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El profesor Hugh W. Pritchard, del Royal Botanic Gardens (Reino Unido), en el Jardín Botánico.
Semillas contra el cambio climático

Semillas contra el cambio climático

El investigador del Royal Botanic Gardens (Reino Unido) busca las claves para restaurar a gran escala los terrenos más degradados

MARCO MENÉNDEZ

Sábado, 12 de septiembre 2015, 00:39

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Que las plantas están siendo una de las primeras perjudicadas por los efectos del cambio climático no es un secreto para nadie, pero lo que mucha gente desconoce es que se está trabajando para encontrar las mejores técnicas que permitan desarrollar semillas de hasta 150 especies plantas que se puedan producir a gran escala para repoblar grandes áreas degradadas en todo el mundo. Encabeza estas investigaciones el profesor Hugh W. Pritchard, investigador del Departamento de Biología Comparada de Plantas del Royal Botanic Gardens, en Kew (Reino Unido). Esta semana se encuentra en Asturias, colaborando en este proyecto con el Jardín Botánico Atlántico de Gijón. Tras tres días de trabajo de campo en los Picos de Europa, ahora toca el análisis de los datos en las instalaciones gijonesas.

Participan en este proyecto europeo siete socios y once estudiantes de doctorado, a los que se sumará otro investigador experimentado. El profesor Hugh W. Pritchard explicó a EL COMERCIO que «nuestro trabajo está dividido en tres áreas. Por un lado, estudiar la calidad de las semillas en el campo, para saber cuándo y cómo están en el momento idóneo para germinar. El segundo campo es la genética y la fisiología de las semillas recogidas, unas 150, de diferentes zonas de Europa. Y el tercer aspecto es su producción, trabajando junto a la industria».

El objetivo es que Europa siga los pasos de Estados Unidos y Australia, que desde hace tiempo han desarrollado una importante industria de semillas dedicada a la restauración de terrenos, fundamentalmente los afectados por la minería a cielo abierto. Pero el Viejo Continente también quiere afrontar de esta manera los efectos nocivos del cambio climático.

«Las industrias tienen que utilizar la información aportada por los científicos y estar seguros de que va a ser útil. Hay que saber cómo responde exactamente cada especie en la naturaleza, para poder aplicarlo en las industrias. También es muy importante saber cómo almacenarlas», explica Hugh W. Pritchard.

Por tanto, la transferencia de información es fundamental en este proceso. Esta industria europea aún es muy pequeña, por lo que es fundamental su desarrollo. «Todos los científicos estamos involucrados también en hacer llegar este mensaje al público general. Hemos de maximizar la divulgación, desde los gobernantes hasta los niños de las escuelas», apunta este experto.

Parten de un hecho positivo, como es que «la población, por lo general, está concienciada sobre el cambio climático y las especies amenazadas», pero hay que llegar a los gobiernos, que «se dan cuenta de la importancia por los servicios ecosistémicos que aportan valor, como la generación de agua, fijar nitrógeno, etcétera», dice Pritchard.

El Jardín Botánico Atlántico de Gijón también podrá aplicar en la región estos conocimientos. El investigador Álvaro Bueno explica que «en Asturias hay mucha necesidad de restauración y no hay semillas. Los principales problemas que tenemos son la minería a cielo abierto, las estaciones de esquí y los taludes de las carreteras, donde aparecen plantas que no son autóctonas. Por eso, estamos aprendiendo a cultivar semillas silvestres».

Pero han detectado otro problema, como es el efecto del cambio climático en la alta montaña, que dificulta que las plantas se puedan regenerar. Por eso, «la clave es desarrollar técnicas que nos sirvan en terrenos a gran escala».

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