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PABLO SUÁREZ
GIJÓN.
Jueves, 22 de febrero 2018, 03:33
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Un artefacto impulsado por aire comprimido para transportar material científico en la Luna. Ese era el eje del problema que se le presentó a los alumnos de ESO de distintos centros educativos asturianos que, organizados en 25 equipos de cuatro alumnos cada uno, debieron resolver ayer en la Escuela Politécnica de Ingeniería. Todo ello, enmarcado en la segunda edición de la 'Friendly Competition' que promueve la propia EPI con la multinacional SacyrFluor. Y al final el premio quedó en casa.
En caso de que ya de por sí el objetivo no fuese lo suficientemente complicado, los organizadores del concurso aumentaron la dificultad al limitar los componentes de cada artefacto a material de oficina. Clips, vasos de plástico, tijeras, cartulinas y bolígrafos eran algunos de las piezas con las cuales los participantes debían crear su vehículo.
No acababan ahí las dificultades de la prueba. Una vez construido, el artefacto debía recorrer de manera autosuficiente una distancia de tres metros, cargado con varias monedas y puntuando más según el número de monedas que fuese capaz de transportar.
«Este año la prueba es más fácil que la del año pasado desde el punto de vista del diseño, pero el desplazamiento la hace también bastante complicada», afirmaba el profesor de ingeniería Miguel Ángel Pérez mientras los participantes comenzaban a hacer uso de los sesenta minutos que tenían para construir su pieza. Los institutos participantes recibieron en diciembre un 'briefing' explicativo de la prueba, por lo que han tenido dos meses para pensar y desarrollar el prototipo que ayer construyeron y presentaron al jurado. «Tuvimos tiempo para prepararlo, pero lo cierto es que hay bastante aleatoriedad a la hora de que funcionen. También influye que los materiales con los que nosotros ensayamos no son exactamente los mismos que los que nos da la organización», contaba la coordinadora del instituto Bernaldo de Quirós, de Mieres, que se alzó con el primer premio en la pasada edición.
Tras una hora de montaje, llegaba el momento de la verdad, o sea, de poner en funcionamiento los vehículos lunares. Una prueba final que dio como ganador al artefacto creado por La Asunción (Gijón), junto con el instituto Sánchez Lastra (Mieres) y El Pando (Oviedo) en segundo y tercer lugar.
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