Borrar
Un momento del acto de celebración de los 25 años del centro.
Doce aulas prefabricadas en el barrio de Buenavista

Doce aulas prefabricadas en el barrio de Buenavista

El centro celebra la efeméride con palabras, entre otros, de una profesora que formó parte del primer claustro y que sigue en activo

IDOYA REY

Miércoles, 18 de junio 2014, 00:31

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Era un campo de grava donde los niños se dejaban las rodillas entre juegos. Alrededor del mismo doce contenedores prefabricados, doce aulas improvisadas que durante cerca de diez años, a mediados de los 70, fueron el cole de decenas de niños de Buenavista. Hasta que un edificio, con ciertos defectos al comienzo como casi todos, se inauguró un 21 de noviembre de 1988. Hace 25 años nacía el Colegio Público Buenavista II.

«Tuvimos que estar en el otro colegio en horario de tarde hasta que nos trasladamos a este solar, donde los árboles eran más jóvenes y había ocho aulas al máximo de su capacidad con 30 alumnos, más los de parvulitos», recordaba ayer, durante la celebración de la efeméride, Loli Morán, una de aquellas profesoras que formó parte del primer claustro y que sigue en activo en el mismo centro educativo.

Contaba ayer Morán que a muchos «nos gusta echar la vista atrás y mirar álbumes de fotografías y recordar cómo eran nuestros alumnos». El salón desde el que hablaba Morán, acompañada por la directora del centro, Carmen Fonseca, la presidenta de la AMPA, Inma Álvarez, el escritor Pepe Monteserín, la concejala de Educación, Belén Fernández Acevedo y el director general de Personal Docente, José Antonio Fernández, era en sus comienzos una terraza. «Hubo que cerrarla y también el patio cubierto, que ahora es el gimnasio. Fueron muchos los días de lluvia que nos guarecíamos bajo el techo del patio y también mucho el frío que pasamos por las corrientes que allí había. Lo que ahora es patio, antes era césped que se hacía un barrizal», comentaba la maestra.

Años después vieron como ese estadio frente a sus puertas que los alumnos visitaban una vez al año, el antiguo Carlos Tartiere, era derruido. Sufrieron polvo y ruidos, que años más tarde regresaron. Esta vez para erigir el Palacio de Congresos diseñado por Santiago Calatrava. Creció entre rumores de llevarse por delante el colegio. «Esto es muy pequeño a su lado, pero aquí seguimos», incidía la maestra.

El Colegio Público Buenavista II fue uno de los primeros de la ciudad en instaurar la jornada continua y también uno de los primeros en preocuparse por la integración. Fue un centro de atención preferente a discapacidades auditivas. «Luego las tareas de integración cambiaron, como la sociedad, y hubo que centrar los esfuerzos en niños procedentes de otros países», señalaba el secretario del centro y director en los últimos seis años, Manuel Galán. Sin embargo esos años de trabajo no cayeron en balde. Ayer, todo el acto contó con la presencia de una intérprete en legua de signos y aún queda un alumno con sordera profunda en el colegio. «Todos salen hablando con mayor o menor dificultad y, sobre todo, se pueden comunicar con el oyente», subrayó Galán.

En el acto no faltaron alegatos en favor de la educación pública. «Necesitamos el apoyo de las instituciones para tener una educación pública de calidad. Es necesario para lograr un futuro mucho más culto y más humano». Un futuro Buenavista.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios