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Cómo criar a una hija feminista

Cómo criar a una hija feminista

Recomendaciones de la novelista nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie, autora de 'Todos deberíamos ser feministas'

ITSASO ÁLVAREZ

Miércoles, 10 de mayo 2017, 11:02

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El librito 'Todos deberíamos ser feministas', de Chimamanda Ngozi Adichie, es una interesante y reflexiva obra sobre lo que significa ser feminista y un libro que podría utilizarse en los colegios. De hecho, se regala a los alumnos de 16 años en los centros escolares de Suecia, gracias a una iniciativa conjunta entre el Lobby de las Mujeres Sueco y la editorial Albert Bonniers, para que «los más jóvenes tomen conciencia sobre los problemas de género, tanto en países en vías de desarrollo en África como en Occidente». Es de pequeño formato, en España lo edita Random House, cuesta 4,90 euros, y su texto comienza en la página 9 y acaba en la 54. Su exigua extensión, frente a lo que uno espera del género, apenas cincuenta páginas, no debe llevar a engaño. Se trata de una obra que algunos califican de «imprescindible» por su «claridad» y «contundencia».

Lo que contiene es la versión revisada de una conferencia (se puede ver en Youtube) que la escritora nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie dio en diciembre de 2012 durante un simposio organizado por el colectivo independiente TedxEuston centrado en África y donde una serie de oradores de campos diversos, tal y como explica la autora, dan cada año breves charlas dedicadas a «estimular e inspirar tanto a los africanos como a los amigos de África». Adichie ya había impartido una charla en el mismo marco años antes, titulada 'Los peligros de la historia única'. Aquella vez habló de cómo los estereotipos que se refieren a África pueden llegar a limitar el pensamiento. La escritora confesaba que, cuando en 2012 decidió hablar de feminismo supuso que no sería «un tema muy popular», a pesar de tratarse de «una conversación necesaria». Aquella noche, sobre el estrado, sintió que se encontraba frente a «un público amable, pero que podía oponer resistencia a mi charla». Y cuando terminó de hablar recibió una cerrada ovación.

En 'Todos tendríamos que ser feministas', Adichie se define «irónicamente» como «feminista feliz africana que no odia a los hombres y a quien le gusta llevar pintalabios y tacones altos para sí misma y no para los hombres». Es decir, rompe toda esa serie de tópicos oídos que de una forma más o menos velada pero con persistencia, retratan a las feministas como mujeres infelices porque no encuentran marido, que están siempre enfadadas, odian los sujetadores, no tienen sentido del humor, no se depilan y no usan desodorante. La novelista lo plantea como un problema «específico» dentro de los Derechos Humanos y no considera obligatorio identificarse con la palabra feminista. Se limita a comentar por qué debería ser natural serlo y reconocerse con ella. Y menciona varias situaciones del día a día. Desde mujeres obligadas a cocinar para sus hermanos hasta aquellas que son ignoradas en favor de los hombres.

Pues bien, hace unos meses, una buena amiga de Chimamanda Ngozi Adichie fue madre madre y la novelista le sugirió una lista de buenas recomendaciones para criar a una hija feminista. Encabezaba la serie un consejo que decía así: «Sigue siendo tú. La maternidad es un regalo maravilloso, pero no es lo único que va a definirte a partir de ahora. Eres más que una madre». Además, le recordaba que su pareja y ella compartieran maternidad. «Hacedlo juntos, en equipo. ¿Recuerdas cuando en la escuela aprendíamos que un verbo era una palabra queexpresa acción? Pues bien, un padre es un verbo igual que lo es una madre». «Enséñale a tu hija que los roles de género son una tontería. Nunca le digas lo que puede o no puede hacer porque eres una niña», continuaba. Además, le pedía tener «cuidado» con lo que ella denomina el «feminismo light». «Es la idea de la igualdad femenina condicionada. Recházala por completo. Porque es una idea hueca, tranquilizadora pero falta de sustancia. Ser feminista es como estar embarazada. O lo estás o no lo estás. O crees en la igualdad total de las mujeres o no lo crees. Sin medias tintas».

En quinto lugar, le recomendaba enseñar a leer a su hija, así como enseñarle a amar la lectura. «Enséñale a cuestionar el lenguaje. El lenguajes es el repositorio de todos nuestros prejuicios, creencias, lo que damos por asumido. Pero para enseñarle esto, tendrás que empezar por cuestionar tu propio uso del lenguaje», matizaba. Por otra parte, creyó necesario advertirle de que nunca hablara del matrimonio «como un logro personal», y que enseñara a su hija a «rechazar el tener que gustar a todo el mundo. Su tarea no es hacer que todo el mundo la quiera sino ser una persona completa por sí misma, una persona que es honesta y que se preocupa por la igualdad entre las personas». La animaba a proporcionarle «un sentido de identidad de forma intencionada», porque, señalaba, «la identidad construida por una misma importa». «Involúcrate con ella, y con cómo quiere mostrarse a los demás», le exigía, al tiempo que le invitaba a enseñarle «a cuestionarse nuestro uso selectivo de la biología para justificar normas sociales». Le aconsejaba asimismo tratar otros asuntos espinosos, como «hablar con ella sobre sexo». «Hazlo pronto», le recomendaba. «Probablemente no sea fácil, pero es necesario». ¿Y por qué esta prisa? «Asume que va a enamorarse, así que estate atenta». Entre las últimas advertencias, Chimamanda Ngozi Adichie le recordaba que, cuando le hablara sobre opresión, tuviera cuidado de «no convertir a las y los oprimidos en santos». «Háblale sobre las diferencias. Enséñale que ser diferente es lo ordinario, lo normal. Enséñale a no adjudicarle valor a la diferencia. Y la razón para no hacerlo no es por ser justa o amable, sino, simplemente por ser humana y práctica», finalizaba.

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