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Un grupo de fieles, tras una misa celebrada en la ermita.
A La Providencia como terapia

A La Providencia como terapia

El enfermero Javier González se doctora con una tesis sobre la cultura de la salud en la ermita

Elena Rodríguez

Sábado, 16 de enero 2016, 02:27

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En los últimos cuatro años, Javier González Requejo (Oviedo, 1975) ha analizado los 250.000 textos recogidos en las 150 libretas de la ermita de La Providencia. Son peticiones (algunas incluso en alemán y chino) que, entre 1987 y 2014, creyentes y hasta ateos realizaron a la Virgen y a los santos para curarse de una enfermedad, prevenir otras o sanar de operaciones próximas. También ha examinado 800 exvotos, objetos depositados en las paredes a modo de ofrenda, que incluyen chupetes, baberos, reproducciones de cera de piernas o brazos y hasta una prótesis de mama. Todo este material y documentación, así como entrevistas a las personas que frecuentan la capilla, le ha servido para realizar su tesis, titulada 'Cultura de la salud en la ermita de la Providencia de Gijón', que leyó ayer y que obtuvo la calificación de sobresaliente. Requejo -licenciado en Antropología Social y Cultural y en Enfermería, y que ahora trabaja en el HUCA- coincidió con su profesora María Carmen Chamizo Vega en un congreso y ella, asidua a la ermita de La Providencia, le propuso hacer esta tesis. De hecho, ha sido su directora de investigación.

Las conclusiones a las que ha llegado -gracias al acceso de documentos facilitado por la Fundación Dionisio Cifuentes- son una veintena. Entre las más relevantes está que las personas entrevistadas siguen teniendo como referente de salud a los médicos, pero el recurso religioso también está vigente en su terapia. «El ritual de la promesa y el exvoto actúan como mediadores curativos, bien directamente a través de un ser superior que obra la curación, bien indirectamente, actuando sobre la medicina científica e interviniendo en las conductas y pensamientos de sus profesionales. Son dos caminos (el simbólico y el científico técnico) y dos conceptos (religión y medicina) que, lejos de excluirse, son complementarios en la búsqueda de la salud integral», afirma el nuevo doctor. Asimismo, revela que las promesas «suelen promover la autorreflexión sobre las conductas y hábitos y reforzar los cambios sobre éstas», y que «el bienestar espiritual supone un estímulo que puede contribuir a adaptarse al cambio en esa transición de estados de salud».

Todas las edades

Según Javier Requejo, las personas que acuden a la ermita son de lo más heterogéneo: «Desde niños recien nacidos a los que llevan sus padres, hasta mayores de 100 años, creyentes y no creyentes». Acuden, sobre todo, «en periodos de cambios de estado, ya sean sociales o vitales, como nacimientos, matrimonios, la aparición de enfermedades o la muerte». Y entienden la salud como un «equilibrio entre componentes biológicos, psicológicos, sociales y espirituales, un concepto más real que el establecido por la Organización Mundial de la Salud (OMS), más utópico».

Para el joven, «la religión popular, las creencias de cada uno, siguen estando vigentes. En la ermita, asegura «se sigue utilizando un modelo mágico-religioso basado en la creencia de que seres sobrenaturales poseen un poder suficiente para interrumpir el curso de cualquier enfermedad, algo que lleva aparejado un ritual de invocación con un exvoto o sacrificio personal». Requejo -que en su tesis ha llegado a entrevistar a una niña de Ponferrada curada milagrosamente en 1944- dice que entre lo más curioso que encontró fue una nota en 2014 pidiendo: 'Protégenos del ébola', «lo que demuestra la psicosis que creó la llegada de la enfermedad a España».

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