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GONZALO DÍAZ-RUBÍN
OVIEDO.
Miércoles, 28 de febrero 2018, 01:59
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El pueblo en el que nació hace cien años varió su nombre en los 80. A los 140 vecinos de Belmonte de Mezquín les pareció que el topónimo de su localidad turolense sonaba a 'mezquino' y cambió el apellido por San José. Con apellidos falsos fue inscrita allí hace un siglo Purificación Tomás Vega. Su padre, el socialista Berlamino Tomás, estaba allí refugiado tras el fracaso de la huelga revolucionaria de agosto de 1917 y solo pudo regularizar la situación de su hija al regresar con la familia a Langreo. Fue, probablemente, la única vez en su vida en la que no fue auténtica.
La biografía de Pura Tomás se puede buscar en internet o se puede leer a su hijo Rafael Fernández Tomás. Los resúmenes canónicos hablan de joven revolucionaria, histórica líder socialista que apoyó desde el exilio a los jóvenes del 'interior' y entre ellos al 'Isidoro' de antes de Gas Natural; también se recuerda que fue hija del último gobernante asturiano de la República y esposa del primero tras el franquismo, Rafael Fernández. Para los ovetenses, una concejala cercana y que da nombre a un trozo del Naranco salvado de la especulación urbanística y los chalés que trepaban por su falda.
El nombre se lo concedió el Ayuntamiento por unanimidad - «se lo consulté al PP y no hubo ningún problema, si no la hubiera habido, no lo habría propuesto», recuerda el exalcalde Antonio Masip- tras su fallecimiento en noviembre de 1990. No fue lo único que le concedió la Corporación ovetense: fue su único cargo público en toda una vida dedicada a la política, desde que a los 13 años ingresó en las Juventudes Socialistas a la vez que iniciaba sus estudios de comercio. Dos años más tarde, en una escuela de verano del partido en el Naranco conoció a Rafael Fernández. El agitado siglo pasado dio otras emociones que el romance. En el 34 tuvo que huir a París junto a su padre y no regresó hasta febrero del 36. No esperó más, en medio de la guerra se casó con Rafael. Escapó en barco a Francia y de allí pasó de nuevo a Barcelona, en la huída hacia Francia dio a luz a su primer hijo, que murió 22 días después en Colliure.
En 1939, la familia logró establecerse en México. En una entrevista, Rafael Fernández Tomás recordaba su infancia en México como un periodo difícil: «Mi padre era abogado cuando llegó a México, pero no tenía ningún documento que lo certificara». Su abuelo, Belarmino Tomás, vendía alpargatas y Pura regentaba un hotel o se ponía al frente de un restaurante. Ella era la que viajaba a los congresos del partido en representación de una agrupación crecida al calor de los líderes socialistas asturianos en México y la que apostó por aquel clandestino 'Isidoro'. Regresó a España en 1976 y fue secretaria de la Mujer de la FSA que presidía Rafael Fernández, a su vez presidente regional desde 1978.
«Tenía mucho miedo de perder y le pedí que entrara en mi lista de número dos», recuerda el exalcalde Antonio Masip, convencido de que el carisma de Pura Tomás ganó aquellas primarias a Wenceslao López «por 30 votos». Unos meses después fue concejala de Atención al Ciudadano «y destacó rápidamente por su bonhomía, incluso entre los funcionarios que venían de la etapa anterior». Tanta que, cuando falleció, nadie vio en ella a una revolucionaria, sino a una luchadora.
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