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La Bombonera, en la década de los 70. JENARO PERFRAN
Tras los pasos de la historia más dulce

Tras los pasos de la historia más dulce

Casa Rato, La Bombonera y las confiterías Alonso y Helguera endulzaron la vida de los gijoneses hasta su cierre

RAFAEL SUÁREZ MUÑIZ

Domingo, 10 de diciembre 2017, 01:42

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A todos se nos hace la boca agua cuando nos retrotraemos unas cuantas décadas atrás ante el dulce recuerdo que suponían las confiterías de Gijón. A día de hoy, la concentración de la oferta en cuanto a su pequeño número (en torno a sesenta) parece agudizar aún más aquellas reminiscencias, que marcaron desde la más tierna infancia a muchas generaciones de gijoneses que hoy siguen paladeando esos añorados pasteles.

Históricamente la oferta del sector servicios en estos campos derivados de la restauración y la repostería, que unas veces desempeña mayor función comercial y en ocasiones también hostelera, se ha caracterizado por un producto estrella, su seña de identidad. Y quien dice uno, dice tres. Son precisamente esas especialidades las que en cierta medida han servido para distribuir los ingresos sin entrar en un marco de competencia. Y así lo confirman los propios gerentes de los establecimientos. Entre las principales confiterías que mantienen sus puertas abiertas deben reseñarse La Playa, La Fe (las dos), Argüelles, Camilo de Blas, Balbona, Marga, San Antonio, Biarritz, La Calzada (Carpil), Marqués, Moka, Los Molinos, Dama, Sebastián, Luján e incluso establecimientos de barrio como el Horno de Gusmain.

Pero el objetivo principal de este artículo es el recuerdo de aquellas que desgraciadamente desaparecieron, no tanto de la memoria como del paisaje urbano. Cabe recordar la evolución del término 'confitería' en la práctica. El impulso tanto de la restauración como de la pastelería en España proviene de los últimos coletazos de la Revolución Francesa y la expedición de antiguos cocineros, reposteros y sumilleres cortesanos por los países europeos vecinos en la primera mitad del siglo XIX.

En cocina se curaban los productos con sal cuando no existían formas de refrigeración y la confitería era el arte de conservar desde frutas hasta embutidos en azúcar o almíbar. Si hablamos de repostería, no se puede dejar al margen la importancia capital que la industria chocolatera gijonesa ha tenido en el territorio nacional y ultramar gracias al comercio exterior de El Musel.

Uno de los más emblemáticos establecimientos en la historia local ha sido Casa Rato; un negocio finisecular inaugurado por Joaquín Rato como La Dulce Alianza en 1882 (calle Corrida, número 27). En 1888 ya consta en los números 39-43, donde se mantuvo operativa hasta 1971 cuando el edificio fue derribado. Este negocio híbrido de confitería, salón de té, charcutería y ultramarinos comenzó a traer las mejores materias primas y productos de todo el mundo. Eran inigualables sus tortitas para merendar al salir del teatro-cine Robledo, los bombones procedentes de Francia, el llamado 'jamón en dulce' y todo tipo de canapés salados, así como las famosas yemas de café y leche de La Vaca -vaca móvil que estaba ornando el escaparate y que sigue existiendo-. La confitería Alonso se situó en la calle Menéndez Valdés en la década de 1950, junto a otro histórico como Casa Marcelo, transmitía su 'savoir faire' por el aroma que desprendían sus hojaldres al pasar por aquel negro y brillante escaparate.

Milhojas y palmeras

Las grandes milhojas, palmeras de chocolate, semáforos, croissants, pasteles de manzana y las reinas de nata de Alonso dejaron de endulzar los paladares de incluso jóvenes de la generación de los 90, puesto que cerró en 2004 al retirarse su última propietaria, Esmeralda Muñiz Alonso. Sin embargo, su esencia no se ha perdido pues su pastelero sigue trabajando en la confitería Ariana, en El Natahoyo.

En 1973 Julio Helguera abrió la confitería Helguera en la avenida Schulz, encargándose de las elaboraciones su hijo, el maestro chocolatero Tino Helguera. Se trataba de una pastelería de barrio sin grandes pretensiones. Años más tarde se trasladó al primer tramo de la calle Corrida buscando un salto cualitativo en sus pasteles. Mucha fama alcanzaron sus pasteles salados de estilo parisino. Cerró en 2011 regentada por Maribel Helguera. En el año 2000 Tino Helguera abrió el negocio de La Casa del Chocolate con el que se ha extendido por toda España.

También en la calle Corrida se ubicaba La Bombonera, frente a La Playa; la cual pertenecía a la familia Muñiz. Este pasillo de escaparates llegando a la plaza del Seis de Agosto, no suponía sino el mejor duelo personal en cuanto a antojos se refiere. La Bombonera cesó su actividad hace una década y destacaba por la calidad del chocolate que empleaba.

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