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Desde arriba, por la izquierda, Cruz, Paula, Blanca, Gonzalo, Marta, Jorge, Guzmán, Pelayo, Fernando y Miguel. En el medio, Victoria y Martín, Pepa, Inés, Hilda y las dos Isabeles. En la fila inferior, Carmen y Javier, Álvaro, Luis y Lucas.
Hilda y sus veintiún bisnietos

Hilda y sus veintiún bisnietos

A sus 90 años, la viuda de Maximino Riera reúne cada sábado a toda la prole familiar

GLORIA POMARADA

Sábado, 13 de mayo 2017, 00:50

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Ver crecer a la cuarta generación de la familia es un sueño que muy pocos pueden cumplir. No es el caso de Hilda Palacio, quien a sus noventa años puede presumir de haber presenciado el nacimiento y crianza de cuatro hijos, diez nietos y veintiún bisnietos, la última de apenas un mes.

Hilda nació un 1 de junio de 1926 en La Habana, donde su padre, Manuel Palacio, había emigrado años antes «como tantos y tantos asturianos», rememora Fernando González Landa, yerno de la nonagenaria. A los cinco años, Hilda regresó a Gijón junto a su hermana gemela, Esther. «Mi abuelo nunca quiso que ellas se quedasen allí, quería que estudiasen en España», cuenta Esther Riera, primogénita de Hilda. A su vuelta a Asturias, las gemelas ingresaron en el colegio La Asunción y posteriormente, por expreso deseo de su padre, en la Escuela de Comercio. Durante esos años, Manuel Palacio viajaba periódicamente a Gijón para estar junto a sus hijas. La unión familiar es precisamente uno de los valores que rigen su vida desde entonces. En 1949, Hilda Palacio fundó su propia familia junto al maliayés Maximino Riera y, tras la boda, se mudó a Villaviciosa, donde su marido daba los primeros pasos de una exitosa carrera en el sector lácteo.

El matrimonio tuvo cuatro hijas, a las que Hilda «se dedicó en exclusiva», señala Esther. En 1963, los Riera Palacio se instalaron en Gijón, donde Maximino creó la Central Lechera de Gijón, más conocida como Lagisa, e integrada desde 1997 en CAPSA.

«Sigue con ilusión por todo»

Viuda desde hace siete años, esta gijonesa ha hecho de su descendencia el motor de su vida. «Estamos muy unidos. Su casa de Somió sigue siendo el centro de reunión», explica Esther. Cada sábado, el grueso de sus treinta y cinco descendientes acuden junto a sus parejas a la vivienda familiar. «Mientras ella esté ahí tenemos nuestro sitio. En Navidad nos juntamos y en verano vamos todas las tardes. Tantos niños jugando en la piscina es algo digno de ver», destacan sus hijas Hilda y Mercedes.

Esther, la hermana gemela, es otro de sus pilares. «Viven la una por la otra. Son iguales». El 1 de junio ambas soplarán velas con un estado de salud «fenomenal». Las hijas de Hilda cuentan que, a pesar de los años, «sigue con ilusión por todo. Es muy niñera, pero ya no puede jugar mucho con los bisnietos», lamentan. Aún así, «lo mejor de la vida para ella es juntarnos», destaca su prole.

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