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Aida Artime -segunda por la izquierda- y Sergio Álvarez -en el centro- posan con miembros de la junta directiva y comisiones de trabajo en la sede de la asociación de vecinos Gigia de Cimavilla.
Sergio Álvarez asume  la presidencia de Gigia con una llamada a la participación

Sergio Álvarez asume la presidencia de Gigia con una llamada a la participación

«Cimavilla nunca estuvo tan abandonado», critica tras encabezar una junta directiva que aúna la veteranía de Aida Artime y la energía de los jóvenes

LUCÍA RAMOS

Sábado, 28 de mayo 2016, 02:40

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Hace años que el barrio alto dejó de ser un lugar al que los jóvenes solo acudían al caer el sol para divertirse en sus múltiples locales hosteleros. Ahora se quedan a vivir y compartir las estrechas y empinadas callejuelas con las viejas pescaderas y los míticos personajes que antaño le dieron vida al casco antiguo. Era cuestión de tiempo que esta nueva hornada de parroquianos se dejase ver por la asociación vecinal Gigia y lo han hecho por todo lo alto, pues esta presume, desde ayer por la tarde, de nuevo presidente: Sergio Álvarez, de 33 años.

Vinculado a la asociación vecinal desde hace relativamente poco tiempo, Sergio releva en el cargo a Aida Artime, quien lo ejerció durante los últimos doce años. Ella no podía estar más contenta, pues llevaba tiempo barruntando la posibilidad de retirarse de un puesto «esclavo» para poder disfrutar de su jubilación cuando la llegada de numerosos jóvenes a la entidad le garantizó que ésta quedaría en buenas manos. «Tienen muchas ganas de tirar por el barrio y eso es lo que nos hace falta ahora», reconocía hace unos días a EL COMERCIO. Quien es ya una veterana del movimiento vecinal y asociativo de la ciudad no se irá muy lejos, pues forma parte de la nueva directiva, que completan Pilar Suárez, Tania Salgado, Isabel Álvarez, Luis Rivera, Sergio Fernández, José Francisco Prendes, María José García, Belén García, Joaquín Blanco y María del Carmen Lete. Experiencia y nuevas energías a partes iguales.

El primer reto que se ha propuesto la nueva junta directiva, en la que los cargos -a excepción del de presidente- todavía no se repartieron y que, recalcan sus miembros, es un equipo en el que todos son iguales, es fomentar una mayor participación en la asociación por parte de los habitantes de Cimavilla. «Últimamente los vecinos no estaban demasiado volcados en la entidad, por lo que su participación en la toma de decisiones y en las actividades era algo baja, y vamos a cambiarlo, pues esto suponer un problema a la hora de desarrollar propuestas y hacer reivindicaciones», explicaba ayer Sergio Álvarez.

Un barrio más accesible

El programa de actuaciones, agregó, no está cerrado, pero los nuevos dirigentes sí tienen claro que una de las medidas a implementar es la creación de comisiones de trabajo que se encarguen de las diferentes áreas en las que actúe la asociación, como infancia, personas mayores y urbanismo, entre otras muchas. «Es una forma de asegurar el poder hacernos cargo de todo de forma eficiente, pues si fuéramos las mismas personas las que nos dedicásemos a todo sería imposible», explicó el nuevo presidente. Estas comisiones estarán abiertas a todos los vecinos, apuntó, y se refirió también a la posibilidad de involucrar a otros agentes del barrio como la Comisión de Festejos, las asociaciones de madres y padres de los centros escolares o los hosteleros.

Otro de los problemas que no se le escapa a nadie, sea o no vecino del barrio de pescadores, es el mal estado en que se encuentran sus calles y edificios. «Cimavilla nunca estuvo tan abandonado desde su remodelación y la situación llega incluso a ser peligrosa, pues los baches y agujeros de las aceras pueden provocar caídas y accidentes», advirtió Álvarez. La situación hace tiempo que está en el Consejo de Distrito y se mostró confiado en que la propuesta de mejora se apruebe y se lleve a cabo. «Presionaremos para que así sea».

La nueva junta directiva también pretende exigir una mejora en la accesibilidad. «La estrechez de las aceras obliga a sillas de ruedas, carricoches y carros de la compra a circular por la calzada, que tampoco es muy cómoda al estar compuesta de adoquines. No deja de ser curioso cómo en otras ciudades los cascos históricos están hechos para los peatones mientras que aquí les ponemos trabas, como ya nos indicaron numerosos turistas», señaló el presidente.

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