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Aliatar y su ayudante con los niños de los desayunos.
Aliatar visita con su theremín mágico los desayunos de '¿Pero quién dice...?'

Aliatar visita con su theremín mágico los desayunos de '¿Pero quién dice...?'

El príncipe y su ayudante reparten casi un centenar de regalos entre los niños que cada mañana comienzan el día juntos en el Ca Beleño

Idoya Rey

Martes, 5 de enero 2016, 00:21

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Con el fin de curso escolar justo antes del periodo navideño, los desayunos de '¿Pero quién dice que en Oviedo no hay nada?' organizaron una merienda para todos los niños y familias que cada día comienzan la jornada juntos en el Ca Beleño. La merienda iba acompañada de un pequeño regalo para los niños, un pequeño detalle para alimentar también ilusiones. Uno de los pequeños recibió un peluche del que a partir de ese momento no se separó ni de día ni de noche. Entonces decidí que teníamos que hacer algo para que ningún niño se quedará sin regalo de Reyes Magos, explica la impulsora de la iniciativa colaborativa, Belén Suárez Prieto. Y como siempre pasa en los desayunos encontraron muchas manos para ayudar.

La carta con el deseo de '¿Pero quién dice...?' llegó a manos de sus majestades los Reyes Magos de Oriente, quienes la leyeron muy atentamente. Enseguida buscaron ayudantes. Unos para ceder regalos, otros para empaquetarlos, otro hizo magia para decorar el almacén de los desayunos y hubo dos que tuvieron un papel clave. Melchor, Gaspar y Baltasar, que todo lo saben, conocían la importancia de la música y la cultura para los desayunos. Así que buscaron a dos de esas personas que no dejan de agitar la vida en la ciudad. Hablaron con Israel Sastre y Enrique Patricio para recibir referencias directas de esos niños que parecían muy buenos.

Ya con bastantes datos de primera mano, el príncipe Aliatar y su ayudante visitaron ayer el almacén de los desayunos. Lo hicieron con un theremín mágico que detectaba al momento quién se había portado bien durante el año y quién había sido un poco más travieso. Por aquí creemos que hay alguien que no pasará la prueba, decían Aliatar y su ayudante ante las decenas de pares de ojos bien abiertos, sin parpadear si quiera no vaya a ser que fuera alguno de ellos. Son los mayores. Con ellos no funciona porque los regalos son para los niños, razonaban los pequeños, echando balones fuera. Pero algo de razón tenían, porque Aliatar y su ayudante repartieron casi un centenar de los regalos que consiguieron traer a Oviedo gracias a muchos otros ayudantes. Entre todos hicieron magia para que ningún niño se quedara sin regalo.

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