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Uno de los voluntarios sirve sopa de marisco a la alcaldesa, Carmen Moriyón. A los lados, Floro, Lorenzo Mariñas y José María Pérez. PALOMA UCHA

«Lo hacemos con ilusión y ganas»

Usuarios del Albergue Covadonga y políticos comparten la tradicional cena navideña | Teresa Martínez preparó para cien comensales un menú formado por entrantes, sopa de marisco, carne asada y tarta de naranja

EUGENIA GARCÍA

GIJÓN.

Miércoles, 20 de diciembre 2017, 01:05

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Es ya una tradición desde hace diecisiete años. El Albergue Covadonga reunió ayer a todos los grupos municipales para compartir con los usuarios una cena previa a la Navidad en la que los políticos tienen la oportunidad de acercarse a la realidad de las personas sin hogar. Así, unos setenta usuarios compartieron mesa y mantel con la alcaldesa Carmen Moriyón, concejales de los distintos partidos y patronos de honor de la Fundación para degustar la suculenta cena que los voluntarios y la cocinera llevan varios días preparando.

«Lo hacemos con ilusión y ganas, para mí no es trabajo. Y si alguno viene y me dice 'este plato me sabe como el de mi madre', marcho contenta a casa. ¡Qué mejor halago!». Tras los fogones del Albergue está desde hace tres años Teresa Martínez, quien a pesar de la experiencia no podía ocultar sus nervios por que todo saliera bien. «De menú, para abrir boca preparamos varios entrantes: pinchinos de crema de cabrales con nueces, salmón, pulpo a la gallega con cachelos, jamón serrano y queso». Después, sopa de marisco y carne asada con patatas y ensalada, y de postre, tarta de naranja. Todo, por supuesto, «hecho aquí, a mano». A pesar de lo suculento del menú, afirma Teresa que no había más usuarios que los setenta habituales, «aunque en Navidad sí suelen venir más».

Ella es la única cocinera, pero su trabajo se complementa con el de los alrededor de noventa voluntarios que dedican parte de su tiempo a atender a los usuarios del centro. Son voluntarios fieles -algunos de ellos llevan diez, quince años colaborando- y con una «predisposición innata». Anoche había diez sirviendo, cuando normalmente son unos cuatro. Todos coinciden en que es algo que «engancha», y para ellos, un usuario difícil es «una persona que sufre, abandonada por la sociedad». José Ángel Huidobro, que empezó hace casi veinte años sustituyendo a su hija, comentaba ayer entre plato y plato que para él echar una mano es un tema de justicia social. «El Albergue es, tanto para usuarios como para voluntarios, un lugar donde estar bien», indicó.

Nuevos retos y proyectos

«El Ayuntamiento apuesta por este establecimiento por su seriedad, su trayectoria y su compromiso evidente por las personas sin hogar. Nos dieron capacidad y recursos mayores (de 35 plazas a 70) y la sorpresa es que se ha llenado, con lo que responde realmente a una necesidad», valoró Begoña González, vicepresidenta del patronato del Albergue.

Además, «cada vez se nos presentan nuevos proyectos con los que no tenemos experiencia», comentó. Es el caso de los apartamentos de emergencia para familias que llevan dos años en marcha y que ahora mismo están atendiendo a menores. «Ahí nos encontramos con una dificultad: necesitan un tratamiento específico, muy especial y que no se puede comparar con el de los adultos. Analizar cómo se maneja un menor en unas instalaciones que no están pensadas en principio para eso requiere de un cuidado minucioso y da pie a dudas, a miedos...Es el reto al que nos enfrentamos ahora».

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