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Maruán Barguti, popular y carismático

Secretario general de Al Fatah en Cisjordania, es el paladín de las nuevas generaciones frente a la "vieja guardia" de la OLP

EFE | JERUSALÉN

Miércoles, 25 de enero 2006, 01:00

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Maruán Barguti, cabeza de lista de Al Fatah, representa un cambio generacional en la política palestina pero su capacidad de gobernar depende de que Israel lo libere de la prisión en la que lo tiene recluido desde 2002.

Barguti, secretario general del movimiento Al Fatah en Cisjordania, se ha convertido en los últimos años en el paladín de las nuevas generaciones frente a la "vieja guardia" de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), aquella que vivió el exilio del Líbano y Túnez en los ochenta y noventa.

De 46 años y graduado en Historia y Relaciones Internacionales, encabeza la lista conjunta que las viejas y nuevas generaciones del histórico partido nacionalista palestino elaboraron en diciembre tras una crisis generacional que amenazó con dividirlo en dos: Al Fatah y Futuro.

Su candidatura como cabeza de lista fue un compromiso del presidente palestino, Mahmud Abás, con las nuevas generaciones, destinado a hacer sitio a aquellos líderes que crecieron bajo la ocupación israelí durante más de 30 años, en comparación con la vida relativamente cómoda de aquellos líderes políticos de la "vieja guardia" que vivieron en el exilio.

Carismático líder y leyenda de la primera Intifada (1987-1993), Barguti nació en Ramala, capital administrativa de Cisjordania, en 1959, y está casado con Fadua, abogada de profesión. En aquella revuelta fue encarcelado por Israel y posteriormente deportado a Jordania.

A Cisjordania sólo regresaría una vez iniciado el proceso de paz de Oslo con Israel (1993-2000), del que en un principio se mostró escéptico pero que después apoyó, a pesar de sus dudas sobre las verdaderas intenciones de Israel.

Durante ese proceso solía conceder numerosas entrevistas a la prensa israelí en las que hizo gala de un fluido hebreo que había aprendido en prisión, y también reunirse con "todo aquel en Israel que quisiera hablar conmigo".

Popularidad

En las elecciones de 1996, Barguti fue elegido diputado del Consejo Legislativo Palestino (Parlamento) con una mayoría abrumadora, lo que ya era indicio de su creciente popularidad en las calles de Cisjordania y Gaza.

Como secretario general de Al Fatah en Cisjordania, cultivó sus relaciones con las nuevas generaciones y en más de una ocasión criticó el nepotismo y los vicios corruptos de la "vieja guardia".

A diferencia de otros políticos palestinos, su oficina estaba engalanada con la bandera de Al Fatah, y no con la foto de Arafat, en lo que era una muestra de lealtad a la causa, y no al histórico líder, contra el que osó alzar sus denuncias.

Su prolongada campaña contra la corrupción de los líderes llegados de Túnez y en defensa de las clases más bajas, a partir de 1996, le valieron un vasto apoyo popular.

Pero fue la segunda Intifada, que estalló en septiembre de 2000, la que le dio el espaldarazo como posible heredero de Arafat, al apoyar abiertamente la lucha armada contra Israel y conseguir recursos financieros para las milicias vinculadas a Al Fatah, conocida como "tanzim" y las "Brigadas de Al Aksa".

Su firma apoyando demandas de pago para milicianos y suicidas aparece en numerosos documentos requisados por Israel durante la operación Muro de Defensa, en abril de 2002, cuando lo detuvo.

Israel lo acusó ante los tribunales de planificar atentados contra blancos israelíes en Cisjordania y de tomar la decisión, a finales de 2001, de lanzar a las Brigadas a una sangrienta campaña de atentados suicidas dentro del territorio reconocido de Israel.

Analistas palestinos han dicho que el primer año de Intifada Barguti se opuso a violar la "Línea verde" para resaltar su carácter de levantamiento contra la ocupación, pero que el asesinato por Israel de un dirigente de las Brigadas, Raed Karmi, en enero de 2002, le hicieron cambiar de opinión.

Su juicio, en un tribunal civil de Tel Aviv al que no reconoció, le convirtió en el mejor estandarte de la causa palestina contra la ocupación israelí, y lo llevó al punto más álgido de su carrera política como el "Mandela" de la región.

En 2004, el tribunal israelíes le condenó a cinco cadenas perpetuas por el asesinato de cinco personas, aunque ha seguido participando en la política palestina a través de sus abogados.

Israel, que ha reconocido que Barguti deberá ser liberado en el futuro, incluso le permite tener encuentros políticos en su celda y realizar prolongadas llamadas desde la oficina del director de la prisión.

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