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Un agente de la Policía Local con el radar móvil en la entrada a Oviedo por la 'Y'. DAMIÁN ARIENZA
La Policía Local controla con el radar móvil la entrada de la 'Y' tras tener que apagar los fijos

La Policía Local controla con el radar móvil la entrada de la 'Y' tras tener que apagar los fijos

Seguridad Ciudadana niega que haya dado instrucciones para multiplicar su uso después de la sentencia que invalida el uso de las cabinas

GONZALO DÍAZ-RUBÍN

OVIEDO.

Miércoles, 25 de octubre 2017, 00:23

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Si a algún conductor le picaba la planta del pie, harto de circular los dos kilómetros que separan el enlace del HUCA de la glorieta de la Cruz Roja a 50 kilómetros por hora, debió de ver el cielo libre tras la sentencia que ha llevado al Ayuntamiento a apagar sus radares fijos. No debería confiarse. La Policía Local se colocó ayer en el tramo, provista del cinemómetro móvil para realizar controles de velocidad. El edil de Seguridad Ciudadana, Ricardo Fernández, se desvinculó del dispositivo: «No he dado ninguna orden para que se multiplique el uso del radar móvil que tenemos; reforzar no se va a reforzar, se va a utilizar como hasta ahora». El concejal aseguró que la única orden dictada es la de dejar de emplear las cabinas fijas, después de que el Juzgado de lo Contencioso Número 3 de los de Oviedo considerara insuficientes los certificados de instalación avalados por el Centro Metrológico Nacional y con validez hasta marzo de 2018.

En este sentido, Fernández explicó que el radar de pistola se emplea «por parte de la Policía Local para hacer controles de velocidad en los puntos en los que no tenemos radares fijos». El hecho de que ayer el servicio haya decidido sacarlo a la entrada a Oviedo desde la 'Y', responde a la situación creada por la sentencia con la suspensión cautelar del uso del cinemómentro y a que «se trata de un tramo con una limitación de velocidad genérica que algunos conductores no cumplen». Fernández negó que se trate de mandar un mensaje disuasorio a los conductores, sino tan solo el empleo normal del cinemómetro para controlar la velocidad en un tramo en el que se producen «algunos excesos».

Una de las que lo hizo fue A. G. S. que, el 11 de julio de 2016, conducía su vehículo en dirección a Oviedo por el bulevar de Santullano a 75 kilómetros por hora cuando el radar de la Policía Local captó la infracción, disparó la cámara y el sistema automático generó la sanción por exceso de velocidad: 300 euros. Una más de las 3.572 sanciones por exceso de velocidad que impuso el año pasado el Ayuntamiento, solo que esta vecina recurrió al Contencioso de la mano del despacho de abogados Moreno Fernández y ganó.

La sentencia, conocida antes de ayer, llevó al Ayuntamiento a apagar los radares, pero de paso pone en duda el funcionamiento de todos o casi todos los cinemómetros urbanos de Asturias.

El problema no es nuevo o no nuevo del todo. En marzo, el Ayuntamiento, tras otra serie de sentencias que anularon sanciones por la falta de homologación del poste sobre el que se instaló el cajetín donde se coloca el cinemómetro en el bulevar de Santullano, decidió dejar de utilizar este y rotar el cinemómetro por los otras cinco cabinas hasta que llegasen las nuevas certificaciones pedidas al Centro Español de Metrología.

La nueva sentencia del Contencioso 3 ya no solo se refiere al cajetín de la entrada desde la 'Y', sino a todos, a los ubicados en Muñoz Degraín, Independencia, Favila y dos en el paseo de La Florida y sostiene, que según la normativa, no basta con que el sistema cuente con una certificación de que se instaló correctamente calibrado, sino que es necesaria otra de «verificación periódica».

Más papeles

Fernández anunció que el Ayuntamiento pedirá esa «certificación específica», previsiblemente al Centro Metrológico Nacional del Ministerio de Industria, un aval «específico y que no admita confusión referido a la cabina. Lo que vamos a tratar de pedirle es que haga una certificación específica, porque el problema lo tenemos con el tipo de certificación que nos hace» el instituto del ministerio.

Cuánto tardará, el edil, al igual que el alcalde, Wenceslao López, evitaron dar un plazo concreto. Lo ideal, «cuanto antes, estoy dispuesto hasta bajar a Madrid con el radar debajo del brazo», bromeó el concejal, pero lo importante, insistió, es conseguir una certificación técnica que dé seguridad jurídica al funcionamiento de los cinemómetros.

Las cabinas de la polémica llevan instaladas desde 2012. En mayo de aquel año se colocó el cajetín de la 'Y'. En las primeras tres semanas, multó a más de 1.340 conductores. La velocidad máxima permitida entonces en este tramo era de setenta kilómetros por hora. Meses más tarde, Agustín Iglesias Caunedo, siendo ya alcalde, explicó que, pese a que «estaba programado para saltar a cien (kilómetros por hora), hubo que quitarlo porque no había capacidad para tramitar las multas». La Policía Local tuvo que comprar una nueva ampliación de la aplicación informática antes de volver a ponerlo en servicio.

Desde entonces los conductores han aprendido a temerlo. En 2016, último año con datos oficiales, las multas por exceso de velocidad supusieron el 8,3% de las algo más de 43.000 impuestas, con solo 3.572 sanciones. Los efectos económicos son más difíciles de calcular. Solo podrían recurrirse las sanciones que no hayan devenido en firmes por no haber sido impugnadas en plazo. El año pasado solo llegaron 69 sentencias sobre multas recurridas a la Policía, el 0,001% de las multas impuestas.

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