Borrar
Bar Cañaveral, en la parroquia de Monteana, del que es cliente habitual el padre del presunto parricida.
Monteana llora sin consuelo  a Marimí Fresno

Monteana llora sin consuelo a Marimí Fresno

«Cuando sucede algo así, no hay causas humanamente razonables que lo justifiquen», explica el psiquiatra Julio Bobes

PALOMA LAMADRID

Domingo, 4 de diciembre 2016, 01:18

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Rafael González presenciaba el viernes la partida de cartas de sus compañeros en silencio mientras tomaba un café. Testigo presencial del juego, pero probablemente con sus pensamientos en otro lugar. En el bar Cañaveral, en Monteana, nadie le hace preguntas para no molestarle. Sus vecinos saben que la tragedia que afronta este hombre es de una envergadura enorme, casi inhumana. Su vida y la de su familia se trastocó el pasado martes, cuando su hijo, Iván G. F., de 32 años, mató a su madre. Según el propio relato del presunto parricida, asfixió a María Milagros Fresno con sus propias manos. «Está destrozado», comenta una vecina que le conoce de toda la vida pues la familia está fuertemente arraigada en Monteana. Marimí vivía allí desde la infancia, cuando se mudó a los pisos de la antigua Ensidesa con sus padres. En este núcleo de la zona rural conoció a Rafael, también oriundo del mismo lugar.

LOS HECHOS

  • Crimen.

  • Marimí falleció, por asfixia, a manos de su hijo, Iván G. F., el pasado martes en su domicilio de Monteana.

  • Confesión.

  • El presunto parricida se desplazó a pie hasta la Comisaría de El Natahoyo para confesar que había matado a su madre.

  • Enfermedad mental.

  • «Sufro un trastorno psicosocial grave y no tengo capacidad de empatía con los demás ni siento nada», manifestó a los agentes.

  • Antecedentes.

  • Al parecer, no era el primer brote que sufría Iván. La última vez que estuvo ingresado en el área de Psiquiatría del Hospital de Jove fue en junio.

  • Prisión.

  • Permanece en el módulo de enfermería de la cárcel.

Construyeron una casa y formaron una familia con la llegada de sus tres hijos: Iván, Elsa y Lara. El mismo hogar en el que perdió la vida de la manera más trágica posible. Las hermanas del parricida apenas salen de la vivienda. Solo se las ha visto en el acto de celebración de la palabra de su madre, que tuvo lugar el jueves en el tanatorio de Jove. Nadie de su entorno se explica por qué Iván actuó de una manera semejante, ya que «la adoraba».

«Cuando sucede algo así, no hay causas humanamente razonables que justifiquen estas desgracias», apunta el presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría, Julio Bobes. No obstante, el doctor asegura que los enfermos mentales de este rango tienen un potencial de agresividad tres veces menor que el del resto de la población. Es normal que la sociedad no entienda el porqué de tan macabro crimen «porque solo se comprende desde el punto de vista psiquiátrico». El propio Iván manifestó en la confesión realizada en la Comisaría de El Natahoyo que padecía «un trastorno psicosocial» que le impide «tener empatía y sentimientos hacia los demás». De hecho, su último ingreso en el área de Psiquiatría del Hospital de Jove fue el pasado mes de junio, pero al parecer, los problemas mentales que sufre venían de mucho tiempo atrás.

Principios delirantes

Bobes explica que este tipo de enfermedades tienen que tratarse con fármacos que permitan controlar los brotes de los pacientes. En la mayoría de los casos, los problemas surgen cuando dejan de tomar la medicación. Entonces «aumenta la agresividad porque los argumentos de razonamiento y actuación lógica se sustituyen por principios delirantes o juicios basados en delirios». Indica Bobes que los dispositivos de atención a estos enfermos están dentro de cada área de salud, por lo que, en general, no hay inconveniente en que permanezcan en sus viviendas en lugar de estar ingresados en centros.

La principal dificultad con la que se encuentran los médicos es que «el individuo no tiene conciencia de que está enfermo». Y, por tanto, es habitual que abandone el tratamiento farmacológico. Iván ingresó en el módulo de enfermería de la cárcel asturiana el jueves. Fue examinado en el Palacio de Justicia por el gabinete psicológico y por dos médicos forenses, que consideraron oportuno ese destino para el acusado. Mientras tanto, el duelo sigue en Monteana. Los vecinos guardan un silencio respetuoso ante Rafael, que intenta recuperar algo de su rutina anterior con pequeñas acciones cotidianas, como tomar el café en el Cañaveral.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios