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Los dos acusados durante la primera sesión del juicio.
«A Imran lo mataron de una brutal paliza  y luego limpiaron la escena del crimen»

«A Imran lo mataron de una brutal paliza y luego limpiaron la escena del crimen»

La segunda sesión del juicio se suspende tras sufrir la también acusada y madre del bebé un ataque de nervios e intentar golpear a su expareja

IDOYA REY

Miércoles, 22 de febrero 2017, 02:38

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El pequeño Imran murió de una brutal agresión. «Existía un maltrato anterior muy grave. Sufrió un padecimiento durante mucho tiempo y el día de la muerte golpes muy violentos. Las salpicaduras de sangre por la pared denotan un impacto directo del niño contra ella. Había restos de sangre, pero el suelo estaba limpio. La escena estaba manipulada para que un tercero no se percatara de lo ocurrido». Parte del jurado rompió a llorar.

No hay una forma que no sea descarnada de contar la historia de la muerte del pequeño Imran, el bebé de veinte meses que en noviembre de 2014 apareció asesinado en el interior de una maleta lanzada a la maleza junto a las vías del tren de La Argañosa. Ni siquiera los agentes de la Policía Nacional encargados de la investigación pudieron limitarse a esa descripción científica de los hechos que conmocionó a los asistentes e hizo brotar lágrimas durante la segunda sesión del juicio contra los dos acusados: la madre del niño, Fadila Chardoud, y su expareja, David Fuentes, quienes se enfrentan a treinta y tres años y cinco meses de cárcel.

«No se ven agresiones de este tipo. He visto cómo se saltaban las lágrimas a compañeros con más de veinte años de servicio», confesó el jefe de inspecciones oculares de la Policía Científica encargado del caso. La autopsia, relató, señalaba que el niño tenía «fracturas craneales, órganos estallados, fracturas de costillas, un fémur separado tres centímetros que supone un dolor inmenso y una quemadura en fase de cicatrización que causa un dolor insoportable. Su muerte no fue instantánea», describió el agente.

Ese fue el tenso comienzo de una vista oral que terminó en la Sección Tercera de la Audiencia con otra impactante escena: la madre de Imran en medio de la declaración de su hermana, citada como testigo, se abalanzó sobre su expareja intentado golpearlo. «¡Mataste a mi hijo. Mi hijo. Mi hijo!», gritó.

La mujer sufrió un ataque de ansiedad, una crisis nerviosa por la que tuvo que ser sacada de la sala en volandas por los agentes de la Policía Nacional encargados de custodiar a los dos acusados. Precisó asistencia médica y la sesión vespertina, a falta de la declaración de varios testigos, quedó suspendida. Ella asegura que nada sabía de la muerte de su hijo, aunque los agentes encargados de la investigación no opinan lo mismo.

Tras analizar el escenario del crimen, el lugar y estado en que apareció el cuerpo y las declaraciones iniciales de ambos, donde David Fuentes se autoinculpó, la Policía llegó a la conclusión de que «existen numerosas contradicciones». No coinciden horarios ni otros detalles, ni siquiera en esa declaración inicial tras la detención donde ambos acusados coincidían en que el procesado era el responsable. «Forzosamente Fadila tenía que haber visto que en la habitación había ocurrido un hecho violento. Había sangre en el colchón, en las paredes de la habitación del niño y del salón. Cuando menos debería haber sospechado que había ocurrido algo y no lo hizo», declararon los agentes. La actitud de la mujer en los días posteriores al crimen, cuando dijo a varios vecinos que el niño estaba con su familia en Málaga y regaló toda la ropa del bebé a un amigo, según confirmó ayer él mismo, solo hace que acrecentar su teoría. «Todo nos hace pensar que tuvo participación en los hechos», explicaron.

Autor material

De lo que no tienen duda los agentes que ayer declararon ante el tribunal popular encargado de dictar un veredicto es de que David Fuentes es el autor material. Él aseguró durante el juicio que ella le había confesado el asesinato del niño y accedió a entregarse. «Me dijo que se le fue la mano y lo mató», aseveró. Pero antes, resaltaron los policías, había reconocido «sin duda alguna haber dado muerte al niño. Enumeró los pasos de la agresión de modo muy exhaustivo. Detalló todo perfectamente», explicó uno de los miembros de la Policía Judicial. La escena que se encontraron es «totalmente compatible» con la descripción del acusado.

Para los agentes no cabe vacilación alguna de que tanto la muerte como la preparación del cuerpo que luego se ocultó en el interior de una maleta se produjo en el piso de la calle Vázquez de Mella. Una casa en la que los vecinos escuchaban con frecuencia gritos. «Se oían gritos de Fadila y el bebé llorando todo el día. Era constante», aseguró el propietario de la vivienda donde residían los acusados y vecino de la zona. Aseguran los residentes del inmueble que esos gritos se escuchaban todo el día, también cuando David no estaba en casa. Los vecinos hablan también de la presencia habitual de un tercero en la casa, un vagabundo que pernocta en la zona donde apareció la maleta. Esa presencia de un tercero lleva rondando todo el juicio, aunque la investigación no se ha referido a él en ningún momento.

«Justicia para mi sobrino»

La hermana de Fadila, Karima Chardoud, personada como acusación particular en la causa, fue la última en declarar ayer antes de que la sesión quedara interrumpida por el ataque nervioso de la acusada. La joven testigo, residente en Málaga, dio un beso a su hermana nada más entrar en la sala. «Quiero justicia para mi sobrino y mi hermana. Quiero que David pague por lo que ha hecho, por el daño que ha hecho a mi sobrino», relató.

Su declaración, entre sollozos, quedó a medias y fue contradictoria en algunos momentos. Primero dijo que la relación de Fadila y David era normal y que no sabía de problemas anteriores a su detención. Aunque luego se contradijo y afirmó que había escuchado amenazas del procesado a su hermana. «Le decía mora de mierda que la iba a matar. Era inquieto y nervioso», aseguró. La testigo comenzó a relatar también la angustia de Fadila ante la muerte del niño. La acusada perdió el control. «Mi hermana no creía la muerte del bebé. Me pedía que le enseñara fotos del cadáver», comentaba entre lágrimas.

Hoy proseguirá su declaración y la de otra veintena de testigos que aporten el contexto del crimen.

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