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Paredes arrasadas con pintadas y suciedad en el pasadizo que une el paseo de Begoña con la plaza de Nicanor Piñole.
Los autores de actos vandálicos deberán reparar los destrozos y acudir a tratamiento

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Los grupos municipales plantean cambiar las multas de la ordenanza de convivencia por terapia y trabajos en beneficio de la comunidad

CHELO TUYA

Martes, 9 de mayo 2017, 02:00

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Levantarse a las cinco de la madrugada para salir con el primer equipo de Emulsa a limpiar las calles, sobre todo, la ensuciada la noche anterior. Enfundarse en ropa de trabajo para eliminar de la fachada todo rastro de la pintada hecha sin permiso. Acudir con el servicio de mantenimiento municipal a reparar el banco roto o colocar la farola que acabó hecha añicos tras una pedrada. Asistir a terapia para combatir el alcoholismo o consumo de drogas. Prestar servicios solidarios en entidades sin ánimo de lucro. Acudir a programas que ayuden a modificar la conducta. Esas son algunas de las alternativas al pago de multas, de entre los 100 y los 3.000 euros, que podría incluir la nueva ordenanza municipal de convivencia.

Una posibilidad cercana, pues todos los grupos con representación municipal dieron el visto bueno a la propuesta lanzada por el Conseyu de Mocedá en una reciente jornada de debate organizada en el Museo de Ferrocarril. Ante un centenar de asistentes, los portavoces de Foro, PSOE, Xixón Sí Puede, PP, IU y Ciudadanos abogaron por cambiar la actual normativa, aprobada en 2013 solo con los votos de Foro y PP, por un texto «más dialogado» en el que la sanción «no sea el objetivo».

«La nueva normativa nos permite ahora incluir este tipo de trabajos en beneficio de la comunidad. Por ejemplo, si alguien rompe un banco, que lo arregle», explicó el concejal de Seguridad Ciudadana, Esteban Aparicio, quien negó que el actual texto tenga un carácter recaudatorio. «De hecho, los expedientes se han reducido al máximo y hoy podemos decir ya que en Gijón no hay botellón», anotó.

Una aseveración que matiza al edil de Foro el presidente del Conseyu de Mocedá, Álvaro Granda. «No es que no haya botellón, es que el que hay no se ve. Ya no se bebe masivamente en una plaza, pero los jóvenes siguen consumiendo: alquilan bajos o se van a sitios alejados donde no sean molestados». Por eso, es de los que aplaude «que se apueste por medidas que beneficio de la comunidad y, sobre todo, en terapias para los afectados». Unos afectados que, como explica la concejala de Xixón Sí Puede Estefanía Puente, «no son exclusivamente jóvenes». En su opinión, el texto actual -«en el que nosotros no participamos, porque no estábamos en el Consistorio»- se centra demasiado en ese colectivo. «La palabra joven se repite muchísimas veces, sin que aparezcan propuestas encaminadas a solucionar el problema, más allá de la sanción», advierte.

Según explicó, «ya hay ordenanzas municipales que recogen estas medidas, como en Barcelona, Madrid, Badajoz y Zaragoza. Está bien que se analicen las propuestas, pero que no sustituyan al empleo».

Un temor ese, el que los nuevos castigos sirvan para recortar puestos de empleo o no ampliar plantillas en determinados servicios, lo descarta Aparicio. «Se trata de buscar fórmulas para que la sanción sirva a la ciudad, pero también al denunciado». Porque, como explica el concejal socialista Monchu García, «más allá de lo anecdótico, nadie ha regulado alternativas a la sanción o la reclusión».

Antes de fin de año

El diálogo llega con un año de retraso, pues la reforma de la ordenanza está planteada desde 2015. «En ese momento se modificaron varias legislaciones, lo que nos permite ahora poder afrontar mejoras en nuestro texto. Unas mejoras que nosotros queremos afrontar y para las que estamos abiertos al diálogo», insistió Aparicio.

Diálogo para el que el Conseyu pone fecha. «Antes de fin de año» es su apuesta para tener un borrador. «En Rivas-Vaciamadrid o Baracaldo están sustituyendo ya la sanción por servicios a la comunidad, aunque solo la primera vez. Si reincides, debes pagar la multa. Nosotros apostamos por eso y, también, por talleres en los que trabajar sobre los riesgos del consumo y en terapias que ayuden a empatizar con los demás». Que ayuden a convivir.

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