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Fotografía antigua de uno de los talleres de La Vega cedida por la autora Sonia Santacoloma.
Los misterios de la fábrica de  La Vega

Los misterios de la fábrica de La Vega

Sonia Santacoloma cuenta en un libro los secretos que halló durante su investigación sobre un centro fabril lleno de vida

IDOYA REY

Domingo, 5 de febrero 2017, 01:00

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Hay en la fábrica de armas de La Vega algo misterioso. Lo había cuando la actividad, que se realizaba tras sus muros, se guardaba con celo y lo sigue habiendo ahora que ese lugar sigue vetado para la ciudadanía. La fábrica esconde un submundo, una ciudad dentro de la ciudad que como toda urbe encierra secretos. Tenía La Vega su propia sociedad, su arquitectura de gran valor, paredes que eran falsas puertas y cientos de documentos y fotografías que eran el sueño de cualquier historiador. Hubo una que, en un giro del destino, pudo acceder a la fábrica cuando aún estaba llena de vida. Ahora Sonia Santacoloma ha decidido contar todos esos secretos que descubrió en La Vega.

La historia que Santacoloma relata en un libro, que es mitad diario personal, mitad investigación científica, comenzó en el año 2001 o incluso antes. En sus años como estudiante en la facultad del Milán vivía casi obsesionada con ese misterioso recinto. Estaba «tan dentro de la ciudad y tan hermético», relata en su libro titulado precisamente 'Descubriendo los secretos de La Vega'. Pensaba que esa fábrica, que le daba casi miedo, podría ser la cuna del diseño industrial en Asturias. Siempre leía en los libros que los primeros avances se hacen en el mundo militar y luego se trasladan al civil, y eso era lo que ella quería investigar en Asturias, en La Vega. Pero ya sabía que aquello era coto privado. Así que lo dejó aparcado.

Ese año 2001, un golpe de suerte le hizo conocer por casualidad a un trabajador del centro que le abrió una puerta para hablar sobre esa investigación que quería realizar y sin sospecharlo fue vista con buenos ojos. Cada viernes de muchos meses, comenzó a visitar la fábrica y escrutar todos y cada uno de sus secretos. Los edificios con sus ventanales y vidrieras por las que se colaba una tenue luz la dejaban maravillada al igual que aquellos talleres con su maquinaria separada por épocas y una metodología impresionante. «Lo que vi allí dentro fue un aprendizaje bestial. Las universidades buscan una enseñanza equilibrada entre la práctica y la teoría que en La Vega funcionaba desde hacía décadas», cuenta Santacoloma.

Esa exquisita educación fue uno de los secretos que descubrió en La Vega, pero no el único. Si algo sacó en claro tras estudiar toda la historia productiva de la fábrica de armas, es que los procesos completos conservan un conocimiento que de otro modo se esfuma. Y además de toda esa parte científica que presentó en 2004 ante un tribunal universitario, Santacoloma también quiso destacar esa interesante e intensa vida social que había en ese submundo dentro de Oviedo. «Las personas son las que hacen que verdaderamente ocurran las cosas», reflexiona.

Los trabajadores, descubrió Santacolma, estaban muy orgullosos de pertenecer a La Vega, «donde las cosas siempre pasan por algo». Esos empleados le contaban infinidad de historias de esa vida social, como la de una bellísima mujer que se negó a aceptar ciertas órdenes internas y fue apartada hasta abandonar. «Dicen que pasea su historia oculta por Oviedo», relata en su libro, siempre consciente de que todas esas historias que fluían intramuros lo hacían bajo la sombra de la duda y, de nuevo, del misterio de La Vega.

De La Vega al Fontán

Santacoloma escuchó también como los alumnos que mostraban más habilidades recibían encargos de proyectos personales en madera, cuero o dibujo. Se les encargaba el diseño y confección desde mesas a carteras que luego servían como regalos o que decoraban los chalés del recinto fabril. No se sabe muy bien dónde fueron a parar todos esos objetos, pero había quien aseguraba que a primera hora del mercado dominical de los domingos en El Fontán podían encontrarse algunas de aquellas piezas únicas.

No olvida Santacoloma el último secreto que descubrió en La Vega. Ya era momento de despedirse, cuando el bibliotecario de la fábrica le dijo que quería mostrarle una cosa. La llevó hasta una sala y allí empujó una pared que resultó ser una puerta oculta. Ella, cuenta, se vio como en una escena de Harry Potter. En aquel cuarto oculto había cientos de documentos y fotografías, el sueño de cualquier investigador. Pero su tiempo en La Vega se había acabado y ahora el tiempo ya ha terminado también para la fábrica. «Siento muchísima pena por el cierre y porque se deje morir un patrimonio así. Hay que hacer algo por mantener ese patrimonio», anima. Ella, para que no se pierda ese rastro que pudo vivir ha escrito este libro, que presentará el 23 de febrero en la Librería Santa Teresa. Allí revelará los secretos de la fábrica de La Vega.

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