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El patito de goma 2

JUAN VEGA FELGUEROSO

Domingo, 1 de marzo 2015, 01:22

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Eloísa se levanta cada mañana a las 06.45 horas para atravesar, sin encender ninguna luz, un kilométrico pasillo hasta la cocina, donde sentada en un taburete lee la prensa que el repartidor, un chico muy simpático y gordo, le deja en el felpudo. A veces, cuando lo oye subir bufando por la escalera -octavo piso sin ascensor- abre la puerta para invitarle a desayunar café y tostadas con mermelada -siempre de fresa-. A las ocho en punto exprime -pese a la artritis de los 81 años- tres naranjas que el día anterior ha guardado con amor en la nevera para que el zumo esté frío, poniéndolo junto a un café en una bandeja primorosa que lleva a la habitación de su hijo. Cuarenta y dos años haciendo el mismo ritual. Un beso en la frente despierta a Mario, que toma de un trago el zumo y paladea el café escuchando el resumen materno del periódico; después sale al balconcito a fumar viendo como bulle la avenida de Galicia.

El timbre suena: Eloísa saluda a Javier y le prepara un té con unos bizcochos que compra por las tardes para que estén esponjosos. Eloísa está encantada con Javier, un apuesto chico de treinta y tantos años, educado, amable, elegante, guapo y cariñoso. Al principio se disgustó al comprender que nunca tendría nietos, pero ahora le ha cogido cariño al novio de su hijo. A media mañana Eloísa se va de casa a hacer la compra, que termina siempre tomando dos ginebras con las amigas que siguen vivas, mientras tanto Mario y Javier se quedan trabajando.

Los portátiles de última generación desentonan con la casa, que no tiene ni tan siquiera línea de teléfono. La conexión la realizan con una tarjeta prepago de datos 4G comprada en un locutorio de El Milán, donde la obligación de identificar al comprador de tarjetas SIM no se aplica. El acceso lo realizan mediante servidores proxy -Canada, Nueva Zelanda y Tailandia- con lo que el correo de Gmail.es registra en sus LOG una oscura IP con sede en Bangkok. La mañana transcurre en la avenida de Galicia en un pormenorizado análisis de todos los datos extraídos de los ordenadores de los abogados de la calle Asturias (EL COMERCIO 22 de febrero de 2015). El truco consiste en enviar un 'email' con un extracto de la documentación más sensible exigiendo 6.000 euros como condición para no subir la información a internet y evitar la denuncia ante la Agencia de Protección de Datos. Pero esta vez Mario y Javier se ríen y relamen. Entre los datos que el patito de goma ha conseguido se encuentran fotografías sugerentes del abogado con toga, pero sin ropa, acompañado de una jovencita que, obviamente, no es su esposa.

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