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Frankie Delgado, Jaime Cepeda, Oliver Montesinos, Blanca Fresno, Rocío Mosquera, Ricardo de Teresa, Elena Boto y Marta Fermín.
Los artesanos ocultos de Oviedo

Los artesanos ocultos de Oviedo

La Calleja de la Ciega, escondida en un túnel de la capital, encierra muchas sorpresas con sus locales ocupados por artesanos y artistas

Idoya Rey

Lunes, 2 de mayo 2016, 16:40

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La gente que aún vive en La Calleja de la Ciega se conoce por su mote. Es una costumbre que viene de lejos, tanto que dio lugar hasta el mismo nombre a la callejuela, ese lugar que conserva el espíritu de barrio, esa familiaridad perdida en otras zonas de la ciudad, aunque en el pequeño callejón viva escondida. El túnel oculto es a efectos una vía más del mapa de la ciudad, pero no es una calle cualquiera. Está llena de sorpresas. A un lado y al otro.

Aunque Lorenzo brille en la ciudad, la Calleja de la Ciega siempre habita en penumbra, solventada por unas luces con sensores instaladas hace años por el Ayuntamiento. Es un lugar sugerente, lleno de secretos y leyendas. Esas que cuentan que tras los muros del túnel hay muchos caminos, subterfugios usados en la época medieval para dejar atrás la muralla. Cuentan que hay incluso quien al hacer obras en sus casas se encontró con unas escaleras que parecían que no conducían a ningún lugar, aunque en realidad llevaban a la calleja, ese carretera por donde circulaban los carruajes que dejaban Vetusta.

Todos esos misterios han convivido a lo largo de la historia con muchos oficios que tenían sus talleres en los bajos de La Calleja de la Ciega. Desde un fábrica de colchones, una carpintería o un taller de fabricación de zapatos, talleres de artesanos que aún perviven en la actualidad. Al cruzar esa entrada que deja a ciegas, tras los pequeños portales de la callejuela que une Azcárraga y la parte baja de Martínez Vigil, se esconden diferentes tipos de artesanos y artistas. Desde un taller de arte, uno de restauración de muebles, otro que arregla vespas y una fábrica de cerveza artesanal. Es el resurgir de un lugar que encandila a todo el que lo visita.

Le pasó hace unos meses a la artista Marta Fermín. En su búsqueda de un local para crear un centro creativo acabó en La Calleja. «Vine a ver el local que estaba en muy mal estado con maleza que inundaba gran parte del bajo y todo lo que allí habitaba. Nada más entrar vi las posibilidades del local, con el jardín de la parte trasera. Me pareció un lugar con un punto alternativo que reunía todo lo que yo quería», cuenta ahora desde Decero Espacio Creativo. Además iba a tener unos vecinos «de lujo», cuenta ahora que ya lo ha comprobado en primera persona.

Uno de esos vecinos es Jaime Cepeda, que lleva 22 años con su taller de restauración de muebles, Cordobán, en la callejuela. Cuando él llego la zona no era la más recomendable de la ciudad, poco que ver con lo que es ahora. «Estaba lleno de yonkis y gente que vivía aquí. Llegué por casualidad, pero cuando vi esos terrenos, esos jardines y huertas que hay en pleno centro de Oviedo, decidí quedarme», relata. Fue pasando de un bajo a otro de esos edificios del túnel y lo hizo con ese taller que por aquel entonces era toda una novedad en la ciudad. «Teníamos trabajo de toda Asturias, luego se puso de moda», reconoce. Cada vez más gente opta por restaurar sus propios muebles. Pero no es lo mismo. Cepeda es un artesano, que atesora entre sus trabajos pasados la restauración de los bancos de la capilla y el paraninfo del Edificio Histórico de la Universidad, también lámparas de la institución académica y ha colaborado en la restauración de un retablo de la Catedral.

Con Cepeda trabajaba en el taller Ricardo de Teresa que ahora ha cambiado de afición, aunque también se ha quedado en La Calleja. Al comienzo de ese túnel ha instalado un taller de reparación de vespas y lambrettas. «Soy un amateur. Llevo dos o tres años, pero por afición», asegura él que, cómo no, tiene una vespa. La calle, dice, tiene poco que ver con esa que se encontraron hace 20 años. Ha ido cambiando, en parte por la reivindicación de los residentes para colocar una valla que poder cerrar por la noche, para que pudieran seguir existiendo esos talleres que llevaban muchos años en La Calleja de la Ciega.

Ahora, también existe un taller de cerveza artesana. El Ca Beleño, que como muchos de esos negocios también cuenta con una entrada por Martínez Vigil, muele allí el grano para elaborar su bebida en la fábrica de la parte superior. «También tengo allí el almacén donde se recibe la malta y la cebada y acabamos de instalar una pequeña planta embotelladora, una planta piloto», explica Frankie Delgado, el veterano de esos negocios de la zona. Llegó hace 30 años a Martínez Vigil y a esa parte trasera de los talleres que da a La Calleja de la Ciega. «Siempre fue una zona con talleres y había también una antigua bolera y un chigre, en la primera parte más alta de la calleja. Estaba llena de árboles y era una zona muy especial», relata. Por la calleja pasaba la salida hacia Gijón, «y estaba llena de calles paralelas que luego fueron cegadas. Asustaba un poco», reconoce el artesano de la cerveza.

Frankie Delgado y Blanca Fresno se han unido a Fermín y a otros locales de las calles Azcárraga y Martínez Vigil, hasta sumar una docena, para crear una asociación cultural que dinamice la zona. Se llama Les Cuestes y aspira a convertirse en referente cultural y de ocio en la ciudad. «Queremos activar la zona mucho más. Que los ovetenses o los turistas que lleguen a Oviedo sepan que existe una calle en la que pueden tomarse una cerveza de calidad, ver un monólogo, asistir a un concierto o ver una exposición», relata Marta Fermín. «Lo que queremos es coordinar las programaciones de dos a tres meses vista para tener una programación lógica y constante durante todo el año», cuenta Delgado, presidente del nuevo colectivo, siempre defensor de la música en directo. «Los músicos y todo tipo de artistas necesitan espacios para entrenarse y nosotros nos unimos para ese apoyo a la cultura». Una unión para sacar el arte a la calle, también a la calleja. Ya han sido varios los artistas que quieren realizar intervenciones artísticas en el túnel. Para este mes está planeada una performance de La Xata la Rifa. «Es un lugar muy sugerente que pide vida», describe Fermín.

La misma vida que tenía en el siglo XVIII, cuando toda la ciudad conocía a una popular vecina de la calle, una mujer privada de la vista que hizo cambiar el nombre, hizo que pasara de ser la calleja a Santullano a la actual Calleja de la Ciega, donde aún se conocen todos los vecinos.

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