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Nueva rampa de carga y descarga de mercancía rodada, inversión de El Musel para la autopista del mar.
La UE condiciona su ayuda a la autopista del mar a su puesta en marcha en 2017

La UE condiciona su ayuda a la autopista del mar a su puesta en marcha en 2017

La subvención total sería de 1,08 millones y el acondicionamiento del barco deberá estar completado dentro de trece meses

NACHO PRIETO

Miércoles, 31 de agosto 2016, 00:42

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Si la autopista del mar entre Gijón y Saint Nazaire quiere contar con la ayuda concedida por Europa, por un importe total de 1,08 millones para armador, puertos y terminales implicadas, el barco tendrá que estar prestando servicio antes de que finalice 2017. La reunión que ayer celebraron en Bruselas representantes de la agencia europea que otorga las subvenciones con los responsables del proyecto permitió establecer un calendario de plazos máximos que, por lo tanto, pueden ser recortados, pero no ampliados.

En esas condiciones, Transportes Riva dispondrá todavía de trece meses, hasta el 30 de septiembre de 2016, para adquirir el barco y acondicionarlo. La ayuda prevista para ello es de 433.500 euros, un 40,15% de la inversión proyectada.

Antes, reuniones, revisiones y preparativos aparte, la única fecha significativa en el calendario aprobado es la construcción de la nueva rampa de embarque y desembarque de carga rodada de El Musel, el día 31 de octubre. Todo apunta a que se cumplirá con holgura, ya que la citada rampa -que nunca estuvo exclusivamente vinculada a la autopista del mar, aunque sin duda la facilita- se encuentra ya, conforme a lo publicado por EL COMERCIO, en fase de pruebas.

En una nota de prensa, la Autoridad Portuaria de Gijón calificó ayer de «éxito» la reunión y destacó que la Comisión Europea «ratificó una subvención de 1,08 millones de euros» para poner en marcha «un servicio eficiente, seguro y de alta calidad de autopista del mar», que «había sido solicitada por el consorcio formado por los puertos implicados, Transportes Riva y TERPOR -terminal privada que ya prestó el mismo servicio en El Musel mientras duró la conexión liderada por LDLines.

Pero entre la ayuda solicitada, 1,5 millones de euros, y la concedida, poco más de un millón, existe una diferencia que puede suponer un obstáculo importante. La naviera esperaba cerca de 700.000 euros y tiene asignados 433.500, y TERPOR, con una asignación de 233.700 euros para instalación de equipos de seguridad, así como para la incorporación de un moderno sistema de reservas y facturación, sólo ve financiado el 21,64% de la inversión prevista.

La ayuda al puerto de Nantes para completar el acceso a zonas restringidas de la terminal, así como para construir un nuevo acceso por carretera, es, por otra parte, más simbólico que real, no sólo por su cuantía, 75.000 euros, sino también por el porcentaje de la inversión que cubre, menos del 7%.

En ese contexto, los amplios plazos de incertidumbre y la escasa cuantía de las aportaciones comunitarias son menos concluyentes que el interés ratificado de todas las partes por el proyecto. Nadie renunció y el objetivo se mantiene, pero no es mucho lo avanzado ayer para alcanzarlo.

El calendario establecido, por otra parte, pone de manifiesto que la subvención prevista está condicionada a la reanudación efectiva del servicio, porque son pocas las actuaciones programadas antes de que se despejen las dudas sobre la adquisición de un barco. Quiere decirse que la contribución comunitaria al puerto de Gijón no es para la construcción de una rampa de embarque y desembarque de carga rodada que pueda dar servicio a otros barcos, sino para la instalación de un equipamiento directamente vinculado a la autopista del mar. No es, por supuesto, que la rampa solo pueda ser utilizada por la línea subvencionada, sino que la ayuda de 337.560 euros no se cobrará sin autopista del mar entre El Musel y Saint Nazaire, aunque la inversión esté ya hecha y sirva también para conectar Europa.

Paralelamente, el acuerdo alcanzado ayer para concretar en los próximos días la firma del correspondiente contrato no prevé penalización alguna si el proyecto no prospera. De esa forma, las buenas intenciones no garantizan nada y todo depende de que un naviero -en este caso, Rafael Riva parte con el apoyo de los gobiernos de España y Francia como único presentado a un singular y enigmático concurso convocado para detectar el interés que la línea provoca- se decida a realizar la inversión necesaria.

Todos coinciden, eso sí, en que la conexión es viable, pero precisará un impulso inicial, tal vez mayor que el previsto hasta ahora.

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