Borrar
La escritora estadounidense Suki Kim.
Una reportera en el país de los secretos

Una reportera en el país de los secretos

La periodista Suki Kim cuenta sus peripecias de cómo se infiltró en Corea del Norte como profesora de inglés de los hijos de la élite dirigente

Antonio Paniagua

Domingo, 15 de marzo 2015, 07:43

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

En un país donde hay 35.000 estatuas de los líderes de la dinastía Kim, el culto a la personalidad llega a ser algo agobiante. No por casualidad en cada hogar de Corea del Norte hay acoplado un altavoz a través del cual cada habitante recibe la ración diaria de propaganda gubernamental. Sin embargo, la periodista Suki Kim sobrevivió a ese opresivo lavado de cerebro. Kim pasó seis meses enseñando inglés a los hijos de la élite norcoreana y apuntó todo lo que veía. Cuando regresó a Estados Unidos escribió un libro sobre su experiencia, Sin ti no hay nosotros, que fue leído con avidez por sus compatriotas. El reportaje, que ahora se publica en España por la editorial Blackie Books, cuenta sus andanzas por Pyongyang y su experiencia con unos alumnos que, pese a ser los cachorros del régimen comunista, lo ignoraban todo.

Suki Kim, ciudadana estadounidense nacida en Corea del Sur, logró infiltrarse en el país más hermético del mundo gracias a que fue contratada por la Universidad de Ciencias y Tecnología de Pyongyang (PUST, por sus siglas en inglés), dirigida por cristianos evangelistas. Es el único centro privado que existe en el Estado asiático, que curiosamente tolera la libertad de cultos siempre que no hagan proselitismo. Levantar esta universidad costó 35 millones de dólares, sin que el Gobierno norcoreano haya puesto un céntimo para su creación y funcionamiento. «El régimen obtiene una buena imagen y a cambio puede educar a sus élites. Si esta organización trae un montón de dinero, ¿por qué se va oponer el Estado?», explica la reportera.

Según Suki Kim, hasta los estudiantes de informática y tecnología lo desconocen todo sobre internet, tal es férreo control de la información que existe en el país. «En la era de la información global, donde los secretos son un anacronismo, Corea del Norte va a lo suyo».

Tras su paso por el país, donde no hubo segundo que no estuviera vigilada, la informadora asegura que Corea del Norte no se puede homologar ni con la URSS de Stalin, ni con la Alemania de Hitler ni con la Camboya de Pol Pot. «Por el culto cuasi religioso al líder y el secretismo que rodea todo, Corea del Norte solo puede compararse con una iglesia fundamentalista». Y eso que se estima que los trabajos forzados, las ejecuciones y los campos de concentración han costado un millón de vidas desde 1948. No en balde, la República Democrática Popular de Corea tiene en funcionamiento 20 gulags y 120.000 prisioneros políticos permanecen recluidos.

Viviendo en la universidad, Suki Kim se sentía como en un cuartel. El centro tenía forma de semicírculo, de modo que todos los sitios eran visibles desde cualquier otro lugar. Por añadidura, los profesores y los estudiantes convivían en el campus bajo la estrecha vigilancia de un grupo de guardias femeninas veinteañeras.

La periodista ha visitado Corea del Norte en varias ocasiones, pero durante su estancia como profesora de inglés vivió dos momentos importantes. Como en 2011 estalló la primavera árabe y el régimen se mostraba receloso de un posible contagio, Pyongyang lo esquivó con actos de homenaje al fundador de la dinastía, Kim Il-sung. También vivió la muerte de Kim Jong-il, un acontecimiento para el que el Gobierno organizó impresionantes exhibiciones de duelo.

Pese a ser unos privilegiados, los vástagos de los dirigentes norcoreanos se mostraban especialmente torpes en sus relaciones con el otro sexo. «Cuando les propusimos que escribiesen una redacción titulada Cómo conquistar a una chica, algunos de los chicos se quedaron sin saber qué hacer».

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios