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Fernando Villabella, en la Cámara de Comercio.
«Hacemos cosas extraordinarias   con unos medios ordinarios»

«Hacemos cosas extraordinarias con unos medios ordinarios»

Fernando Villabella Presidente del Oviedo Club Baloncesto y premio Amor al Deporte

JUAN CARLOS ABAD

Domingo, 4 de junio 2017, 01:50

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Fernando Villabella (1962, Oviedo) es licenciado en Derecho y secretario general de la Cámara de Comercio, Industria y Navegación de Oviedo. Además, es el presidente y uno de los fundadores del Oviedo Club Baloncesto. Esta semana fue galardonado por el Centro Asturiano con el premio Amor al Deporte, del que dice que le «pilló totalmente por sorpresa». Un galardón que valora la trayectoria de un apasionado del deporte de la canasta desde que comenzó en el San Ignacio, hasta que el pasado martes despidió, junto a aficionados y plantilla, la temporada del Unión Financiera en Pumarín. Ese fortín que se ha quedado ya pequeño.

¿Cómo recibió la noticia de ser el galardonado con el premio Amor al Deporte?

Fue una sorpresa. Me llamó Alfredo Canteli y cuando lo hizo no sabia si me llamaba para que formara parte del jurado o para invitarme a la entrega... Me sorprendió muchísimo. Me prestaron esas palabras de que era un premio muy claro, todo lo que dijo. Te compensa los años invertidos, barra, perdidos, en esto. Te compensa por muchos momentos. Al principio llamaba a las empresas para pedirles patrocinios y tenía la sensación de estar atracándoles. Y eso se hacía duro, menos mal que soy un poco inconsciente.

¿Cómo empezó en el baloncesto?

La historia del abuelo cebolleta es que mi primo César empezó a jugar y todo lo que hacía mi primo lo repetía yo. Entre eso y los torneos de Navidad del Real Madrid me enganché al baloncesto. Eso viviendo en Grado. A los 14 años cuando vine para el colegio San Ignacio, mis amigos de toda la vida empezaron a jugar y yo, pese a que no tenía estatura ni condiciones, decidí apuntarme.

Luego hubo una época en que lo dejó.

Antes de dejarlo, después de COU, nos íbamos a quedar como entrenadores en el colegio e hice un curso de entrenador y otro para llevar la mesa de anotación. Mis padres, como veían que flojeaba en los estudios, me hicieron dejar de entrenar pero seguí haciendo mesas. En el Mundial de España (1986) el acta del único partido que pierde EE UU, contra Argentina, la firmé yo.

Eso de tener que abandonar el deporte por los estudios suele ser contraproducente.

Pero la educación por aquellas épocas no era como ahora. Había que estudiar y el deporte era una distracción. Nuestros padres nunca vinieron a vernos un partido y a los niños no nos causaba ningún trauma. Después de esos años en los que estuve desconectado del baloncesto, cuando vuelvo descubro que hay algunos que hasta llevan la cuenta de puntos y rebotes a sus hijos. Pero la mayoría está en el punto medio.

¿Cómo arranca la aventura del OCB?

En 1998, tras esa ausencia, un amigo vuelve a Oviedo y con él me reengancho al deporte. Hasta mi mujer me decía '¿pero a ti desde cuándo te gusta el baloncesto?'. Estuve echando una mano al Vetusta aprendiendo cómo funciona un club por dentro. El Vetusta se moría y entre otro compañero del colegio, Víctor Tresguerres y yo, estuvimos pensando qué hacer y constituimos un club nuevo.

¿Había materia prima en Oviedo para un club como el que hoy es el OCB?

El baloncesto en Oviedo se juega desde la posguerra, los años 40 y 50, pero la historia era que por una cosa o por otra la cosa nunca se consolidaba y yo quería intentarlo. El análisis que hicimos consistía en que tenía que haber muchos niños y niñas jugando y que esos niños se irían aficionando y yendo a los partidos. No merece la pena tener un equipo grande sin cantera y al revés, no merece la pena tener cantera sin jugar en la élite. Me decían que adónde iba, que sólo iba a conseguir tener un equipo de 'negros viejos' que no me iban a traer más que problemas.

¿Esa base de afición está consolidada?

Oviedo es una ciudad muy futbolera y lo que tira es el Real Oviedo. Lo demás hay que verlo para creerlo, como Santo Tomás. Aquí hubo balonmano en la Asobal, el equipo de hockey sobre patines que a pesar de ganar una Copa del Ray desapareció. Las cosas se ven cuando hay crisis, cuando todo va bien es muy fácil.

¿Los valores de un deporte como el baloncesto casan con Oviedo?

Sí, hay mucho aficionado del Real Oviedo que también es nuestro. Hay sintonía entre las dos aficiones y en Pumarín hay gente que encuentras en el Carlos Tartirere. Por el tamaño de ciudad, Vitoria es un buen ejemplo de esa relación. A mí me gustaría que esto fuera un punto de partida y que alguien llevara al OCB hasta a la NBA si se pudiera.

¿Se puede hablar de éxito ya o es demasiado pronto?

Sí se puede, y cuando pase un tiempo lo vamos a valorar más. Hubo un momento de la temporada que parecía que íbamos a sacar un 10 pero fallamos en cuatro partidos con un poco de mala suerte. Para que un equipo como el nuestro dé el petardazo, con los mimbres que tenemos, necesitas un poco de suerte y que todo salga perfecto.

Que la misma tarde que a usted le anuncian que ha ganado el premio Amor al Deporte hubiera 200 personas despidiendo al equipo dice mucho.

Me pincho y no sangro. El primer año del club en liga EBA ganamos tres partidos y no creo que hubiera 150 personas en ninguno. Y ahora, de no ir nadie a vernos a tener 200 personas despidiendo al equipo dos días después de acabar la liga... Igual que el primer día que te encuentras a un aficionado que ha viajado a otra ciudad para ver al equipo. Es una alegría inmensa.

El aforo de Pumarín es un obstáculo real para el crecimiento del equipo.

Somos lo que somos gracias a Pumarín, pero este año nos dimos cuenta de que seguir jugando aquí nos iba a convertir en un bonsai. Necesitamos crecer en número de abonados para poder bajar el precio. No es que el año que viene tengamos asegurado meter 3.000 personas, pero está claro que la ciudad responde. La instalación con más aforo de Oviedo tras el Palacio de los Deportes es el Campoamor, luego Pumarín. La ciudad no tiene una instalación de esas características y la necesita por el baloncesto y por la propia ciudad. Lo ideal sería que en lo que queda de 2017 el proyecto estuviera redactado y manos del Ayuntamiento.

¿Cómo afrontan la temporada que viene?

Esto lo voy a repetir como un mantra. Ha habido equipos que un año han jugado el play-off y al siguiente se han salvado del descenso en la ultima jornada. Si tienes un presupuesto como el que tuvimos, y lo mas probables es que sea parecido, unos 425.000 euros, pueden pasar muchas cosas. Tienes que acertar con los fichajes, con que los jugadores no se lesionen, poder renovar a los que están. Es decir, hemos hecho cosas extraordinarias con medios ordinarios y será muy difícil que se repita.

Y todo ello, manteniendo la filosofía del club.

Así es, es la misma que cuando empezamos. Queremos que haya muchos niños jugando y que en un futuro, ojalá, haya jugadores criados aquí en el primer equipo. Eso me llenaría de orgullo. Con las chicas estamos cerca de que pasen al equipo de la Universidad de Oviedo pero con los chicos aún queda mucho camino.

¿Pesa la responsabilidad?

A lo mejor es por inconsciencia pero no. En absoluto. Porque no hay presión para nadie en ningún estamento del club. Desde el mejor jugador hasta el último. Por eso digo que con lo que tenemos bastante hacemos.

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