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Alejandro Díaz Castaño, en la Casa de la Palmera.
Las nuevas gafas para ver el FICX

Las nuevas gafas para ver el FICX

Alejandro Díaz Castaño es un tipo riguroso y afable con una mirada ecléctica sobre el cine. Ama tanto los clásicos como la vanguardia

M. F. ANTUÑA

Sábado, 18 de marzo 2017, 01:36

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Es un tipo tan riguroso en el trabajo como afable en el trato. Alejandro Díaz Castaño (gijonés nacido en Bimenes en 1979), el nuevo director del Festival Internacional de Cine de Gijón (FICX) en cuanto Divertia lo ratifique la semana entrante, ha elaborado su currículo cinéfilo, literario y profesional pasito a pasito, sin hacer ruido, sin prisa y sin pausa. Su amor al cine no tiene horario ni fecha en el calendario: siempre estuvo ahí y siempre quiso hacer de esa pasión algo más que una afición para convertirlo en vida. Por eso en cuanto pudo comenzó a escribir crítica cinematográfica, a reflexionar sobre lo visto y vivido en pantalla grande, y en cuanto tuvo oportunidad, comenzó a compartir sus saberes como programador.

En el año 2009 llegó al equipo de José Luis Cienfuegos en el Festival Internacional de Cine de Gijón para trabajar como redactor y al año siguiente, tras la salida rumbo a Argentina de Fran Gayo, se unió al equipo de programación. Y allí se quedó hasta que Foro llegó al gobierno municipal y destituyó, en medio de la polémica, a Cienfuegos en enero de 2012 para colocar a Nacho Carballo al frente del FICX. Tardó muy poco en encontrar trabajo en Sevilla el hombre que implantó el 'gafapastismo' en los cines y Alejandro Díaz Castaño (que también lleva gafas) se fue con él rumbo al sur. Juntos han trabajado mano a mano en los últimos cinco años.

Ahora el tándem se rompe y quien fue discípulo se pone al frente del Festival de Cine de Gijón en un momento nada fácil para el certamen, no solo por la merma de las ayudas económicas, sino también por el hándicap que supone que no existan en el centro de la ciudad unos cines en los que hacer el grueso de las proyecciones. Los Cines Centro han sido el alma del FICX y tras un par de años reabriendo sus puertas solo en el mes de noviembre, este 2017 se anuncia incierto. Será un asunto espinoso con el que tendrá que lidiar este hombre al que definen por encima de todo como «buena gente», un tipo cercano y llano con tres ciudades que han marcado su vida: Gijón, San Sebastián y Sevilla. Aunque no nació en Gijón, sino en Bimenes, se siente gijonés. El barrio del Natahoyo le vio crecer y desde allí tomó rumbo al campus universitario para estudiar Ingeniería Informática. A San Sebastián emigró por amor y a Sevilla, por amor al cine.

El Sporting y el karaoke

Sportinguista de pro, entre sus aficiones conocidas están el karaoke y la música metal. Y en el plano gastronómico, nada mejor que una buena ensaladilla. En materia de cine, se lo come todo con idéntico deleite y placer, aunque bien es cierto que entre sus favoritos está el estadounidense Richard Linklater. «Es muy ecléctico, le gusta mucho el cine clásico, el que podemos entender por más convencional, y está muy atento a la vanguardia, a todas las tendencias y sin renunciar al cine de sala comercial. Es muy poco sectario», apunta un buen amigo. Y ese eclécticismismo, añade, se advierte en el corto que dirigió y presentó el viernes pasado en la Semana del Audiovisual Contemporáneo de Oviedo (SACO), 'La fuga', una cinta con la que se estrena en la dirección y en la que los referentes son Brian de Palma o Alfred Hitchcock.

Uno de los fundadores de la revista 'Lumière', a decir de los expertos la más rigurosa que hay en el estado español, es también un armónico y versátil amante de la música y de la poesía. Porque además de sus ya conocidas colaboraciones en revistas como 'Caimán' y 'Rockdelux' y de participar en libros colectivos como 'Cien miradas de cine' (2011) o 'El universo de 2001: Una odisea del espacio' (2014), también es autor de 'Olvidos vergonzosos (veinte pasos en el vacío)', un libro de canciones que esperan encontrar un día la música.

Le espera a Alejandro una nueva banda sonora en su vida para dar a luz a un festival que se anuncia más europeísta y austero, pero que no se olvidará del riesgo y la vanguardia. Como programador tiene claro que es necesario evitar repeticiones, sorprender al público, darle cosas nuevas con las que disfrutar en pantalla grande. Con una mirada internacional, mostrando lo que sucede en el mundo, pero también al ombligo de lo propio: «Un festival no puede permitirse dejar de lado el apoyo a los creadores locales que, entre otras cosas, están financiando con sus impuestos el certamen», dejó escrito en el decálogo que elaboró hace un par de años dando las claves sobre cómo programar un festival. Es importante, a su juicio, dejar a un lado el ego y los gustos propios para afrontar con éxito esa búsqueda de nuevas formas de ver, rodar y contar.

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