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ÓSCAR PANDIELLO
Miércoles, 29 de marzo 2017, 01:22
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El despliegue sin precedentes que vivió Gijón con la llegada de la selección de fútbol de Israel tuvo un testigo privilegiado. Alejado de los focos y preparado para un dispositivo de seguridad digno de un jefe de estado, el Hotel Bal, en Quintueles, fue el lugar elegido para dotar de tranquilidad y descanso a los deportistas. Después de cuatro intensos días y ya con un ambiente reposado, a juego con el emplazamiento, el gerente de este hotel de cinco estrellas hace balance de la experiencia. «Eligieron este lugar con la intención de que fuese su remanso de paz. Se mantuvieron ajenos a cualquier polémica y, después de cuatro días, acabaron muy agradecidos por el trato que les brindamos. Fueron muy educados pero, como ya sabíamos, el nivel de exigencia de la comunidad judía es muy alto», sostiene Javier Rodríguez.
Para hacer un resumen de las medidas de seguridad, el gerente del hotel se remonta a enero, un mes después de que se designase a El Molinón como sede del partido de selecciones. «Durante ese mes una delegación visitó varios hoteles de la zona. Creo que se decantaron por nosotros porque les ofrecimos un sitio apartado y la posibilidad de reservar todo el hotel para ellos», apunta. Ya en marzo, después de varias reuniones con la Guardia Civil para detallar el dispositivo, todas las miradas apuntaban a la ciudad de cara al aterrizaje de la selección. Así, un día antes de que llegaran los jugadores, el servicio secreto israelí y la Guardia Civil ya tomaron posiciones en torno al hotel. Se instalaron los 'jerseys' de seguridad, las vallas y se registraron las instalaciones con la colaboración de los técnicos especialistas en desactivación de artefactos explosivos (Tedax). Además, los servicios de seguridad también tuvieron acceso a todo el entramado de cámaras de las instalaciones.
El hotel, aunque con otra gerencia al frente, ya alojó a personalidades de primer nivel con la visita de Bruce Springsteen o de la Selección española. «Por lo que me contaron no hay comparación con lo que se vivió aquí la semana pasada», destaca el gerente. Un ejemplo de este estricto protocolo lo vivió el servicio de habitaciones, que tenía los horarios de trabajo totalmente delimitados y solo podían subir a las estancias acompañados de un miembro de la seguridad israelí. «La verdad es que pese a todo el dispositivo se coordinaron bien. Agradecer especialmente a la Guardia Civil el trato que nos dieron», remarca el gerente.
Carne kosher desde Málaga
Los alimentos también fueron otro de los aspectos clave durante la estancia del combinado israelí. «La selección vino con su propio chef, que trabaja en un reputado restaurante de Tel Aviv e incluso salió en la televisión. Nuestro personal limpiaba y preparaba los alimentos y él los cocinaba», explica. Sin embargo, durante la estancia de la selección surgió la necesidad de hacer un pedido de carne kosher, es decir, que haya respetado las prescripciones rituales del judaísmo. «Tuvimos que hacer una gestión rápida para traerla de un día para otro de un matadero de Málaga. No fue fácil pero al final lo hicimos», explica Rodríguez en relación a los imprevistos de última hora.
La presencia tanto de jugadores como de técnicos, a ojos del gerente, fue muy respetuosa. «Apenas se notó que estaban», indica. Además de sus habitaciones, los jugadores utilizaron el jardín y el spa. En el primero todavía se notan las calvas en el césped fruto de los entrenamientos que realizaron sin salir del complejo. El sábado, tras el partido que perdieron 4-1 frente a España, la selección israelí recogió sus cosas y con ellos se fue el gran dispositivo. «Fue una experiencia muy positiva y a ellos se les ha visto muy agradecidos. Pero para la próxima vez ya sabemos que la carne la pediremos dos semanas antes», remacha Rodríguez entre risas.
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