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Cuando la opción es emprender

Cuando la opción es emprender

La creciente cultura empresarial y la crisis económica ha llevado a muchas personas a crear sus propios negocios en la ciudad, unas veces por elección y otras casi por obligación

IDOYA REY

Domingo, 14 de diciembre 2014, 00:49

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Un hueco vacío en el mercado, una idea que siempre había rondado y que de repente se vuelve urgente, una elección para desarrollar el trabajo que te haga feliz o simplemente la única alternativa posible. Las motivaciones que llevan a crear un negocio son variadas, y en los últimos años parecen haberse multiplicado. La crisis económica ha animado a muchos a crear sus empresas para sobrevivir, pero también ha colocado en esa situación a personas con inquietudes de proyectar algo nuevo, algo suyo, que de otro modo no se hubieran atrevido.

Aquí, en Oviedo, cuentan además con un espacio para crear lazos entre personas que acaban de poner un pie en la pista de salida. El Talud de la Ería lleva poco más de un año ofreciendo formación y asesoramiento a aquellos que apuestan por su idea. Los hay que acaban de terminar la carrera y otros que ya se han jubilado, pero todos se han plantean si la crisis es el peor o el mejor momento para arrancar con su proyecto. Andan buscando la respuesta, pero lo que tienen clara es su opción: emprender.Antes de 2008, de ese año fijado casi como el origen de la crisis, nadie hablaba de emprendedores. Pero en algún momento del final de la pasada década el término comenzó a hacerse cotidiano. Políticos y consultores animaban a aquellos dispuestos a crear sus propios negocios. Un mensaje que a tenor de las cifras caló en una ciudadanía ávida por cambiar las cosas o simplemente por sobrevivir. En 2013 se constituyeron en España 93.420 empresas, 6.354 más que en 2012, según los datos del INE.

En Oviedo, el Ayuntamiento destinó además el inutilizado edificio del Talud de La Ería a un proyecto de apoyo a esos emprendedores que tanto alentaba. Desde abril, cuando el Consistorio firmó un convenio con siete entidades, el espacio de coworking de La Ería, se inscribieron 241 personas: 69 ya han montado su empresa y 113 están en proceso. Aunque son muchos más los que han decidido probar suerte.

Lorena y Joana Fernández, hermanas de 38 y 37 años, son un ejemplo. Ambas ingenieras acaban de montar Eureka Formación, una academia de clases a universitarios, apoyo escolar e idiomas. Ambas habían probado suerte en el extranjero. Lorena pasó una temporada en Perú, «pero lo de irse a trabajar fuera no es tan bonito como lo pintan. Mi experiencia fue muy mala, no habían contratado mi seguro ni tenía los papeles en regla», explica. A la vez su hermana y su cuñado Carlos Castillo habían pasado por Londres, Bruselas y Estados Unidos y ya pensaban en una alternativa para volver a casa. «Trabajas 18 horas al día durante los siete días de la semana y estás mal pagado». Dicen que lo de intentar esa idea que a Joana le carcomía desde hace tiempo fue «casi por necesidad».

Desde septiembre han conseguido un minisueldo y se confiesan satisfechas de estar probando. Justo antes de la apertura a Lorena le salió un trabajo, después de meses de intentos fallidos. «Ya habíamos tomado la decisión así que aposté por esto», revela. No tienen miedo al fracaso, una idea que, «creemos, está asociada a una falta de cultura de emprendedor. La gente todavía piensa en tener un empleo para toda la vida. En otros países creemos que estas cosas no pasan».

Oviedo por elección

Unos piensan que en otros países es más fácil, pero Jens Kluck, alemán de origen, decidió hace justo un año instalar en la ciudad la sede de su nueva empresa Vivados, un portal inmobiliario. Podía haber desarrollado su idea en cualquier otra ciudad, pero su mujer, que ahora reside en Londres, es de aquí, «y además me encantan los pinchos de los bares», bromea. Ya en serio asegura que en Asturias «al haber un nivel más alto de desempleo, puedes realizar una mejor selección de colaboradores. Tenemos un equipo joven, altamente cualificado y muy motivado. Es lo más importante para tener una empresa». En este año ha contratado directamente a 14 empleados e indirectamente da trabajo a otros seis.

Y además de poder haberse instalado en otra ciudad, Jens Kluck también podría haberse dedicado a disfrutar de su jubilación. Porque ha decidido crear su empresa con 72 años cumplidos. «Siempre me gustó la idea y no me gusta estar sentado delante del televisor», dice. Además cree firmemente en la oportunidad de su negocio en España. Lo que diferencia a su portal inmobiliario de otros es que «solo trabajamos con profesionales del sector de modo que no existen ofertas multiplicadas y varibales de diferentes inmobiliarias y de particulares, los precios están ajustados a la realidad y no hay engaños».

La calidad también es la prioridad para Paula Cabal y Estrella Fernández, de 29 y 32 años, psicólogas en su Clínica Cabal. Tras un tiempo de trabajo en otro centro, Paula Cabal decidió lanzarse a crear su propio negocio para desarrollar su forma de entender la Psicología. Estrella Fernández se sumó pronto. Ella había optado por la vía universitaria, pero la crisis puso alguna piedra en ese camino y aunque llegó a tener ofertas de otras clínicas, «me decanté por la vía más difícil».

Ambas tenían en mente desarrollar el proyecto, «aunque es verdad que las circunstancias marcaron un poco el camino. La idea inicial era estar más tiempo por cuenta ajena». De nuevo las circunstancias del mercado laboral. Ahora llevan ya un tiempo ofreciendo un servicio integral de psicología para adultos, niños y sus familias. Incluso trabajan con los centros educativos de los menores. «Trabajamos desde una perspectiva global y no tenemos una visión empresarial de los clientes. Nunca nos haremos ricas, pero somos más felices».

Como ellas, la arquitecta Andrea Álvarez pensaba crear su propio estudio, pero tras pasar cierto tiempo trabajando para otros. No lograba encontrar un puesto, así que se lanzó a abrir Espacio A-Cubo en su ciudad, en casa, «que siempre parece que da menos miedo». Ella prefiere llamarlo taller, en lugar de estudio, «y lo que queremos es tener un lugar físico a pie de calle, con escaparate para acercar la arquitectura a la gente». Incluso ofrece su pequeña biblioteca para que la consulte quien quiera y ha comenzado a organizar talleres de pintura para niños. Abrió hace apenas tres meses y tiene fuerzas para continuar porque acaba de ganar el concurso del Ayuntamiento de Gijón para mejorar unas las medianeras que miran al parque Teodoro Cuesta. Talento que opta por Oviedo.

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