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Economista con alma de médico

Economista con alma de médico

Gerente del Hospital de Jove desde 1994, dejará el cargo el 8 de enero para jubilarse. Dice que se va «con buen sabor de boca»

Laura Fonseca

Domingo, 20 de diciembre 2015, 03:26

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Muchos creen que José Luis San Miguel es médico. Sus inseparables gafas de pasta y ese halo reverencial y tranquilo a lo Ramón y Cajal lo sitúan tal vez más cerca del bisturí que de los números. También alimenta esa falsa creencia el hecho de que fuera gerente del Hospital de Jove durante dos décadas ininterrumpidas. Pero lo cierto es que José Luis San Miguel Cela (Teruel, 1948) es economista. Con amplios conocimientos de medicina por aquello de haber dirigido durante 22 años un hospital concertado, además de otros cuatro en el antiguo Hospital General de Oviedo, pero economista al fin y al cabo. Y gestor, muy gestor. Tanto, que llegó a despertar la envidia (sana y de la otra) de más de un consejero de Sanidad y también de Hacienda ante su habilidad para cuadrar las cuentas, incluso cuando éstas eran paupérrimas, para garantizar el funcionamiento de un centro sanitario como el de Jove que atiende a pacientes de la sanidad pública de la zona Oeste de Gijón, además de Villaviciosa y Carreño.

San Miguel, que se considera «un chaval que salió de Cangas del Narcea porque lo de nacer en Teruel fue una casualidad vital», compartía decanato hasta no hace mucho con Carlos Prieto, el que fuera hasta 2012 gerente del Hospital de Cruz Roja y que estuvo 20 años en el cargo. Pero el chaval cangués superó al maestro. San Miguel se marchará el próximo 8 de enero dejando tras de sí 22 años gerenciando. Es algo así como el Ferguson (el mítico entrenador del Manchester United) de los gerentes hospitalarios del país, un título que le produce cierta gracia y que se afana por llevar con muchísima discreción. Con la trayectoria de San Miguel, que arribó a Gijón en marzo de 1994, Jove cumple con una tradición de direcciones casi vitalicias. Su antecesora y quien le dio el testigo fue otra figura de la sanidad asturiana: Zenaida Álvarez, quien pasó 25 años en el hospital concertado, 14 como administradora general. A Zenaida, al igual que a San Miguel, fue también la jubilación la que la alejó del hospital.

El decano junto a Carlos Prieto

Dos décadas llevando las riendas de un centro sanitario dan para mucho. A San Miguel le permitió festejar en 2004 el bicentenario del Hospital de Jove y disfrutar de la Medalla de Oro que que ese mismo año le concedió el Ayuntamiento de Gijón. Dice este guitarrista en la intimidad y amante de la navegación y la fotografía que se va «porque me apetece» y que lo hace «con buen sabor de boca». Es consciente de que ha pisado «muchos callos, algo propio cuando te toca gestionar porque no puedes contentar a todo el mundo».

San Miguel deja un hospital saneado y con una importante proyección de futuro a través del plan de ampliación presupuestado en 8 millones de euros. No fue fácil, pues tuvo que afrontar más de una huelga por parte de la plantilla que demandaba mejoras salariales y laborales, y hacer equilibrios milagrosos tras los recortes financieros decretados por el Principado en los últimos seis años. Pero, a pesar de las dificultades, Jove logró afianzarse con pie firme y personalidad propia en el mapa sanitario gijonés. Lo consiguió pese a ser un centro de carácter concertado y tras abandonar una larga trayectoria ligada a la beneficencia.

Durante su mandato, San Miguel consiguió llevar a su terreno prestaciones que tenían muchos novios en la sanidad pública. Una de ellas fue la Unidad de Oncología Radioterápica, inaugurada en septiembre de 2006, tras una intensa polémica vecinal que exigía un servicio en la ciudad y una no menos profusa campaña contraria desde ámbitos del HUCA, que veían cómo un servicio hasta ese momento único en Asturias se desgajaba.

El mejor valorado

Si de algo está orgulloso el gerente saliente es del «sentido de pertenencia» que tienen tanto los trabajadores como los pacientes de Jove. Asegura que no es un logro suyo, sino «de todos, de la ciudad», y también de quienes le antecedieron en el cargo. El hospital atravesó tiempos revueltos y se llegó a temer por su supervivencia. Pero Jove sobrevivió y logró incluso convertirse en el hospital mejor valorado por los enfermos, situándose por encima de muchos de sus homólogos estrictamente públicos, algo que levantó más de una ampolla entre los gestores del Sespa. El testigo de San Miguel pasa a Laura García Díaz, la hasta ahora directora de Gestión. Será a ella a la que le tocará llevar a cabo el plan de ampliación que dotará al hospital de otro edificio de consultas. Un legado que el chaval de Cangas deja orgulloso y sin necesidad de medallas. Deseando marchar sin que nadie se entere. «Como cuando llegué».

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