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Urgente «Cuando llegué abajo y vi las llamas, se me vino el mundo encima»

Los artistas señalan que la ley obliga a mantener las esculturas en condiciones

Critican el abandono actual e instan a educar a los niños sobre el arte público para atajar el vandalismo. Algunos sugieren videocámaras

ADRIÁN AUSÍN

Lunes, 10 de octubre 2016, 01:14

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El arte público debe cuidarse. Es un bien patrimonial y tenerlo en perfecto estado constituye una obligación legal. Es la opinión unánime de los artistas consultados ayer por EL COMERCIO acerca del estado del parque escultórico gijonés, donde este periódico ha constatado pintadas en nueve piezas y tres pedestales, amén de otras deficiencias como losetas cuarteadas, pilares oxidados, desconchones, malas hierbas y falta de placas.

Francisco Fresno, el primero en dar la voz de alarma hace una semana, destacaba ayer que la Ley de Propiedad Intelectual, en su artículo 14, 4º, refiere que «el autor puede exigir el respeto a la integridad de su obra pudiendo oponerse e impedir cualquier deformación, modificación, alteración o atentado contra ella que le sea perjudicial» (sic). Amparado en este derecho legal, el autor maliayo refiere cómo este mismo año consiguió que el Gobierno del Principado restaurase dos murales deteriorados de los que es autor situados en la planta baja del edificio de servicios múltiples de Oviedo. «Si no respetasen este precepto, ¿con qué autoridad podrían exigir el cumplimiento de otras normas?», se pregunta.

Fresno precisó que su obra 'Torre de la memoria' ha sufrido numerosos ataques en el parque de Moreda. Sin embargo, en otras ocasiones se actuaba con rapidez. Esta vez, dada la inoperancia durante un mes, fue cuando se decidió a elevar su queja. A su juicio, serían convenientes tres medidas muy concretas. La fundamental, un plan de mantenimiento serio y la disuasoria, instalar videocámaras de seguridad. «Si las hay en museos, en los edificios y en las carreteras, esto no es ni más ni menos importante», anotó. Y en tercer lugar, una medida de futuro: campañas en los colegios. «Falta educación en esta materia: en los centros escolares y los ámbitos municipales. A mi hija, en Irlanda, la policía le vació unas latas de cerveza porque no se podía beber alcohol en la playa. Aquí lo fomentan. Llega la Noche de los Fuegos y ya se da por hecho que al día siguiente la playa estará llena de basura».

¿Qué aprenden los escolares?

Manuel Arenas, autor de la obra quizá más dañada de todas, 'Monumento a la paz mundial', ahonda en este sentido. Su pieza del Lauredal es muy visitada por escolares, «pero se encuentran una escultura que se cae, con los pilares oxidados y llena de pintadas. ¿Qué aprenden con esa visita?», se pregunta por boca de su mujer, Susana Cuevas.

Este mismo año, refiere, remitió varias cartas al Ayuntamiento, a través de la web municipal, para reclamar una restauración de la pieza. «No recibimos respuesta», lamenta. «Y si no cuidamos el patrimonio urbano nos volveremos cada vez más bárbaros», barrunta. El escultor ovetense considera que las videocámaras «no estarían de más para pillar a los graciosos», una opinión que también comparten tanto Fernando Alba como Vicente Vázquez Canónico.

Alba cuenta cómo este método disuasorio ha funcionado de forma adecuada en Grado para proteger su escultura 'Memoria herida' en homenaje a las víctimas del franquismo, al haber sido 'respetada' hasta la fecha. El artista de Salas recuerda que el arte público «es patrimonio contemporáneo» y considera un deber preservarlo «como el primer día».

En su caso, sus 'Sombras de luz' del Muro, objeto de pintadas tiempo atrás, precisa que requerirían algún mantenimiento, como cubrir las cartelas sobre las que se asienta aportando un poco de tierra, sembrar hierba, reponer alguna luminaria y sanear óxidos. Sin embargo, matiza que le da cierto rubor llamar a la Fundación Municipal de Cultura para demandar estas atenciones.

Obras sin iluminación

Canónico recuerda que su obra 'Comunicación', situada en la divisoria entre Gijón y Villaviciosa, a un lado de la autopista, lleva mucho tiempo sin iluminación, a lo que se suma ahora el crecimiento de la vegetación del entorno. «Y una obra no es solo la pieza en sí, sino un conjunto de muchos factores», advierte. Tiene Canónico la percepción de que la apuesta escultórica de Gijón «ha dado un frenazo indudable en los últimos años, quizá porque económicamente no se puede o porque es más complicado el consenso», a lo que se suman ahora las deficiencias en el mantenimiento. «Indudablemente, hay un abandono», sentencia el gijonés quien, a sus 79 años, mira también a los escolares como objeto de atención prioritaria para preservar en el futuro el arte público.

Alejandro Mieres, a sus 89, se suma a estas reflexiones desde el prisma de la veteranía y el bagaje de su prestigiosa obra. «Hombre, deberían poner un poco más de atención. Limpiar no es muy costoso y al conservar las cosas como se debe se fomenta el respeto. Si empiezan a pintar y no se limpia, los gamberros se animan más, hasta que se lo cargan del todo», apunta el artista palentino, también favorable a las videocámaras.

«Un poco sí me cabrea»

En el 'Cantu los díes fuxíos' del Cervigón hay un poco de todo: pintadas, un plato de mármol ausente desde hace años y restos de botellón. Adolfo Manzano tiene lecturas diferentes, «sentimientos encontrados», dice. Considera que una escultura es patrimonio y, como tal, «debe conservarse adecuadamente». Sin embargo, le cuesta condenar el grafiti en tanto que es «una expresión del momento». Lleva peor el artista quirosano el que su obra lleve años incompleta o que tenga vidrios rotos alrededor de la misma y, pese a su manifestación tolerante hacia la pintada, no deja de concluir su incomodidad: «Hombre, un poco sí me cabrea».

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