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La cafetería Rívoli, una de las más veteranas de la calle Uría, ha perdido su terraza con la entrada en vigor de la nueva ordenanza.
Las terrazas desaparecen de la ciudad

Las terrazas desaparecen de la ciudad

Los empresarios anuncian despidos y de hecho algunos ceses ya se han materializado en tan solo 15 días, desde que entrara en vigor la nueva norma

IDOYA REY

Domingo, 17 de enero 2016, 00:47

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Los lujosos cafés con sus concurridas terrazas es una imagen inconfundible del Oviedo de principios del siglo XX. En los libros de historia aparecen esas fotos de las terrazas de cafés como el Cervantes o el Peñalba con toldos a rayas y clientes departiendo en las mismas. Unas fotos que a partir de este año cambiarán: muchos hosteleros han optado por retirar las mesas y sillas, aunque esperan que haya algún cambio que les permita volver a colocarlas.

Una de esas terrazas que lleva décadas en el paisaje urbano de la ciudad y que ahora ha quedado huérfana es la del café Rívoli, de los más veteranos de la calle Uría, una de esas terrazas donde se sentaba Ángel González en el mismo bar donde estrenó exposición en 1960 Manolo Linares. «Es la terraza más antigua en activo. Por la información que tengo es así, pero he decidido retirarla con la nueva ordenanza. No tiene sentido poner una terraza en la que la gente no se tape», cuenta su propietario, Antonio García, quien de paso recuerda la inversión de más de millón y medio de pesetas que realizó para instalar una cubierta fija para su terraza. «Esta nueva norma es una cosa rara que no entiende nadie porque, en una calle como Uría, creo que las mesas y sillas molestan menos cuando están junto a la pared que en medio de la acera», dice. A él, al menos en su caso, le parece absurdo y de momento ha optado por retirarla.

Dentro de esas sinrazones que, según los hosteleros tiene la nueva norma, está la de guardar cada día todas las mesas y las sillas en el interior del local. «Yo tengo un almacén en frente y no sirve. Tienes que guardarlas en el interior del bar», insiste García, quien reconoce que hay lugares donde no se pueden poner terrazas. «Entiendo que es así, pero las que ya están son un bien para la ciudad, dan ambiente y puestos de trabajo», subraya.

Precisamente por los puestos de trabajo teme uno de esos camareros ovetenses. José Benavides lleva muchos años tras la barra de La Paloma, donde han retirado, «antes de que nos puedan multar», los barriles que tenían en el exterior. «La mitad de los camareros vamos a ir al paro. Es un problema muy gordo. ¿Qué van a hacer en calles tan turísticas como Gascona?», se preguntaba esta semana el camarero. Porque en tan solo quince días, desde que entrara en vigor la nueva ordenanza, los efectos ya se han dejado notar. Mesas que desaparecen y algún puesto de trabajo que también se ha esfumado ya; también aceras despejadas para pasear, «para que circulen las personas con movilidad reducida, pero también para que los niños no circulen junto a la carretera y que los vehículos de emergencia tengan paso», defiende el concejal de Licencias, Ignacio Fernández del Páramo.

Algún cese

Uno de los establecimientos más afectados es el de La Corte. En pleno cónclave comercial, económico, político y turístico de la ciudad, la terraza siempre estaba concurrida. «Desde el 1 de enero, ha habido días en la que no hemos facturado ni un solo café en la terraza», cuenta el responsable del negocio Héctor Peláez. Haciendo números, con la nueva situación le sobran cuatro camareros. Uno ya no ha sido renovado. «Tocaba renovar y con estos cambios no hemos podido hacerlo. Y además sobran otros tres», explica.

En La Corte no hay clientes en las pocas mesas que les han quedado -veinte menos que antes- y que están a la intemperie, sin toldo que las proteja. De momento los hosteleros aguardan expectantes. No quieren realizar inversiones en mamparas y sombrillas que luego puedan quedarles inservibles. Por eso, la terraza de bares tan míticos por su ambiente como El Campa también está desierta. Esta semana todavía no habían recibido el visto bueno para la colocación de las mesas y sillas y entre tanto la terraza ha desaparecido. El edil explicó que los técnicos municipales trabajan en el reparto de espacios peatonales y plazas para que todos los negocios tengan un lugar donde colocar las mesas en función a criterios puramente técnicos.

Unas desaparecen por esa falta de premios y otras como protesta. Porque en la avenida de Galicia, una quincena de negocios se han unido para retirar las mesas y sillas ante esta norma que, aseguran, serán la «ruina de muchos negocios». Muchos otros hosteleros reclaman a la patronal una protesta conjunta, un parón o huelga de la hostelería ovetense. En la Oveja Negra, Rufino Alonso, incluso se plantea tramitar un Expediente de Regulación de Empleo (ERE), ante la merma del trabajo.

Mientras las acciones conjuntas llegan, cada cual pelea por mantener su terraza. En la cafetería Santa Fe, en la calle Ventura Rodríguez, en una de esas pocas terrazas soleadas y por ello muy demandadas de la zona comercial, trabajan con un aparejador. «Tengo recurrida la denegación de la terraza. Pongo las mesas en paralelo a la carretera, pero las mediciones las hacen como si estuviera en perpendicular y no cumpliera las medidas», dice Dani Menéndez el dueño del negocio. El hostelero entiende que si la norma lo dice, haya que separar las mesas y sillas de las fachadas, pero reclama un poco de comprensión y algunas soluciones como ocupar una pequeña parte de la zona azul. «En algunos sitios como Valencia de Don Juan lo hacen y puede ser una solución que el Ayuntamiento podría valorar», sugiere.

Los usuarios habituales de este tipo de negocios también reclaman la presencia de las terrazas.«Esto es algo de toda la vida. Siempre vi las terrazas, que daban mucha vida», cuenta Engracia González que lleva 57 años siendo cliente del Rívoli. El argumento del Ayuntamiento frente a la crítica es el mismo: «El uso de un espacio público no puede regirse por intereses privados».

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