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Carlos Zúñiga, en la plaza de toros de El Bibio. ARNALDO GARCÍA
«El Ayuntamiento de Gijón tendría que ser más flexible y dejar que el empresario se equivoque»

«El Ayuntamiento de Gijón tendría que ser más flexible y dejar que el empresario se equivoque»

Carlos Zúñiga, empresario de la plaza de toros de El Bibio ·

«El último pliego firmado con Foro es cortoplacista e idéntico al de hace nueve años. Tengo mis dudas de que sea por el bien del público»

PABLO SUÁREZ

GIJÓN.

Domingo, 17 de junio 2018, 02:45

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Hace ya diecisiete años, Carlos Zúñiga (Valladolid, 1977), mano a mano con su padre, se ponía por primera vez al frente de la plaza de toros de El Bibio y comenzaba una relación con el coso gijonés que terminó por situarlo como una de las plazas con mayor solera del norte de España. Ahora, finiquitada la sociedad con su progenitor, Zúñiga, quien también gestiona plazas de tronío como las de Burgos o Zaragoza, valora el crecimiento de la feria taurina de Begoña y la consiguiente responsabilidad de subir el listón cada año. Para este 2018, el vallisoletano ha diseñado un cartel que promete, para el próximo mes de agosto, un gran disfrute por parte de la afición gijonesa.

-¿Cómo llegó al mundo del toro?

-Por pura tradición y siguiendo el ejemplo de mi padre.

-Por cierto ¿cómo están las relaciones con él?

-Las circunstancias de la vida han decidido que fuéramos por caminos diferentes. Yo considero que hay que avanzar y ser un poco más fríos que las personas antiguas, pero para mí es un ejemplo y he aprendido mucho de él. Siempre tuve claro que mi camino iba por el empresariado, donde busco aportar la juventud y la innovación que el toreo pueda necesitar.

-¿Cómo se prepara una feria como la de Begoña?

-Respecto al animal, intento traer corridas que hayan tenido éxito en otras plazas de misma categoría. En Gijón hay mucha exigencia, aunque el toro tiende a embestir mucho y a propiciar muchísimos éxitos. Pese a ello, soy muy exigente en este tema y, si una ganadería no ha triunfado, intento no traerla al siguiente año. Para los maestros procuro ser muy prudente. Me he llevado muchos chascos con cancelaciones de toreros que estaban ya apalabrados, así que intento tener atadas a las figuras con mucho tiempo y darles un margen de fecha para que a todos nos venga bien.

-¿Resulta cada año más complicado organizar esta cita?

-Sin duda. Al principio era más difícil en cuanto a la confección del cartel, porque la plaza había perdido credibilidad a nivel nacional. Fue un momento de sacrificio y evolución que nos ha llevado al momento de consolidación que vivimos hoy en día, y que implica que cada año sea más difícil superarse y agradar al todo aficionado taurino. También es evidente que estamos en un momento económico complicado y mucha gente antepone otras necesidades al ocio, motivo por el cual hemos trabajado para que la plaza de toros de Gijón sea una de las más baratas de España. Y claro, comer jamón de jabugo a precio de jamón blanco no es fácil. Intentamos hacer muchos números pero, cuando algún día faltan mil o mil quinientas personas, el déficit que arrastras es complicado.

-Ha mencionado en varias ocasiones el aumento de las exigencias por parte del Ayuntamiento. ¿A qué cree usted que se debe?

-Es algo que quiero contextualizar. Todas las administraciones, tanto PSOE como Foro, se han entregado en cuerpo y alma a la Feria. Sobre todo porque la riqueza que genera el espectáculo taurino durante estos días es inmensa. Hoteles llenos, restaurantes reservados... es una riqueza de la que los políticos son conscientes. Por tanto, cuando hablo de exigencias me refiero a las del pliego de condiciones que, aunque hemos aceptado y firmado, consideramos que es muy cortoplacista y prácticamente igual que el que firmamos hace nueve años, en otras condiciones socioeconómicas. La exigencia de toreros del grupo 'A' sigue siendo la misma y las corridas han pasado de seis a cuatro días. Tengo mis dudas de que esto se haga por el bien del público. Cuando un Ayuntamiento contrata a un empresario y le exige tantos requisitos técnicos y profesionales, tiene que ser un poco más flexible y dejar que éste se equivoque un poco en la organización. Justamente para eso está la posibilidad de no renovar el contrato.

-¿Es la afición un gran valor a la hora de organizar este tipo de eventos en el norte de España?

-El hecho de ser un oasis taurino dentro del norte de España es una lacra que no podemos olvidar. Quitando Pontevedra, Gijón es algo único. Eso también tiene cosas buenas, como que la gente no ve toros a diario, sino una vez al año. Es esto, junto con un buen cartel, lo que hace que la gente responda. Con la presencia habitual de grandes figuras nos hacemos más fuertes, y ese oasis puede dar agua suficiente para seguir viviendo año tras año.

-En Cataluña ya se han prohibido las corridas. En Gijón se han llevado a Pleno iniciativas antitaurinas, aunque sin éxito por ahora. ¿Teme que ese rechazo acabe triunfando aquí también?

-La palabra no es miedo, pero los ataques anti están ahí y hay partidos políticos que todo lo que suene al toro no les gusta, no sé si por la ideología que lo relaciona con España o por otros motivos distintos. El toreo es del pueblo y es universal. Debe ser respetado porque es cultura. Hay que ser más transigente. Bien es cierto que los toreros deben ser más cercanos y estar abiertos a las nuevas tecnologías. Debemos esforzarnos en demostrar que el toreo no es crueldad, puesto que el animal vive muchos años a cuerpo de rey y los taurinos le rendimos un respeto enorme. El toreo es un espectáculo ritual, y tiene un toque especial de vida, como por ejemplo un indulto o el éxito de un torero. Además, la plaza de toros se mantiene por un canon de arrendamiento altísimo que pagamos desde la empresa. Que un cliente vaya a los toros y sea insultado es una provocación inadmisible.

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