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E. C.
Domingo, 5 de junio 2016, 03:13
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La Escuela de Música Viva Tchaikovsky celebró ayer su vigésimo aniversario de vida en Gijón y lo hizo cantando, es decir, con una demostración práctica de lo que aprenden sus alumnos. Eligió, además, un marco incomparable, el Museo Evaristo Valle, que completó el aforo previsto para el concierto.
Hubo tiempo para los tres grados: infantil, elementall y profesional, de las enseñanzas impartidas por esta escuela que tiene origen en el grupo Los Virtuosos de Moscú y que dirige Natalia Mazoun.
A lo largo de sus ya dos décadas de existencia, la Escuela de Música Viva Tchaikovsky ha formado a cientos de músicos y experimenta una evolución de desarrollo que no solo afecta a las personas, sino también a los locales, ya que amplió su sede en el número 16 de la calle del Marqués de San Esteban con aulas en el Colegio de la Inmaculada.
Entre sus objetivos se encuentra, además de la formación, la divulgación del gusto musical para aprender a disfrutar plenamente de los sones.
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