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Fernando Gallego, con su medalla de oro en la mano, en el taller.
Un modisto con puntadas de oro

Un modisto con puntadas de oro

El ovetense Fernando Gallego recibe la máxima distinción de Foro Europa 2001

ROSALÍA AGUDÍN

Miércoles, 1 de febrero 2017, 01:39

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El modisto ovetense Fernando Gallego montó su taller en el centro de Oviedo, en la calle Posada Herrera, hace un año. Instaló una gran mesa para lucir telas que encandilasen a sus clientes, un gran reloj de color negro en la pared para ver desde todos los rincones la hora, dos máquinas de coser, una tabla de planchar y burros donde colocar los patrones. También unos maniquíes en el ventanal que da a la calle Covadonga para enseñar sus diseños. Poco a poco se ganó la confianza de los clientes y en noviembre se llevó una grata sorpresa: le han reconocido con la medalla de oro al Prestigio Profesional de Foro Europa 2001.

«Los organizadores dieron conmigo a través de Facebook. Vieron un abrigo que realicé de cuarenta y dos piezas y desflecado a seis niveles», recuerda. Al principio solo comentó su alegría «con cuatro amigos», hasta que le llegó el sobre con la invitación formal en diciembre. A partir de ahí hizo público el galardón a su familia y a las clientas, compró los billetes en tren a Madrid y alquiló un esmoquin en La Sastrería de la calle Cervantes. Esto último lo recuerda aún agradecido por el gesto de la dueña: «Me regaló los gemelos con los que fui y me deseó suerte».

Con ilusión y nervios se desplazó a la capital. Cuando llegó al hotel madrileño The Westin Palace el miedo le invadió: «Yo soy muy pequeño y la planta principal me parecía muy grande». Allí se sacó una fotografía para enviar a sus conocidos «y que viesen lo elegante que iba» y entabló conversación con otro asistente, con quien coincidió casualmente en la misma mesa durante la gala. «Hicimos migas y un punto de cachondeo», rememora.

Tal es la amistad que surgió que ahora siguen manteniendo contacto, a pesar de ser cada uno de un rincón de España y ya se han enviado todas las imágenes de aquella jornada. «Eran seis categorías y todos los que estamos seleccionados somos nóveles, aunque el que menos tiempo llevaba soy yo. Mi estudio es todavía chiquitín,», añadió.

Ahora esta distinción preside su taller. Llama la atención de sus clientas y aunque alguna le pronostica que llegará lejos, él, con humildad, cree que todo lo bueno que ha vivido en el último año es fruto «de la casualidad».

Sin embargo, las coincidencias no existen y los mejores premios son los que reconocen el trabajo bien hecho. Un labor, dice, que realiza con pasión y para la que cuenta con el apoyo de los dueños de Telas José Ramón y de los propietarios de la tienda de máquinas de coser de la calle del Rosal.

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