«En 1980 el Hogar de San José se caía. Hoy cumplimos 75 años y vamos a más»

«Todavía recuerdo lo que me dijo el delegado provincial en 1980: 'Si no lográis financiación, esto hay que tirarlo'. Eran unas chabolas malolientes en las que no se podía vivir, pero allí estábamos nosotros y 120 niños. El Hogar de San José se caía. Afortunadamente, hoy cumplimos 75 años y vamos a más».

Manuel Robla era ayer un invitado de excepción. Solo fue director del Hogar de San José durante cuatro años (1979-1983), pero su presencia fue clave para que la institución esté celebrando sus bodas de diamante con la ciudad. «Salimos a calle con la pancarta 'El Hogar de San José se nos cae'. Fui a la 'tele', al programa de Íñigo, para pedir financiación. Logré conocer al director general de Servicios Sociales, en Madrid. Era un asturiano, José Ramón Caso, al que cada semana llamaba: '¿Qué hay de lo nuestro?', le decía. Y los alumnos del Colegio de la Inmaculada pusieron en marcha la campaña de los botes naranjas. Repartieron 3.500 por todas partes y logramos con ellos dos millones de pesetas (12.000 euros)». Una cifra que hoy equivaldría a más de diez millones de pesetas (60.000 euros).

Tanta fue la insistencia de Robla que logró que dos arquitectos amigos, «José Miguel García Arias y Juan González Moriyón», hicieran la obra gratis. Y que el Ayuntamiento de Gijón «mirara para otro lado y permitiera levantar el edificio actual en unos terrenos teóricamente industriales». Incluso consiguió que Hacienda «nos perdonase impuestos. Éramos una obra social».

Una obra que ha dado casa, comida y educación a miles de jóvenes durante 75 años. «Ha cambiado el perfil, pero seguimos atendiendo a menores que tienen problemas. Ellos o sus familias», explicó Robla. Unas palabras que suscribió su alumno y hoy sustituto al frente del Hogar de San José, Rafael Piñera. «Trabajamos para los menores. Nuestro objetivo es darles la mejor atención».

Homenaje a jubilados

Y la respuesta de los beneficiarios de esa ayuda se notó ayer. Desde la puesta en marcha del centro, en 1942, han sido más de 8.000 los menores atendidos por la institución. Muchos «son hoy empresarios, tienen su propio negocio, ya que la mayoría estudió formación profesional en la Fundación Revillagigedo. Normalmente, todos salían colocados», recordaba Robla.

Y muchos acudieron ayer a la gran fiesta de puertas abiertas de la entidad. Algunos se atrevieron a poner ropa deportiva y enfrentarse a los actuales usuarios en un partido de fútbol, para perder con deportividad. Y todos los asistentes se prestaron a aplaudir a siete personas que han visto crecer a muchos de ellos. Porque en el 75 aniversario del Hogar de San José, Geli Ordieres, Armonía Braña, Eloy Carbajal, Basi Álvarez, Anselmo Secades, María Jesús Prieto y Pili Vela recibieron el reconocimiento de sus compañeros en el momento de la jubilación.

Salvo las dos últimas, que no pudieron acudir a la fiesta por problemas familiares, el resto recibieron de manos del superior de los jesuitas, Inocencio Martín, una artesanía elaborada por Alberto Estrada. «Es solo un detalle para agradecerles el trabajo que han realizado. Todos son del área de mantenimiento y siempre han estado dispuestos a ayudar en lo que hiciera falta», aseguró Rafael Piñera.