Borrar

Un suelo que absorbe los impactos e impulsa al corredor

El tartán, que pasó de ser un nombre comercial a identificar a todo tipo de pista sintética, se usó por primera vez en los Juegos de México de 1968

I. V.

Domingo, 1 de mayo 2016, 00:48

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Aunque hoy se ha convertido en un nombre genérico para definir cualquier tipo de pista sintética de atletismo, en sus orígenes Tartan fue una marca comercial registrada por la compañía 3M, primer fabricante que utilizó una superficie de poliuretano en este tipo de instalaciones. Las primeras pistas de atletismo basadas en este material se instalaron a mediados de los años 60 en las universidades punteras de los Estados Unidos, donde pronto se empezaron a ver sus ventajas. Se trataba de una superficie uniforme, que garantizaba su uso con independencia de las condiciones meteorológicas y que además facilitaba la obtención de mejores tiempos en las carreras.

LAS CLAVES DEL TARTÁN

  • Meteorología.

  • Este tipo de superficies sintéticas facilitan su uso independientemente de las condiciones del tiempo.

  • Amortiguación.

  • Su composición reduce el impacto de la pisada al contacto con el suelo y crea un efecto rebote que impulsa de nuevo al corredor.

  • Uniformidad.

  • Toda la pista mantiene un perfil regular, a diferencia de lo que ocurre con la tierra.

  • Composición.

  • Sobre una base dura, de asfalto u hormigón, se suceden capas de SBR (caucho estireno-butadieno) y poliuretano, y un granulado de EPDM (Etileno Propileno Dieno tipo Monomero).

  • Historia.

  • La compañía 3M comercializó bajo este nombre el material con el que se hizo la pista de los Juegos Olímpicos de 1968.

El tartán no tardó en debutar en los Juegos Olímpicos. Fue en 1968, cuando la cita deportiva tenía como escenario la Ciudad de México. El lugar donde se dio a conocer a escala mundial no es baladí, pues tuvo influencia en la adopción de la estética que, aún hoy, se mantiene en la mayoría de las pistas de atletismo. La superficie teñida de rojo que 3M instaló en el Estadio Olímpico Universitario, junto a las líneas blancas que separaban las calles y el césped verde del interior, hacían que el terreno de competición imitara los colores de la bandera mexicana. Medio siglo después, el tartán está presente en todas las grandes citas deportivas a nivel nacional e internacional, si bien se han multiplicado el número de fabricantes y la variedad de los materiales, que suelen elegirse en función del uso de la instalación -no es lo mismo una pista para entrenamientos que para competición, y la Federación Internacional de Atletismo (IAAF) regula además los requisitos que debe cumplir cada superficie en función de los campeonatos oficiales que pretende albergar-, de la climatología de su emplazamiento -hay compuestos más o menos porosos, según el régimen previsto de lluvias- e incluso de la inversión prevista, con precios muy variables.

La composición habitual consta de una base dura de asfalto u hormigón, que es lo que garantiza la firmeza y uniformidad de la pista. Sobre esa primera capa se suceden otras de materiales como el SBR o el poliuretano. Finalmente, en la superficie se vierte un granulado de EPDM y poliuretano, con el característico color rojo. Las características elásticas de este compuesto ayudan a amortiguar el impacto de la pisada y crean un efecto rebote que impulsa de nuevo la pierna del corredor. Entre los inconvenientes que aprecian los especialistas es que este empuje, a la larga, puede dañar las articulaciones. Además la continuidad de la pista puede crear, frente a la opción de la tierra, una excesiva sensación de monotonía.

Desde el punto de vista técnico, se advierte del riesgo de deterioro y vandalismo en un lugar tan frecuentado y expuesto como es el 'Kilometrín'.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios