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El reasfaltado de la calle Covadonga comenzará en la segunda semana de noviembre

Arrieta confía en que la semipeatonalización de la Travesía del Convento perjudique «lo menos posible» la campaña comercial de Navidad

NACHO PRIETO

Sábado, 29 de octubre 2016, 13:07

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Con la Navidad a la vista, periodo en el que los comerciantes se muestran especialmente sensibles con cualquier circunstancia que pueda perjudicar a sus negocios, el Ayuntamiento prevé que todavía estará en marcha la semipeatonalización de la Travesía del Convento, que une las calles de Menéndez Valdés y Capua, ya que tiene un plazo de ejecución de tres meses y no dará tiempo a terminarla antes de las fiestas.

No obstante, el concejal responsable de obras y mantenimiento, Manuel Arrieta, confía en que sólo el tráfico rodado se vea afectado, mientras que el tránsito peatonal pueda estar para esas fechas prácticamente normalizado y la fase más molesta de la reforma, por el uso de martillos neumáticos y maquinaria ruidosa, ya concluida.

Donde no se espera perjuicio alguno es en el reasfaltado del tramo de la calle de Covadonga comprendido entre la plaza de Europa y el paseo de Begoña, que incluye el levantamiento de los adoquines en la parte del paseo abierta al tráfico desde la calle de Covadonga hasta la de Anselmo Cifuentes.

Si los trabajos no se complican por unas condiciones reiteradamente adversas y es posible conservar la base de hormigón en el tramo adoquinado, la reforma puede quedar hecha en quince días, indicó Arrieta, de manera que estará lista para las próximas navidades.

En este caso, el inicio de la obra está anunciado para la segunda semana de noviembre, en cuanto finalice la remodelación del camino de Los Nogales, en Somió, que fue contratado con la misma constructora y está a punto de finalizar, según dijo a este periódico Arrieta.

«Toda obra produce molestias -reconoció Arrieta-, pero hasta ahora no hemos recibido ninguna queja por las que tenemos en marcha y confío en que no haya motivo para que eso cambie. Lo que es muy difícil, por no decir imposible, es evitar coincidencia de las obras con algún tipo de campaña, porque cuando no es el verano son las rebajas y, si no, las Navidades, así que no siempre se puede contentar a todos».

Arrieta comprende que hay casos especialmente desgraciados, como el de la reforma de la calle de Aguado, en los que problemas económicos de la adjudicataria acaban paralizando los trabajos y agotando la paciencia de los vecinos, pero «es evidente que eso no podemos preverlo al efectuar la contratación, ni las consecuencias indeseadas e indeseables».

Además, el concejal explica que algunas veces las quejas comienzan el primer día y puso el levantamiento de la calle del Instituto, entre las de Munuza y Jovellanos, como ejemplo de ello, «a pesar de que se acabó sin agotar el plazo concedido.

Tensión relajada

Sobre las obras que reclaman los consejos de distrito, con amenaza explícita de boicot a los mismos por parte de las asociaciones vecinales si no son impulsadas, siguen sin producirse noticias favorables, pero la tensión se vio relajada por el compromiso municipal de hacer un balance en reuniones de esos consejos de distrito convocados para el mes de noviembre.

«Son reuniones que tienen como objetivo la presentación al movimiento vecinal del proyecto de presupuestos para el próximo año y será el momento de recabar la información oportuna», manifestó a EL COMERCIO Adrián Arias, presidente de la Federación de Asociaciones de Vecinos de la Zona Urbana de Gijón (FAV).

Arias no sólo no está conforme con las demoras, sino tampoco con la asignación para obras de esos órganos de participación ciudadana. «Hace seis u ocho años -indicó Adrián Arias-, cada uno de los seis distritos disponía de cerca de un millón de euros al año. Ahora son 333.000 euros y eso supone que no se puede abordar una obra importante, por la sencilla razón de que no da, así que sólo se pueden proponer pequeñas cosas». A modo de ejemplo, Arias citó que el asfaltado de la avenida de Juan Carlos I cuesta unos 400.000 euros».

Por otra parte, la FAV quiere evitar a toda costa que los llamados Presupuestos Participativos, que también tienen protagonismo vecinal, puedan llegar a vaciar de contenido el trabajo de los consejos de distrito, porque cada cauce tiene su propio presupuesto.

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