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Cavaco, el hombre imperturbable que dice no ser un profesional de la política
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Cavaco, el hombre imperturbable que dice no ser un profesional de la política

Es una persona introvertida pero determinada, que piensa con cuidado todo lo que dice y que ha marcado la vida política del país

EUROPA PRESS | LISBOA

Domingo, 22 de enero 2006, 01:00

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Muchos dicen que solamente entra en el juego cuando tiene la seguridad de que puede ganar, aunque él sostiene que no es un político profesional. Pero lo que nadie discute es que el candidato a las elecciones presidenciales de Portugal, el socialdemócrata (centroderecha) Aníbal Cavaco Silva, es una persona introvertida pero determinada, que piensa con cuidado todo lo que dice y que ha marcado la vida política del país.

Fue el primero en lograr una mayoría absoluta en la historia de la política portuguesa, líder del Partido Social Demócrata que más tiempo duró en el cargo, diez años -los mismos que fue primer ministro- en el gobierno más largo de toda la historia democrática de Portugal y, junto con Mario Soares el político que más cargos gubernamentales ha tenido. Ahora, Aníbal Cavaco Silva se enfrenta a un nuevo reto, convertirse, y en primera vuelta, en el primer presidente constitucional del país apoyado por la derecha.

A sus 66 años y después de 10 retirado de la política activa, el ex ministro de Finanzas y ex primer ministro vuelve a intentar la Presidencia de la República, después de la derrota sufrida ante Jorge Sampaio en la elecciones de 1996. Pero ahora sus principales rivales son otros, los dirigentes socialistas Mario Soares y el poeta Manuel Alegre.

Un hombre de familia

Cavaco, nacido en una familia humilde del sur del país, aunque a base de tenacidad estudió Economía en la universidad inglesa de York, se define a si mismo como un hombre de familia, de hecho en los tres meses de precampaña electoral en los que recorrió todo el país solamente paso una noche fuera de casa y en muchos de sus discursos ha llegado a evocar a su madre, lo que le ha reportado numerosos votos femeninos. Sin embargo nunca mezcla la vida política con la privada y familiar, su mujer lo acompaña en la campaña pero siempre en un segundo plano, nunca interviene.

Muchos de sus detractores lo tildan de arrogante, frío y calculador, pero el se defiende argumentando que no le gusta la conversación de circunstancias, habla con soltura de temas económicos pero se siente incómodo ante cuestiones diferentes. No se siente cómodo con la prensa ni entre grandes multitudes, ya que aunque se esfuerza, la espontaneidad no es uno de sus fuertes, reconocen sus más próximos.

"No soy un hombre de retórica, es obvio, pero soy una persona comunicadora", afirma el ex primer ministro, al que no le gusta leer periódicos, aunque sí, libros históricos, biografías y novelas policiales.

Pero ese aspecto de hombre frío e imperturbable no quita para que todos le reconozcan su competencia y sus valores. Aunque gran parte del apoyo que recibe viene de la derecha, él se define como un socialdemócrata y asegura que no olvida sus orígenes humildes ni las cuestiones sociales. A sus 41 años se ganó la reputación de liberal económico, cuando era ministro de Finanzas del entonces primer ministro Francisco Sá Carneiro.

Jefe del Gobierno en 1985

Después, en 1985, como jefe del Gobierno, la ratificó, fue el responsable por el gran aumento de la función pública, de los recortes en los impuestos y la liberalización de la economía, que incluye la privatización de empresas públicas que dieron lugar a varios años de crecimiento económico ininterrumpido que aumentó su popularidad, que en 1987, tras una moción de censura que obligó al presidente Soares a disolver el Parlamento, le permitió lograr la primera mayoría absoluta de la historia política del país, y en 1991 la segunda.

Pero su segundo mandato no fue tan exitoso como el primero ya que la crisis económica en la que se sumergió el país en 1992 generó desempleo y dejó entrever una característica hasta el momento no muy evidente del primer ministro y que, según muchos de sus detractores, permanece hasta ahora, la arrogancia, que acabó con su popularidad y la de su Gobierno.

Ahora Cavaco asegura ser "una persona diferente", más abierta, más dialogante, aunque insiste cuidadosa y defensivamente en el mensaje que quiere transmitir, de echo sus rivales lo acusan de no exponer su posición respecto a numerosos asuntos por miedo a perder al electorado de centro y aseguran que si gana será un presidente intervencionista en la labor del gobierno, algo que el niega hasta la saciedad. "No me atraen nada los poderes negativos que la Constitución confiere al presidente, vetar leyes, dimitir al Gobierno", afirma.

Asegura que como primer ministro "me hubiera gustado haberlo hecho mucho mejor", pero dice que aunque está de vuelta no quiere "ajustar cuentas con el pasado". Ahora conoce mejor la realidad portuguesa y asegura que el distanciamiento de la política le ha preparado para ejercer mejor sus funciones. Su principal motivo para volver a la vida pública después de diez años, en los que escribió sus memorias y opinó sobre los acontecimientos relevantes de la vida pública portuguesa, es que "sé que Portugal puede vencer", frase que tomó como eslógan de su campaña.

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