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El técnico de sonido Carlos de Hita, en el Jardín Botánico. E. G.
«Si buscas naturaleza limpia y con riqueza acabas en Asturias»

«Si buscas naturaleza limpia y con riqueza acabas en Asturias»

Carlos de Hita - Técnico de sonido de 'Cantábrico' ·

«He grabado urogallos en zonas donde se han extinguido. Me considero una especie de arqueólogo sonoro»

EUGENIA GARCÍA

GIJÓN.

Domingo, 19 de noviembre 2017, 01:15

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El sonidista Carlos de Hita (Madrid, 1959) se define como «un naturalista que anda por el campo con un micro en la mano». La naturaleza, dice, «se cuenta a sí misma», y él sabe escucharla: lleva más de treinta años capturando sus sonidos y mezclándolos para recrear el paisaje sonoro natural en radio y cine de ficción y documental, labor por la que recibió un Premio Fundación BBVA. Ayer, con motivo de la Semana de la Ciencia del Botánico, ofreció una charla acerca de los secretos de su oficio.

-Es autor de la narración sonora del documental 'Cantábrico'. ¿A qué suena nuestro paisaje?

-La Cordillera Cantábrica es un concierto natural absolutamente diverso, y al mismo tiempo, un territorio humanamente ocupado. Escuchamos el sonido de los bosques, las llamadas de las aves, los animales salvajes... siempre con el fondo sonoro del ganado. Es un paisaje en mosaico, donde la naturaleza silvestre convive con la parte domesticada del medio natural que es el paisaje ganadero.

-¿Es importante esa convivencia para la conservación del paisaje?

-Es clave. La coexistencia entre lo natural y lo humano ha modelado los paisajes. Es un error gravísimo pensar que la conservación de la naturaleza es contraria a la permanencia del mundo rural. Se ha introducido esa cuña que me duele en el alma, como si la conservación de la naturaleza y la del mundo rural fuesen cosas contrarias cuando, si hay dos aliados naturales y necesarios en este mundo, son claramente conservacionistas y ganaderos.

-¿Conocía Asturias antes de grabar 'Cantábrico'?

-Mis correrías por estos montes vienen de los 90, cuando publicamos un CD con el paisaje sonoro del entonces Parque Natural de Covadonga. He grabado bastante por aquí porque es inevitable: si te dedicas a pasear por los montes y buscas naturaleza más o menos limpia y con riqueza acabas en Asturias y en las montañas del norte en general.

-Aquello de 'paraíso natural'...

-Viene muy bien como lema turístico, pero queda un poco grande. Asturias es un laboratorio perfecto para una batalla que se está dirimiendo ahora mismo: hasta qué punto es compatible una sociedad moderna, económicamente próspera y en crecimiento con la conservación de especies naturales. Aquí hay mucho que conservar, pero también un desarrollo cada vez más voraz y es preciso encontrar el punto justo entre ambos.

-¿Las imágenes del jabalí despeñado muestran que nos hemos vuelto sordos a la naturaleza?

-La crueldad de la gente, las carcajadas... son sintomáticas de lo lejos que está el urbanita del medio natural. Nos hemos creído que el campo es el de Heidi, sin peligros ni problemas. Y plantea una cuestión: priorizar la conservación o el turismo. Estas zonas, todavía muy ricas, bien conservadas, son un tesoro que hemos heredado, pero el dilema es ¿cómo lo vamos a mantener?

-Ha grabado sonidos que serán 'fósiles sonoros' dentro de unos años...

-He grabado urogallos en zonas donde se han extinguido, y durante el rodaje de 'Cantábrico' grabamos manadas de lobos que luego fueron masacradas por furtivos. A veces me considero un arqueólogo sonoro, una especie de notario que levanta acta de lo que hubo y ya no existe.

-¿También de humanos?

-Los sonidos que oía hace treinta años, los cantos de trabajadores, de la trilla, de la siega... prácticamente han desaparecido. Hoy es muy difícil escuchar una guadaña en Asturias. La desaparición de estas actividades tradicionales es un drama.

-¿Qué recompensa tiene un trabajo tan minucioso como el suyo?

-Es un trabajo a veces aburrido y casi siempre frustrante, puedes tirarte días esperando a que aparezca un bicho, y la pasión es la única forma de insuflarte paciencia. Pero somos unos privilegiados, porque las imágenes en pantalla quedan preciosas, pero nosotros hemos estado ahí y lo hemos visto en primera fila.

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