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Aficionados contemplan los entrenamientos sobre la playa de San Lorenzo.
Festival desde el aire

Festival desde el aire

Una quincena de profesionales, militares y civiles, participan hoy en el XI Festival Aéreo de Gijón. Mantener la precaución y no improvisar son las reglas de oro que no pueden olvidar mientras surcan los cielos

Jessica M. Puga

Domingo, 24 de julio 2016, 08:34

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Rubén Lemus lleva diez años volando y hoy lo hará por vez primera sobre Gijón. Él es uno de la quincena de pilotos que surcarán el cielo con motivo de la XI edición del Festival Aéreo, que desde mediodía captará las miradas de cuanto público esté en el arenal de San Lorenzo y sus inmediaciones. No en vano el desfile aéreo gijonés es una de las citas más concurridas del verano asturiano, en la que, si el buen tiempo acompaña, al turismo de sol y playa se le suma el de los apasionados de los aviones.

En este festival, la banda sonora la marcan el ruido de los motores y las ovaciones que se llevan las maniobras que realizan los pilotos participantes, civiles y militares. Rubén Lemus pertenece a este segundo grupo. Es capitán y lleva dos años destinado en la base de Talavera la Real (Badajoz), en la unidad Ala 23, desde donde el viernes emprendió camino a Asturias para ponerse hoy a los mandos de un Northrop F-5, un caza aún en servicio en España. «Se trata de una nave de velocidad supersónica que alcanza los 1.300 kilómetros por hora, aunque la limitación de la demostración nos hará pilotar por debajo de esta marca, a 700 u 800 kilómetros por hora», explica el capitán. «Demostración» recalca, «que no es lo mismo que exhibición» y matiza: «Las patrullas acrobáticas son las responsables de esto último, nosotros estamos solo autorizados a mostrar lo que hacemos en nuestro día a día».

El Northrop F-5 es un avión relativamente viejo, de los años 80, que ha sido sometido a varias modernizaciones en términos estructurales, de cabina y software. Este modelo es el que usan actualmente los pilotos que eligen y tienen nota suficiente «que ahora rondará el 8,50 sobre 10», apunta Lemus para la especializarse en cazas en el último curso de formación en la academia militar. Entre las opciones figuran también transporte o helicópteros, si bien decantarse por los cazas supone recibir instrucción en el cuartel pacense. De este grupo, las últimas promociones le han tenido como profesor. Según el código no oficial, distendido y bromista del Ejército español, les identifica como los Patas Negras. «Claro, aquí tenemos el jamón de bellota, entonces se relaciona un poco con la cuna de los pilotos de caza, que suelen ser los números uno de las promociones», comenta entre risas el capitán Lemus, que hoy demostrará qué es capaz de hacer en el cielo de Gijón.

Las cerca de 1.600 horas de vuelo que lleva a los mandos de su aparato le avalan y le dan el «temple y la emoción» necesarias antes de despegar. La sensación que tienen los pilotos es única y las vistas, claro, privilegiadas. «Es algo muy difícil de explicar y que depende de la complejidad de la misión; a veces estás tan estresado que lo disfrutas menos, y otras lo gozas mucho a nivel anímico», apunta Lemus. En términos fisiológicos y centrándose en el esfuerzo que supone una cita de estas características, la gran precaución que deben tener los pilotos viene relacionada con las fuertes aceleraciones y constantes cambios de velocidad, que provocan que la sangre tienda a bajar. «Tienes que seguir el procedimiento y procurar que no baje de la cabeza y las extremidades superiores», apunta Rubén Lemus. Él, en concreto, deberá tener especial cuidado durante veinte minutos, el tiempo que estará sobrevolando territorio gijonés.

Junto con el cuidado personal, la precaución técnica y no improvisar son las dos reglas de oro que deben acatar los pilotos participantes. Para algo llevan días ensayando el espectáculo que verá el público presente en San Lorenzo. «Tenemos que mantener un mínimo de separación con la gente y nunca saltarnos el plan de vuelo preestablecido por el director», detalla. Una vez entendidas y asimiladas las normas, el primer paso es preparar la actuación. «Nosotros llevamos las medidas del arenal de San Lorenzo a plena llanura extremeña y ahí ensayamos», explica Rubén Lemus, que pasará de los 40 grados a la sombra registrados esta semana en Badajoz a los poco más de 20 que tendrá Gijón estos días. «Lo cierto es que este es una tarea intensa para el cuerpo; cuando salen los pilotos de Fórmula diciendo que han perdido no sé cuántos litros, es lo mismo que nos pasa a nosotros. No sé cuántos litros perdemos en cada vuelo, pero bastantes», apunta. Por eso de su viaje piensa aprovechar también el clima suave del Norte. «Agradecemos mucho una climatología favorable. Lo ideal es que no llueva, que haya el calor justo y que la altura mínima de nubes sea lo suficientemente alta como para que no suponga un impedimento», señala Rubén Lemus como la situación más favorable para su actuación. Aún así, convocatorias de este tipo tienen alicientes añadidos. Les compensa, dice, saber que hay tanto público, mayores, niños y familias enteras, mirando lo que hacen. «Cuando vuelas, los ves abajo. Tú estás a lo tuyo, siguiendo lo ensayado, concentrado y a mucha velocidad, por lo que no te puedes fijar en las caras porque sería una locura, pero sí les ves saludar y animar y les notas disfrutar con lo que tú y tus compañeros hacen», explica el piloto. Él, además de atender al público, viene con la idea de disfrutar de el paisaje que le brinda divisar la costa gijonesa desde el aire. «Yo, que nací en Madrid y vengo de la Extremadura profunda, pienso aprovechar para disfrutar del verde de los montes asturianos y de la proximidad del mar.

Dicho todo ello, el público que hoy esté presente en el festival aéreco, que conjuga clásicos con veloces cazas, sabrá que a los mandos del Northrop F-5 estará el capitán Rubén Lemus. Él, mientras tanto, estará surcando los aires, viéndolo todo desde el cielo.

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