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SHEYLA GONZÁLEZ
AVILÉS.
Miércoles, 23 de agosto 2017, 01:02
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Kiev y Gijón están separadas por más de 3.500 kilómetros, una distancia que desde hace una década niños y jóvenes de entre seis y dieciséis años recorren para disfrutar de unas vacaciones diferentes junto a familias asturianas. El programa Vacaciones Solidarias de Expoacción contribuye a mejorar la calidad de vida de estos pequeños durante la temporada estival y lo hace a través de la fórmula del acogimiento.
Los pequeños llegaron a Gijón el pasado 8 de julio y se marcharon ayer en un vuelo que les llevaría de nuevo a casa, junto a sus familias y amigos, dejando atrás cientos de recuerdos en el que muchos ya consideran «su segundo hogar». Ni el idioma ni las costumbres han sido un impedimento para que estos diecisiete niños disfrutasen como nunca de su estancia en Gijón. «Ayudamos a que olviden los enfrentamientos que se viven en su país y que mejoren su calidad de vida, ya que muchos vienen con enfermedades», explica Jorge González, coordinador del proyecto, en la puerta de embarque del aeropuerto asturiano.
Los participantes son descendientes de las familia que vivieron en primera persona la tragedia de Chernóbil y eso les ha marcado, pero no les impide venir a Asturias a pasárselo bien y desconectar. «Nos lo pasamos muy bien porque aquí ya tenemos amigos y nos gusta verlos todos los veranos», explica Masha Pavlovska, quien ha compartido esta experiencia con otros miembros de su familia, como Dasha y Stanislava. Estas semanas han aprovechado para hacer lo que más les gusta y conocer la región. «Me encanta la playa, porque allí no tenemos», confiesa Dasha.
Miguel Trabanco es uno de los 'padres' acogedores de estos niños, es su tercer año como miembro del programa Vacaciones Solidarias y espera seguir repitiendo ediciones. «Estamos muy contentos, nos parece una experiencia muy positiva», indica, que durante estos días acogió a la pequeña Sasha, de 12 años, con quien compartieron aficiones como el patinaje. «Aprovechó para ir a un campamento, a nadar y a conocer las fiestas de Gijón», explica.
Como él Maite Pérez y Rafa Monjas compartieron verano con la pequeña Olga. «Fue todo muy fácil. El idioma no fue un impedimento porque lo aprenden enseguida», apuntan. La gastronomía local fue otro de los placeres que se dieron todos los pequeños: «Me encanta todo lo que nos dan aquí», explica Stanislava Pavlovska, que confiesa que «este tiempo echas de menos a la familia y amigos, pero nada más».
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