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La gijonesa Paula Álvarez López, en una imagen reciente. E. C.
«No hay que tener miedo a salirse del camino marcado y elegir uno distinto»

«No hay que tener miedo a salirse del camino marcado y elegir uno distinto»

Paula Álvarez López, trabajó en el CERN, iniciará un máster en Harvard ·

Premio extraordinario de fin de grado en la Universidad de Oviedo, en septiembre comenzará un máster en Harvard

EUGENIA GARCÍA

GIJÓN.

Sábado, 14 de abril 2018, 04:14

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Cuenta apenas 26 años y su currículum no puede recibir un calificativo distinto de admirable. Paula Álvarez López (Gijón, 1991) ha tocado la viola en la orquesta de Naciones Unidas, trabajado en la mejora del acelerador de partículas que descubrió el Bosón de Higgs; ganado el premio de fin de grado en Tecnologías Industriales por la Universidad de Oviedo. También se fue de Erasmus a Berlín y jugó, durante muchos años, al baloncesto, que ahora ha cambiado por el 'Ultimate frisbee'. Actualmente, trabaja en la consultoría McKinsey, pero en agosto se mudará a Cambridge, Massachussets, para estudiar un máster en administración de empresas en la Universidad de Harvard.

-Es una de los 55 estudiantes becados por La Caixa para estudiar un postgrado en Estados Unidos. ¿Lo esperaba?

-La gente que pide estas becas está muy capacitada, no es un proceso baladí. Yo preparé muchísimo la solicitud. Venía años dándole vueltas y desde Navidad de 2016 me centré en intentarlo. En julio me llamaron para la entrevista: en ese momento la alegría fue casi mayor que cuando me concedieron la beca, porque ya sabía que era el paso definitivo.

-Es graduada en Tecnologías Industriales. ¿Por qué hacer un MBA en gestión de empresas?

-Me encantaría gestionar equipos en una organización o empresa privada en el ámbito tecnológico o científico con un ambiente internacional porque me encanta trabajar en otros idiomas y con equipos diversos. Por mi formación tengo la parte técnica y también los idiomas, pero necesito un empujón en la parte de negocio: para eso, naturalmente, el camino es el MBA.

-Esas ambiciones tan concretas a medio plazo, ¿son fruto de una vocación temprana o del tiempo?

-Ha sido un cúmulo de circunstancias, una cosa lleva a la otra y vas descubriendo tu camino. Gracias a las becas Masaveu -una oportunidad fantástica que tenemos en Asturias, comparables a muy pocas- que me concedieron mientras estudiaba fui a Estados Unidos y allí descubrí la consultoría, de cuya existencia no sabía nada al empezar la carrera. Tampoco sabía que era una opción para los ingenieros. Más tarde, en McKinsey conocí lo que era un MBA... La cuestión es estar muy abierto a cualquier oportunidad.

Demasiado predeterminado

-¿Y si no está clara la vocación?

-No hay que tener ningún miedo. Cuando acabé el Bachillerato en el IES Calderón de la Barca no sabía ni lo que quería estudiar ni en lo que me gustaría trabajar. Pero sobre la marcha, a base de tener las orejas muy abiertas y hablar con gente que iba un paso por delante de mí en los estudios o en la vida profesional, he ido decidiendo. Me tomé un año sabático, aprendí inglés en Estados Unidos y pensé mejor en lo que quería hacer.

-¿Sin prisa?

-Esa experiencia, la mentalidad de tomarse las cosas con calma me cambió la vida. Acabé la carrera y antes de empezar inmediatamente el máster de Tecnologías Industriales -la continuación «natural» que te convierte en ingeniero- decidí coger un par de años de experiencia para pensar qué quería hacer. Salirse del status quo, del camino marcado, y en un momento dado dar un paso a un lado para reflexionar acerca de tus metas y elegir algo distinto puede dar lugar a nuevas oportunidades. El sistema educativo español tiene muchas cosas buenas, pero está demasiado predeterminado y se desaprovechan buenas opciones.

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