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PALOMA LAMADRID
Sábado, 30 de julio 2016, 00:50
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Las medidas esbozadas el jueves en la Junta Local de Seguridad para evitar las grabaciones a menores en los centros municipales no supondrían un problema desde el punto de vista deportivo. Así lo aseguró ayer el vicepresidente de la Federación de Gimnasia del Principado de Asturias, Enrique Blanco, en alusión a la iniciativa de habilitar taquillas para guardar los dispositivos móviles. De llevarse a cabo, los usuarios no podrían acceder a las instalaciones públicas con este tipo de objetos electrónicos.
«No son imprescindibles, ya que solo los usan algunos entrenadores, pero no son importantes para la técnica», explicó. Además de directivo en el organismo autonómico, es entrenador en el Centro de Alto Rendimiento (CAR) de Langreo. Allí, los niños dejan los móviles en los vestuarios, «bajo llave, porque no deben danzar por el gimnasio con el teléfono». El motivo es que «grabando un ejercicio podría salir alguna persona que no quiere salir y la privacidad es importante», indicó Blanco. En caso de que usaran estos dispositivos los entrenadores, no habría problema, puesto que «tienen una responsabilidad con los clubes y es más fácil controlar este tema. Si todo queda en manos de técnicos y cada uno se responsabiliza, no lo veo tan complejo», añadió.
Intimidad
Si bien medidas como la de habilitar taquillas para dejar los móviles no suponen, a priori, un problema en el ámbito deportivo, sí pueden serlo en el jurídico. «Es un asunto muy delicado constitucionalmente porque puede atentar contrar el derecho a la intimidad», señaló el abogado penalista Javier Díaz Dapena. Asimismo, la prohibición de acceder a los espacios deportivos con los teléfonos podría vulnerar el derecho a la libertad de expresión. A su parecer, también habría trabas con el método de custodia de los dispositivos.
La única alternativa para que esta medida saliese adeltan sería que cada entidad la incluyese dentro de su reglamento de régimen interno. Aún así, Díaz Dapena recalcó que sería difícil que prosperara porque supone «una restricción» y, en este entid, «hay que ser muy escrupuloso con los derechos fundamentales». Así, cualquier ciudadano que impugnase esta limitación -en el caso de los centros públicos- podría conseguir su anulación. «No puedes tener un 'gran hermano' observando todo el día», concluyó.
De la misma opinión es el también letrado Ignacio Manso Platero, que consideró que esta cortapisa «puede entrar en conflicto con varios derechos». Aunque puede sumarse a la normativa de un club, «es muy complicado llevar a la práctica esta medida».
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