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Asistentes al funeral en la iglesia de San Julián de Somió.
Despedida a Vital Aza en Somió

Despedida a Vital Aza en Somió

«Dios le concedió una vida larga y fructífera, tanto en lo personal como en lo profesional», destacó del doctor el párroco de San Julián

G. POMARADA

Sábado, 24 de junio 2017, 01:31

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Vital Aza Fernández-Nespral fue despedido ayer por numerosos familiares y allegados en un funeral oficiado en la parroquia de San Julián de Somió, en presencia de los restos incinerados del que fuera cardiólogo de Franco.

Vital Aza fallecía el pasado sábado en el Hospital de Cabueñes, a los ochenta y ocho años, tras sufrir una caída en su casa de Somió, 'La Martina'. Hacía pocos días que el médico madrileño se había desplazado a Gijón para pasar el verano, tal y como acostumbraba desde hace décadas. «Su muerte ha sido inesperada y accidental», expresaba el sacerdote Luis Muiña durante la homilía. El mismo día de su muerte, Vital Aza había asistido en la iglesia parroquial al funeral por Angelita García, viuda de Juan Fernández-Nespral Teixidor. «Esa misma noche fue el accidente», recordaba el párroco.

El cardiólogo, de profundas convicciones religiosas, «murió bien preparado, tras recibir la extremaunción». «Dios le concedió una larga y fructífera vida, tanto en lo profesional como en lo personal», destacaba el sacerdote durante las exequias.

Nacido en Madrid, Vital Aza se consideraba asturiano por su ascendencia, pues su padre era natural de Mieres y su madre de La Felguera. Su abuelo Vital Aza, oriundo de Pola de Lena, fue médico, dramaturgo y poeta. Tras terminar los estudios de Medicina, comenzó a trabajar en 1957 como becario de la Escuela Nacional de Tisiología, en la Ciudad Universitaria, con el doctor Martínez Bordiú. En su trayectoria profesional, es recordado por asistir a Franco durante sus últimos meses de vida.

Uno de los momentos determinantes de su carrera llegaría la noche del 20 de noviembre de 1975, cuando se convirtió en el único testigo de la muerte del dictador. El fallecimiento, sucedido a las dos de la mañana, se certificó a las 5.25 «por motivos de seguridad», según contaba el propio cardiólogo a EL COMERCIO en una entrevista en 2013. En enero de 1976, en los albores de la democracia, recibió la Gran Cruz de la Orden Civil de Alfonso X El Sabio por sus méritos.

Seis décadas de trayectoria

El cardiólogo trabajó en el hospital madrileño de La Paz hasta 1977 y pasó al Ramón y Cajal tras su inauguración, donde permaneció hasta 1999. A los setenta años se jubiló de la Seguridad Social, pero no se desligaría de la Medicina hasta los ochenta y tres años, tras más de seis décadas de ejercicio profesional.

Desde su retiro hace apenas cinco años, Vital Aza disfrutaba de una vida tranquila, con estancias prolongadas en su residencia de Somió. Entre las rutinas que ocupaban sus periodos en Asturias, Vital Aza se deleitaba especialmente con los paseos desde La Martina a la playa de Estaño. En el terreno personal, Vital Aza estaba casado con Carmina Blanc, tenía cuatro hijos -Vital, Pedro, María Luisa y Gonzalo- y seis nietos.

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