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SUSANA NEIRA
Jueves, 9 de julio 2015, 00:19
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Los despedidos de la fábrica de armas de Trubia han escuchado decenas de promesas políticas desde que, dentro de un plan de reestructuración, la dirección de la empresa Santa Bárbara les entregó en mayo de 2013 la fatídica carta que terminó, en muchos casos, con el trabajo que ocupaban desde hacía tres décadas. Entre estas promesas de luchar por su readmisión estaban las de los partidos de la oposición que ahora forman parte del Gobierno local.
Entre tanta palabra sin fruto, el colectivo agradeció ayer especialmente que fuera el propio regidor, Wenceslao López, quien les llamara para reunirse. «El apoyo que nos ofrecían antes, como oposición, cobra ahora mucha más importancia por el margen de maniobra y de gobierno que ahora tienen», reconoció Javier Álvarez, uno de los afectados. Confían en que este «talante positivo» sirva para solucionar su conflicto laboral.
El grupo, que tras 26 meses de lucha ya ha terminado las prestaciones por desempleo, insistió ayer en que su reincorporación, a la vista de que la fábrica de armas aumentará su carga de trabajo con la producción de 589 barcazas para las tropas británicas, «pasa por la actuación en el Ministerio de Defensa donde se tenga como base la integración de las dos fábricas de Asturias para crear un sector que sea tratado de la misma forma que el resto».
De forma paralela, la empresa mantiene abierta una mesa de diálogo con el comité de empresa para negociar cómo se gestionará el nuevo encargo.
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