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Chris Christie.
El otro 'boss' de Nueva Jersey entra en la batalla por la Casa Blanca

El otro 'boss' de Nueva Jersey entra en la batalla por la Casa Blanca

Chris Christie, el orondo gobernador e incondicional de su paisano Springsteen, peleará por la candidatura del Partido Republicano

Óscar Bellot

Martes, 30 de junio 2015, 17:51

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Pocas cosas resultan tan capitales en política como escoger el momento oportuno para actuar. De ello puede dar fe Barack Obama, cuya cadidatura en 2008 se vio impulsada por los deseos de cambio de la sociedad estadounidense tras ocho años de gobierno de George W. Bush. No parecen tan favorables los vientos que soplan para Chris Christie, quien ha anunciado hoy, en la que fuera su alma mater, la Livingston High School, su intención de postularse para la nominación del Partido Republicano de cara a las presidenciales de 2016. El gobernador de Nueva Jersey se convierte así en el decimocuarto nombre en liza dentro de la carrera del 'Gran Old Party'. Pero lo hace muy alejado del favoritismo de que gozase en el pasado.

Corría el año 2012 cuando la figura de Christie se antojaba imparable. Mientras Mitt Romney naufragaba en su batalla ante Obama, todas las miradas se concentraban en el orondo político que había visto cómo su gestión en un tradicional bastión demócrata dispraba su popularidad. En los dos años que llevaba en el cargo de gobernador se había construido un perfil de moderado que casaba bien con las exigencias de regeneración que arrojaba el veredicto de las urnas para su partido. Apasionado de la música de su paisano Bruce Springsteen, este abogado y padre de cuatro hijos era visto con buenos ojos por los latinos, un sector que volverá a ser decisivo en noviembre de 2016. Tan solo el sobrepeso parecía un hándicap para Christie. Y ya fuese para subsanarlo o por motivos de salud, optó por someterse a una operación de reducción de estómago en 2013 que habría de mejorar sus opciones.

Pero desde que alcanzase la cima en 2012, Christie no ha hecho sino perder pujanza, hasta el punto de que hoy se sitúa muy lejos de los favoritos dentro de la contienda republicana: Jeb Bush, Marco Rubio y Scott Walker. Primero fue el alineamiento con Barack Obama ante la llegada del huracán 'Sandy', que golpeó duramente Nueva Jersey, obligando al Gobierno a poner en marcha una serie de medidas que fueron aplaudidas por Christie. El contraste con lo sucedido con el Katrina en 2005, con la tardía reacción de un George W. Bush que se hallaba por aquel entonces de vacaciones en Texas, fue notable. Las instantáneas de Christie trabajando codo con codo con el mandatario demócrata no sentaron nada bien en su partido, inmerso en la recta final de las elecciones de 2012. Romney, que se había adelantado a Obama en las encuestas tras la nefasta actuación del presidente en el segundo de los debates televisados, acabó sucumbiendo, y muchos responsabilizaron a Christie de haberle otorgado un apoyo crucial.

El 'Bridegate'

Los problemas para Christie no habían hecho sino comenzar. Mucho más graves fueron las acusaciones vertidas en su contra dentro del denominado 'Bridegate'. El escándalo surgió al revelarse que el republicano ordenó el cierre de dos carriles del puente de George Washington, que conecta la ciudad de Fort Lee (Nueva Jersey) con Manhattan (Nueva York), lo que provocó grandes atascos durante cuatro días. Christie habría decretado la medida en represalia contra el alcalde de la localidad de Fort Lee, el demócrata Mark Sokolich, quien se había negado a respaldar la candidatura del republicano. El caso motivó una investigación judicial y se cobró varias cabezas en el equipo del gobernador.

Poco después, Christie fue acusado de malgastar fondos de la ayuda para paliar los efectos del huracán 'Sandy', parte de los cuales habrían servido para financiar una campaña publicitaria destinada a incitar el turismo en la zona costera de Nueva Jersey. El contrato se lo adjudicó una empresa que había presentado una factura más elevada que su competidora pero que empleó tanto a Christie como a su familia en la promoción.

Con Christie empantanado en los juzgados, su estrella no ha hecho sino declinar en los últimos meses. El gobernador ha sido objeto de la ira tanto de correligionarios como Lindsey Graham, senador por Carolina del Sur y también candidato a las presidenciales de 2016, quien le acusó de permiar a sus amigos y castigar a sus enemigos, como de los demócratas, que han descrito a su equipo como "una organización paramilitar", recordando hechos del pasado como la demanda de que fue objeto en los años noventa por efectuar una declaración falsa en un spot contra su por entonces principal rival.

En busca de la resurreción

El hombre capaz de hallar puntos de consenso con la oposición ha sido retratado desde entonces como un político agresivo y despiadado, artífice de un juego sucio propio de los tiempos de Nixon. Los ataques han supuesto un duro golpe a su principal línea de flotación, su capacidad de atraer a los moderados e indecisos. El odio de los sectores más conservadores ya se lo había granjeado mucho antes con sus posturas en asuntos innegociables para el ala más radical como el control de armas o el cambio climático.

Hubo incluso quien le dio por acabado políticamente. Pero Christie ha decidido tomar ahora al tren que dejó pasar en 2012. Lo hace con apenas un 2% de apoyo en las encuestas, muy por detrás del 15% que el último sondeo de Fox otorga a Jeb Bush, el 9% de Walker o el 8% de Rubio. Es el décimo en una carrera de catorce -y subiendo, pues próximamente entrará en la misma el gobernador de Ohio, John Kasich-, por lo que tendría que hacer gala de una impresionante capacidad de superación para llegar con opociones a las primeras citas en Iowa y New Hampshire. Claro que aún más complicada se antojaba la resurrección de Nixon tras perder las presidenciales de 1960 y posteriormente las elecciones a gobernador de California y acabó desembarcado en la Casa Blanca. Un precedente al que se agarra el otro 'boss' de Nueva Jersey para mantener vivo su sueño presidencial.

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