron primero los dos Harrier. A muchos de los aficionados, despistados o comentando los detalles de los aviones anteriores, no les dio ni tiempo a verlos llegar. Atravesaron la bahía gijonesa a gran velocidad, para dar media vuelta y mostrar su capacidad de permanecer inmóviles sobre el aire. Unos modelos que acapararon por igual la atención de niños y adultos. También el Osprey, capaz de rotar su hélices para convertirse de helicóptero a avión, y viceversa, fue de los aeroplanos más aplaudidos.

En torno a las dos de la tarde, llegaron los modelos más esperados. Primero el Eurofighter Typhoon. Capaz de alcanzar los 2.450 kilómetros por hora -más del doble de la velocidad del sonido-, pero que, por precaución y para evitar romper gafas y cristales, limitó su velocidad, sin que por ello desluciera su variedad maniobras. Después, como regalo sorpresa para los espectadores, este avión de combate acompañó a la Patrulla Águila en su llegada a San Lorenzo. Estos siete C 101 del Ejército del Aire, que cumplen su 30 aniversario, desplegaron todo su repertorio de formaciones en el aire -separados por unos escasos dos metros-, cruces y cabriolas.

La nota curiosa de la jornada la puso el avión de pasajeros de la línea regular Vueling que, en torno a las 14.30 horas, cruzó a baja altura por la bahía gijonesa instantes después de la finalización del certamen. También él quiso ser parte de la exhibición.

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