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Valentín Arrieta, en la muestra de Agropec. JORGE PETEIRO
«Hay que dejar constancia del medio rural antes de que se modifique»

«Hay que dejar constancia del medio rural antes de que se modifique»

«El empeño de los vecinos es lo que hace que las escuelas rurales cumplan la función de sede de las asociaciones» Valentín Arrieta Arquitecto

G. POMARADA

GIJÓN.

Domingo, 1 de octubre 2017, 02:12

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Valentín Arrieta (Gijón, 1983), arquitecto y colaborador de EL COMERCIO, se alzaba en mayo con el premio Rosario de Acuña de investigación por su estudio arquitectónico sobre una treintena de escuelas rurales del concejo. El trabajo se expone este fin de semana en Agropec y mañana -en el salón de actos de la Caja Rural de Gijón, a las 19.30 horas- se presenta el libro que recoge la investigación sobre unos edificios vestigio del sistema educativo y condiciones sociales imperantes entre mediados del siglo XIX y los años setenta del pasado siglo.

-¿Cuántas horas de buceo en el Archivo Municipal supuso la preparación de este libro?

-Debería medirlo más en expedientes que en horas, han sido más de doscientos los que he consultado. Lo interesante de este tema es que hay poco publicado, pero mucha documentación inédita, desde escritos de los vecinos pidiendo al Ayuntamiento que construyese escuelas porque las condiciones en las que se impartían las clases eran muy penosas a cartas de los maestros quejándose del salario y de sus condiciones de trabajo y exámenes de los niños de mediados del siglo XIX.

-Las parroquias rurales no suelen ser objeto de análisis, menos aún por su arquitectura. ¿de dónde nace su interés?

-El interés por el medio rural viene de un patrimonio que está poco estudiado, tenemos la labor de divulgarlo. El campo vive una situación complicada en el sentido en el que está cambiando la dinámica económica y productiva. Es conveniente dejar constancia del patrimonio que atesora y sus condiciones de vida antes de que se modifique para siempre.

-La investigación parte de 1846. ¿Qué ocurre en ese año?

-En ese momento tenemos constancia de la primera escuela construida como tal en Gijón. Anteriormente las escuelas estaban ubicadas en los pórticos de las iglesias, eran sitios que no reunían las condiciones necesarias. Eran escasas en tamaño, solían estar abiertas al exterior y hacía frío. He recopilado escritos de vecinos que decían que sus hijos se ponían malos por acudir a la escuela. Además eran sitios con muchas distracciones para los niños, testimonios decían que no se concentraban porque en las iglesias había oficios, bodas, funerales, etcétera.

-¿Qué modelo arquitectónico se aplica a esas escuelas rurales?

-No es siempre el mismo, pero los conceptos sí. Se basan en garantizar que el espacio reúna mínimas condiciones de higiene y moralidad. Por cuestiones económicas se reducen a un aula donde niños y niñas se separaban incluso con una mampara central. Cuando el modelo evoluciona y se dispone de más medios se pasa a escuelas con aulas separadas por la casa del maestro, por ejemplo en Cabueñes, Caldones, Vega y La Pedrera, que incorporan pórticos en los extremos, espacios muy necesarios porque en Asturias llueve y allí juegan los niños en los recreos.

-Ha estudiado una treintena, ¿ alguna especial por su historia o diseño?

-El modelo más atractivo es el que diseña el arquitecto municipal Mariano Melarde en 1894, que desde el punto de vista estético incorpora elementos más agradables, el uso del ladrillo y los pilares de fundición para los pórticos. En cuanto a historia, en Asturias era muy habitual que los indianos invirtiesen su dinero, a falta de fondos municipales, para construir las escuelas, pero en Gijón no. Es el Ayuntamiento el que tira del carro consiguiendo a veces pequeñas subvenciones estatales. Sí es cierto que los vecinos intervienen en el arrastre de materiales y el sacado de piedra de las canteras y hay algún caso puntual en el que interviene dinero de América. En Roces todo parece apuntar que se financió con dinero recaudado en Cuba.

-¿Hasta qué año sobrevive ese modelo de escuela rural?

-En los setenta se produce la reforma educativa y con ella y con la emigración de la gente del campo a la ciudad las antiguas escuelas rurales se cierran y se produce una concentración escolar, bien en la ciudad o en los barrios limítrofes. Es el caso de Jove o Cabueñes, donde las escuelas rurales se transforman y amplían para acoger a esas parroquias limítrofes. En el resto se abandonan.

-¿En qué estado de conservación se encuentran hoy?

-El estado general es bueno porque se ha intervenido en ellas, muchas parroquias en los noventa y principios de 2000, cuando ganaron el premio del Pueblo Más Guapo de Xixón, lo invirtieron en restaurar la escuela adaptándola a centro social. El Ayuntamiento también contribuyó a su mantenimiento. El empeño de los vecinos por mantenerlas es lo que hace que hoy en día cumplan la función de sede de las asociaciones.

-¿Y cuáles continúan en ruina?

-La escuela femenina de Roces, la de Veranes y otras menores, como Fontaciera, están en ruina. La de Rioseco, abandonada. Otras desaparecieron para siempre, como la de Vega, que se derribó para construir el consultorio médico porque justo al lado se hizo el colegio Jacinto Benavente. Aunque algunas escuelas rurales terminaron desapareciendo, en su mayoría ahí están.

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