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Sonia Urrutia, la mujer que fue detenida por la agresión al párroco de Begoña, muestra su 'chupano' en el que asegura que le han pintado consignas proetarras.
El inframundo en unas naves de Gijón

El inframundo en unas naves de Gijón

Así son las precarias condiciones en las que viven una treintena de indigentes en el barrio de Laviada, entre escombros y basura en las ruinas fabriles que el Consistorio ha ordenado tapiar

MARCOS MORO

Martes, 11 de octubre 2016, 01:07

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Dentro de las naves abandonadas de las calles diario El Comercio y Luarca el hedor pútrido anima a la arcada e impregna ropa y calzado hasta horas después de salir de allí. En el interior de las ruinas fabriles de Laviada que el Ayuntamiento ha ordenado tapiar esta semana se abre un auténtico inframundo donde pintadas en las paredes delimitan las zonas que se pueden utilizar como baño y aquellas que son de uso común para los indigentes que tienen allí lo que ellos llaman su 'chupano'. Un 'chupano' no es otra cosa que un sitio entre escombros y basura donde alguien que no tiene nada se guarece de la intemperie y sueña con que tiene un lugar donde caerse muerto.

El problema de Laviada, y motivo de muchas tensiones entre los sin techo que frecuentan la zona, es que algunos hacen negocio con los espacios que van colonizando a escasos metros de servicios asistenciales como Calor y Café, la Oficina del Transeúnte y el ampliado Albergue Covadonga. Se cobra por poder tener un techo bajo el que dormir y también para otro tipo de prácticas, ya que los vecinos aseguran que allí también es habitual el ejercicio de la prostitución. Hay al menos una treintena de moradores pero realmente, según las ONGs que tratan con ellos, solo un reducido número son realmente conflictivos.

El bien más preciado dentro de estas naves son los candados. Con ellos algunos transeúntes pueden encontrar una cierta sensación de intimidad y decidir quién entra y quién sale.

El Ayuntamiento dio la pasada semana cinco días a los propietarios sobre los que pesaban con anterioridad órdenes de ejecución para cierre o demolición para frenar el acceso a los sin hogar que moran en ellas. Propietarios entre los que figuran conocidos promotores e incluso la Sareb ('el banco malo'). En caso de incumplimiento se les apercibe de multas coercitivas (1.500 euros) y de la ejecución subsidiaria por el Ayuntamiento a su costa. De hecho, al propietario de lo que queda de Vulcanizados Trancho (calle Luarca números 10-12) ya se le impuso una multa de dicha cuantía por no acatar lo ordenado.

En lo que en algún momento fue una oficina tiene su 'chupano' Sonia Urrutia Echevarría, de 37 años, la mujer que fue detenida el jueves por la presunta agresión al párroco de Begoña, Fidel Gil. Ella procede del norte de Navarra, del Batzán, y tiene detrás de sí una historia de sufrimiento y desamparo familiar que la ha traído hasta Gijón. «Soy euskalduna», dice orgullosa. Ella insiste en la versión de que el carmelita la vejó y agredió y que ella no hizo otra cosa que defenderse. También asegura que la Policía la provocó para que les agrediese llamándola «vasquita de mierda» y que tras su paso por los calabozos desapareció la medicación con la que necesita tratar su hiperactividad.

Desde el incidente que le hizo pasar por la Comisaría vive atemorizada y en continua compañía de un amigo tras la aparición de unas pintadas proetarras en su 'chupano' con las que no comulga. Una médico de Laviada le dio ayer gratis la rodillera ortopédica de cinco euros que la llevó el pasado jueves a pedir ayuda hasta el despacho del cura. «Voy a luchar por salir adelante y por defender mi verdad cuando llegue el momento del juicio», promete con una sonrisa enmarcada por dos imponentes ojos azules.

Hoy los vecinos de Laviada volverán a concentrarse por tercera semana consecutiva en el parque de Teodoro Cuesta para reclamar medidas que les hagan sentirse más seguros.

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