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«Se edita demasiado; todo  el mundo escribe y publica  y la calidad se resiente»

«Se edita demasiado; todo el mundo escribe y publica y la calidad se resiente»

«En otras comunidades los libros escolares solo se venden en librerías, pero aquí no han atendido nuestras reclamaciones»

IDOYA REY

Domingo, 23 de noviembre 2014, 01:47

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Cumplió los 30 y decidió unirse al negocio familiar, seguir con la saga que comenzó su abuelo en 1928 al fundar la librería Santa Teresa en un local de la calle El Peso y que luego pasaría a Pelayo. Pedro Polledo tomó esa decisión al no encontrar trabajo y hace justo un año la revalidó: tras la jubilación de su tío y el cierre durante unos meses del negocio, reabrió junto a un antiguo empleado, Leo Prado, en la calle Covadonga. Al fin y al cabo, Polledo creció en una casa llena de libros.

Tras muchos años en la calle Pelayo hubo que cerrar la librería, ¿fue muy duro?

Llevábamos allí desde al año 40. Cerramos y luego, pasado un tiempo, nos animamos a seguir. Dio mucha pena. Es toda una vida. Desde que nací estuve allí, me críe prácticamente entre libros. Los compañeros del cole creían que tenía suerte porque podía leer todos los libros que quisiera.

Pensaban que iba a desaparecer...

En principio sí. Teníamos alguna idea de seguir, pero tampoco era nada claro.

Fue el fin de la renta antigua lo que les obligó a echar el cierre...

Por la jubilación de mi tío ya no teníamos derecho a subrogarnos a la renta, que además finalizaba este año. El incremento era inasumible, como seis o siete veces más.

Llevaba toda la vida es esto, ¿qué pensaba hacer?

Sí. La verdad es que no encontraba nada y me lo tomé como un periodo de descanso.

¿Qué les animó a volver?

Que llevamos toda la vida y tampoco está la cosa muy boyante. Era difícil encontrar otras cosas. Fue un poco de todo.

¿Qué balance hace de este año?

Que todo va poco a poco. La cosa no está muy bien, pero poco a poco va mejorando.

¿Buscaron mucho hasta encontrar este local?

La verdad es que no. Buscamos por el centro, vimos un par más de locales.

Y decidió cambiar el concepto de librería...

Hay que cambiar algo, intentar diversificar. No lo habíamos hablado, pero tanto Leo como yo habíamos pensado en una cafetería y librería.

¿Quién fundó la saga familiar de libreros?

Mi abuelo en el año 1928. Nació en un pueblo de Cornellana y luego vivió en Oviedo. Siguió mi abuela, luego mi padre y dos hermanos y cuando murió mi padre quedé con mi tío al frente de la librería.

Conocerá al dedillo la historia de la librería familiar...

Bueno, para nosotros no tenía nada especial, era lo normal, el día a día. Siempre te cuentan alguna anécdota, te contaban que algunos clientes venían a buscar libros de color o tamaño y que les daban igual lo que hubiera dentro. La verdad es que a mi padre siempre le recuerdo en la librería.

¿Habrá relevo generacional?

Mi hija es muy pequeña, pero no creo que siga. No le gusta. Se inclina más por las Ciencias.

¿Y usted lo tenía claro desde pequeño?

Estaba trabajando en otras cosas, pero no encontraba nada muy fijo. Echaba una mano a mi padre y me ofreció quedarme porque andaban apurados. Aprendí el oficio con la práctica. En realidad yo estudié Informática en la Universidad.

Uno de Ciencias que acaba entre letras...

La verdad es que cuando empecé me dedicaba a temas de contabilidad en la librería, aunque ahora hago de todo.

¿Recuerda el primer libro que leyó?

No, porque las lecturas eran continuas. Sí recuerdo que cada vez que estaba enfermo mi abuela me traía cuentos de Disney de Mickey y Donald, debo tener la colección completa en casa.

¿Y su libro preferido?

El que más veces leí fue el 'Conde de Montecristo'. Siempre me gustó mucho. Lo leí ocho o nueve veces y todavía lo ojeo.

¿El último libro que ha terminado?

Leo tres o cuatro a la vez. Creo que el último que leí fue 'La rubia de los ojos negros', de Benjamin Black, el último Premio Príncipe de Asturias de las Letras.

¿Cuántas horas pasa en la librería?

Muchas.

¿Le queda tiempo para leer?

De la que voy y vengo a casa y el domingo. La verdad es que poco.

¿Cómo está el gremio de los libreros?

Mal. Me imagino que como todos, la venta bajó muchísimo. Entre que la gente recorta por la crisis, el libro electrónico y la piratería se nota mucho.

¿Mucha competencia?

No, la de siempre. Casi nadie abre una librería nueva, lo que notamos es la presencia de grandes superficies.

¿Se corre el riesgo de que todas las librerías sean iguales y tengan los mismos libros?

Sí. Te encuentras lo mismo prácticamente en todas las librerías. Al menos en Oviedo. En grandes ciudades siempre hay librerías que intentan diferenciarse y especializarse.

¿Ustedes intentan diferenciarse con actividades?

Organizamos todo lo que podemos. Además de presentaciones de libros, hacemos alguna tertulia literaria, exposiciones de pintura y fotografía, algún concierto incluso y también talleres de cocina, cursos de fotografía y grupos de conversación en inglés.

¿Dónde queda el papel del librero?

Es el de aconsejar. La gente viene a comprar libros y muchas veces no tiene muy claro lo que quieren. El cliente habitual no viene con una idea fija, viene a ver lo que hay y qué le recomendamos. Eso no ha cambiado.

Pero también tienen ahora la posibilidad de la compra 'online'...

La verdad es que la venta por internet bajó también mucho. Tampoco funciona muy bien. Estuvimos pensando en poner página web, pero no es rentable. Lo que afecta mucho es la piratería, pero eso ya...

¿Y con el 'e-book' desaparecerán los libros de papel?

No creo que llegue a desaparecer. Es cómodo para viajar, pero no es lo mismo. Yo la verdad no tengo libro electrónico, aunque lo importante es que la gente lea, no deja de ser un libro en otro soporte.

¿La gente lee o no lee?

Lee poco. Parece que los críos empiezan a leer más. Creo que es lo único donde se mantienen las ventas, en el libro infantil.

¿Cuándo era niño se leía más?

Creo que sí, y se jugaba a juegos de mesa. Había solo dos canales de televisión y sin mando a distancia. Así leíamos más.

¿Y se lee bien o mal?

La gente normalmente compra 'best seller' no hay duda, pero yo no digo bien ni mal.

¿Se edita demasiado?

Sin lugar a dudas, y a veces la calidad se resiente. Ahora todo el mundo escribe, publica o firma el libro

¿Se ha planteado escribir algo?

No creo que tenga mucho futuro como escritor. No tengo suficiente imaginación.

Su gremio organiza LibrOviedo, ¿son necesarias las ferias para fomentar la lectura?

No sé si son necesarias. No creo que sirvan para fomentar la lectura, pero yo creo que está bien que nos juntemos alguna vez todos los libreros para hacer algo juntos y un poco diferente. El sistema de Oviedo es un poco diferente, antes cuando íbamos todos por libre, llevábamos todos lo mismo. Al final cada cliente compraba en su librería habitual. Ahora vamos todos juntos y hay mucha más variedad.

¿Reclaman más políticas institucionales para fomentar la lectura?

Las bibliotecas están haciendo cosas, grupos de lectura, por ejemplo.

¿Y entonces qué falta? ¿Qué pueden hacer los gobiernos?

En lo que a las librerías respecta creo que lo que más nos afecta es el tema del libro escolar. Ahora lo vende todo el mundo, desde colegios hasta asociaciones de padres y grandes almacenes. Y encima a unos precios a los que nosotros no podemos competir. En otras comunidades, como Galicia, está prohibido. Allí todos los libros escolares se venden en librerías. Ha habido reclamaciones, pero aquí nada no se arregla nada.

El año que viene es electoral, quizás atiendan esa demanda...

No creo que afecte nada, que vaya a cambiar mucho. La verdad es que la política no me interesa

Aunque dice que se lee poco, ¿cree que Oviedo es una ciudad culta?

Creo que sí. Las actividades culturales arrastran a gente. Creo que está mejor que antes, hay muchas cosas.

Para que la crisis del libro pase, hace falta...

Si lo supiera...Yo creo que sería bueno que la juventud cogiera el hábito de la lectura, eso cada vez es más difícil por la tecnología y electrónica.

Para terminar... ¿Qué proyectos afronta la librería Santa Teresa?

Seguir igual, organizando actividades e intentar seguir creciendo, a ver si mejora un poco la cosa. Acabar de ampliar la librería. Abrimos una planta abajo, pero todavía está como almacén. La idea es abrirla entera al público.

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