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IDOYA REY
Miércoles, 21 de diciembre 2016, 06:52
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El testimonio de las dos víctimas, de las dos mujeres que en mayo del pasado año estuvieron a punto de morir asesinadas, conmocionó ayer a los asistentes a la primera sesión del juicio celebrado en la Sección Tercera de la Audiencia Provincial. Sin poder contener el llanto, relataron cómo el exmarido de una de ellas estuvo a punto de matarlas a puñaladas. «Cuando empezó a apuñalarnos pensamos que no íbamos a salir vivas de allí», testificó la exmujer del agresor. Ella y su amiga, a cuya vivienda se había mudado, relataron cómo durante la agresión solo suplicaban que la hija del exmatrimonio no presenciara la escena. Porque toda esa agresión por la que cada una de las mujeres recibió una decena de puñaladas ocho años diagnosticada con un trastorno autista.
La agresión, relató la expareja del agresor, se produjo tras la entrega de la menor según el régimen de visitas estipulado. Era domingo por la noche cuando el hombre llevó a la menor hasta el portal. «La recogí y la subí a casa. La vi asustada. Luego bajé para hablar sobre las visitas», expresó. Cuando salió del ascensor, el hombre, contó, ya estaba en el interior del portal y empezó a presionarla para que le quitara una denuncia por impago de la pensión alimenticia de la menor. «Se puso nervioso e insistía. Yo le dije que no quería hablar más y llamé al ascensor. Entonces me dijo que no le dejaba otra opción, me agarró y me apuñaló con un destornillador», relató la víctima. A continuación la amenazó con matarla allí mismo si no le daba la llave de la vivienda. Porque la agresión siguió en el piso.
Una «última vez»
La pareja había roto tiempo atrás con una denuncia de malos tratos de por medio. Él había intentado retomar la relación. «Decía que quería que estuviéramos todos juntos». De hecho, el día de la agresión, el procesado había intentado quedar con su exmujer y su hija para cenar. «Dijo que nos pusiéramos guapas para tomar algo, que sería la última vez».
El agresor, según el relato de las víctimas, obligó a su mujer a subir a la vivienda y una vez en el interior apuñaló también a su amiga. «Nada más llegar me dijo que me callara y comenzó a apuñalarnos indistintamente», describió la mujer que acogió a madre e hija tras la separación. No puede olvidar «la cara de terror de la niña. Era tremenda». En un momento de la agresión, el hombre se autolesionó y ella logró zafarse y abrir la puerta. Un vecino redujo al agresor que tenía agarrada a su exmujer con un brazo y a la niña, empuñando un destornillador a la altura de su cuello, con el otro. Esa fue la escena que describe el sumario y de la que el procesado no recuerda nada.
En su declaración, y la de su actual pareja, se presentó como un padre preocupado porque la pequeña no quería nunca regresar a la vivienda de la madre. También como un hombre sin recursos económicos sumido en una fuerte depresión para la que necesitaba tratamiento farmacológico. «Cuando entregué a la niña mi exmujer me dijo que no me fuera que quería hablar conmigo. Yo quería conocer a la dueña de la casa, porque quería saber con quién vivía mi hija y al decírselo se rió. Me dijo que menos mal que en este país los hombres no tienen derechos. Pensé que tenía razón, se me vino el mundo encima y me apuñalé. Luego, sentí la cara fría y me quedé a oscuras», declaró. No recuerda nada más hasta que se despertó en el HUCA. Alega una supuesta amnesia que ayer los forenses tildaron de «extraña», sin pruebas que la corroboren. Ni psicopatologías ni traumatismos ni restos farmacológicos suficientes, aunque él dijo que había tomado varias pastillas de alprazolam y describió un episodio similar en el pasado. Sobre la bolsa de herramientas que portaba, con los destornilladores, punzones y un cuchillo que usó para agredir a las mujeres, aseguró que siempre estaba en el coche y que la había sacado para portar unas prótesis de la niña. «La bolsa en la que iban se rompió y cogí lo que tenía a mano», declaró.
La menor que presenció los hechos tuvo a los pocos días un episodio muy grave de convulsiones por el que tuvieron que reanimarla e ingresarla en la UCI. Los pediatras creen que hay una relación con los hechos vividos, aunque «no hay forma científica de demostrarlo». Tras su ingreso en Villabona, el procesado solicitó que las visitas de la niña prosiguieran. Los peritos psicológicos lo desaconsejaron. El juicio prosigue hoy.
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