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Urgente «Cuando llegué abajo y vi las llamas, se me vino el mundo encima»
Edificio que albergará la futura residencia de la Asociación Gijonesa de Caridad en los antiguos terrenos de la Pecuaria de Somió.
Las obras de la residencia de la Cocina Económica en Somió, en su recta final

Las obras de la residencia de la Cocina Económica en Somió, en su recta final

La entidad benéfica prevé que los trabajos concluyan en octubre y espera poder abrir sus puertas a finales de año

IVÁN VILLAR

Martes, 1 de septiembre 2015, 00:22

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Casi nueve años y medio después de su muerte, la Asociación Gijonesa de Caridad está a punto de cumplir la última voluntad de Luis Bango Escacho, quien legó todos sus bienes a esta entidad benéfica con la intención de que construyera una residencia de ancianos. Las obras en la parcela que ocupó la antigua Pecuaria de Somió avanzan a buen ritmo y el edificio muestra ya una imagen exterior muy similar a la que tendrá cuando abra sus puertas. El presidente de la Asociación Gijonesa de Caridad, Luis Torres, cifra en un 85% el estado de ejecución del inmueble y prevé que los trabajos concluyan a finales de septiembre o en octubre. No obstante, habrá que esperar algo más para que empiece a recibir residentes. «Quizás no podamos hasta finales de año», señaló. La fecha de apertura estará condicionada por el ritmo de tramitación que sigan las oportunas autorizaciones, que la entidad negocia ya con el Principado. «Ahora mismo estamos pendientes de que nos confirmen la ratio de personal que va a necesitar la residencia», explicó Torres. El centro, cuya construcción corre a cargo de Geinco bajo la dirección técnica de los arquitectos Miguel Rubio e Izaskun Bilbao, dispondrá de 62 plazas destinadas a personas mayores que no tengan capacidad para costear su ingreso en otro geriátrico. La obra tiene un coste aproximado de cuatro millones de euros, que la centenaria organización podrá pagar gracias a la parte de la herencia de Bango a la que ya ha podido acceder.

Luis Bango, vecino de Jove durante la mayor parte de su vida, murió soltero y no dejó familia directa más allá de sus primos. Hijo de Álvaro Bango, que hiciera fortuna en América a principios del siglo XX, se convirtió en único heredero de una fortuna millonaria al fallecer durante la Guerra Civil su padre y sus dos hermanos. Junto a su madre se trasladó a vivir en la casa conocida como Quinta Bango -hoy convertida en tanatorio-, que hasta entonces había sido su residencia de verano y que solo abandonaría cinco años antes de su muerte. Falleció el 9 de mayo de 2006, dejando en herencia todos sus bienes a la Asociación Gijonesa de Caridad. Puso, no obstante, una condición: que se usaran para la puesta en marcha de una residencia para ancianos «españoles y no drogadictos». La entidad benéfica manifestó desde el principio su disposición a cumplir el deseo de su benefactor, aunque evitando en lo posible el requisito referente al tipo de usuarios del centro al considerarlo excluyente. Recordaron en este sentido que el Código Civil permite considerar «por no puestas las condiciones imposibles y las contrarias a las leyes o a las buenas costumbres», sin que el heredero o legatario pierda ningún derecho por su incumplimiento.

Aceptada la última voluntad de Bango, se empezó a trabajar en dos frentes. Por un lado, en la búsqueda de terrenos para la residencia. Por otro, en la localización de todos los bienes que se consideraban heredados para poder costear su construcción. La búsqueda llevó hasta Suiza, donde tras varias gestiones fue imposible desbloquear 16 millones de euros que estaban siendo gestionados por la Fundación Fraternité, con sede en Liechtenstein. Este contratiempo obligó a redimensionar el proyecto, pasando de las tres plantas y 122 plazas previstas inicialmente a dos plantas con espacio para 62 residentes. Sí se pudieron recuperar otros nueve millones de euros, suficientes para construir lo que se considera una primera fase de la residencia -la Asociación Gijonesa de Caridad no descarta su futura ampliación si finalmente logra acceder al resto del dinero- y para absorber las pérdidas de explotación previstas para los primeros siete u ocho años de actividad.

Elección del terreno

En lo que respecta a los terrenos, como primera opción el Ayuntamiento ofreció a la entidad benéfica una permuta para que la residencia se levantara en los antiguos terrenos de Crady. La Cocina Económica, no obstante, rechazó esta propuesta al entender que la parcela municipal que le ofrecían era insuficiente para albergar un equipamiento de las dimensiones que se pretendía. Finalmente se optó por la parcela de la antigua Pecuaria de Somió, que previa subasta pública fue vendida en 2010 a la entidad benéfica por 1,9 millones de euros. El siguiente paso fue la convocatoria de un concurso de ideas para diseñar el equipamiento, en el que se impuso la propuesta presentada por Izaskun Bilbao y Miguel Rubio bajo el título de 'Fronda'.

Tras más de un año de espera por la licencia de obras, que llevó incluso a la Asociación Gijonesa de Caridad a lanzar un ultimátum en el que amenazaba con levantar la residencia fuera de Gijón, en marzo de 2014 comenzaron al fin los trabajos, que encaran ya su recta final.

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